Toshiro Hitsugaya, capitán del Décimo escuadrón de shinigamis, despierta misteriosamente en un mundo donde no existen ni los shinigamis ni la Sociedad de Almas. Sin embargo, en ese mundo estaban a mitad de una Guerra Mundial Zombie, y Toshiro lo des...
-¡Usen la artillería pesada! ¡No permitan que pasen!-Diane y Mirajane daban órdenes a diestra y siniestra a las mujeres.
Las hordas de muertos llegaban sin pausa ni duda, tratando de entrar a la fortaleza por cualquier medio. Las mujeres, todas las de la fortaleza, no podían pararse siquiera a descansar, pues cada vez que derribaban a un muerto aparecían otros dos. Y no sólo eso: habían aparecido muertos diferentes.
-¡¿Qué demonios es eso?!-gritó alterada una joven, señalando hacia afuera.
Pero las demás apenas vieron hacia allí y apareció una especie de lengua grande y alargada que envolvió a la joven, la cual fue arrastrada fuera de la fortaleza sin poder hacer nada. Observaron horrorizadas una criatura de más de dos metros deforme, con enormes garras y sin ojos; incluso parecía que se le veía más cerebro que cabeza. Tal parecía que caminaba en cuatro "patas".
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-¡No se distraigan! ¡Disparen!-gritó Diane, sabiendo lo que era esa cosa.
Inmediatamente utilizaron la artillería pesada, lanzándole un misil a aquella cosa. El monstruo, luego de haberle comido la cabeza a la joven, dio un grito aterrador, trepó el muro y se lanzó contra ellas justo cuando disparaban, recibiendo el impacto directamente y saliendo despedido varios metros sin su cabeza.
Pero no era el único. Más atrás, junto al resto de zombies caminantes, había más de esos y no sólo eso: había aparecido, como si los guiara, un monstruo de más de dos metros y medio, de "piel" marrón, con lo que parecieran ser raíces saliendo de su cuerpo, ojos desorbitados, y algo similar a una gruesa lengua colgando de uno de sus hombros.
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-Bandersnatch...-murmuró Mirajane en shock.
¿Por qué habían aparecido de nivel más alto al normal?
El Bandersnatch lanzó un potente y aterrador grito que dejó sordas a casi todas por momentos. Inmediatamente, los muertos allí le fueron abriendo paso mientras él iba aumentando su velocidad en dirección a la puerta.
