Capítulo 1

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Pov Cathleen

—Bien, Cathleen, May, ya estamos aquí, espero estén cómodas —dijo mi "padre" tranquilo y sonriente hacia mí, yo no estaba de acuerdo, en cambio mi hermana mayor estaba alucinando.

—Está bien, señor Joon... —dije algo relajada, aunque aún no me acostumbraba a esto.

—Oh, vamos, ya te he dicho que me llames appa, linda.

—No me acostumbro a esto...

—Vamos, va un año y medio que me casé con su madre... —dijo algo triste al final.

—Calma... ya estoy mejor... —le doy una sonrisa tierna—. Ya pasó medio año desde que murió —solté tratando de parecer tranquila, lo cual resultó—. Ahora... me iré a mi habitación —dije al ver a mi hermana subir aquellas escaleras que dirigían a las habitaciones de la pequeña casa. Dirigí la mirada a este por última vez y subí tranquilamente.

—Duerme, mañana mismo empezarás clases. 

Al llegar hacia la que sería mi habitación, abrí la puerta y entré,  para seguido cerrarla tras de mí; seguido me lancé a la cama, así sin más, y decidí dormir.

Desperté a la mañana siguiente gracias a los golpes que proporcionaba mi querida hermana hacia la pobre puerta. Después de que le gritara que parara y que ya estaba despierta, decidí por ponerme el uniforme escolar. Yo usaba el de los chicos. ¿Por qué? Simple, iba a cambiar a todo lo que quería ser desde un principio, una persona sociable, con muchos amigos y que nadie me tratara como la niña estúpida y débil que soy. Dije que cambiaría al entrar a la universidad, y eso lo haré sin duda. Acomodé mi cabello castaño y me miré al espejo: parecía chico. Solté una leve risa al lograr mi primer cometido, tomé mi mochila y salí de mi habitación para luego bajar a tomar una tostada. Estaba dispuesta a salir cuando el señor Jo-, digo, mi padre me detiene.

—Cathleen, espera —se dirigió hacia mí, cepilló mi cabello desordenado y me dio un poco de dinero—. Recuerda, ahora tu apellido es Joon, que siempre se te olvida —me dio un leve golpe en la frente.

Guardé el dinero y salí de la casa. Mientras sacudía mi cabello, empecé a caminar tranquilamente hacia el colegio. Al llegar, me adentré en aquel edificio donde empece a sentir miradas encima, mayoritariamente de chicas. Luego de un rato llegué a la oficina de la directora, toqué una vez y entré, pedí mi horario y todas esas cosas. Salí de esta y fui hacia donde sería mi casillero, al abrirlo algo saltó a mi cara asustándome, pero era confeti y luego adentro había un cartel que decía "Bienvenid@". Pasado el susto, saqué el papel, lo arrugué y lo lancé atrás sobre mi hombro.

—¡Oye, ten cuidado, inútil! —dijo una voz a mis espaldas. Simplemente ignoré a esa persona y proseguí a sacar el libro de la clase que me tocaba. Milisegundos después de haber sacado mi mano del casillero, alguien lo cerró con fuerza—. No me ignores... —susurró con una expresión muy molesta.

—¿Qué quieres? —en cuanto me giro, veo a un chico mucho más alto que yo.

—¡Una disculpa por arrojarme esa bola de papel! —gritó. Al mirar a las personas que se arremolinaban, no entendí el porqué de sus rostros pálidos. 

—Bueno, bueno. Perdón, ¿feliz? —dije sin darle importancia, haciendo que este se enojara y me sujetara de la camisa, pegándome contra el casillero con fuerza—. ¡Qué te pasa imbécil! —le grité.

—¿¡Acaso no sabes quién soy, mocoso!?

—No, ¡y no me interesa! 

De la nada sentí un fuerte dolor en mi cara. Me había golpeado, y seguido de eso me pateó fuertemente en el estómago, haciéndome perder aire. Me lanzó al piso, haciendo ademán de volver a darme una patada, pero rodé en el piso y me levanté.

"Vaya primer día",  me dije a mis adentro, pasando la manga de mi chaqueta por la boca y noté que tenía algo de sangre.

—¿Por qué la agresividad? —le dije más calmada, me iba dar otro golpe, pero sonó la campana, salvándome de una buena.

*

Estaba en el que se suponía sería mi salón de clases, sentada en la parte de atrás. Observaba, algunos momentos por la ventana y otros a mis compañeros. En el momento que todos se quedaron callados, noté como el profesor entraba por la puerta. 

—Muy bien, chicos. un nuevo alumno se incorpora hoy en nuestra clase —lo dijo fingiendo estar interesado en mí—. Él es Joon... —echó un vistazo a la lista, e hizo un gesto que claramente decía que no lo sabía leer—. Mejor dejemos que se presente él mismo.

Todos ya se habían dado cuenta de quién era el extraño aquí. Decidí levantarme, sin prisa, para terminar relajando la mirada y sonriendo ladino.

—Cathleen, profesor. Joon Cathleen. Ehm... tengo 17 años y vengo de Argentina. Me gusta cantar y no perder tiempo, a diferencia de todos los presentes. Si nadie se mete conmigo, yo no me meteré con nadie —empecé a sentir una mirada llena de odio que se concentraba sobre mí. Busqué la fuente de esas vibras, y al darme cuenta de quién era, un escalofrío recorrió mi espina dorsal, lo cual me causó un terrible presentimiento. Le miré directo a los ojos y le di una tierna sonrisa, para parecer completamente despreocupada de la situación que pasé antes con él—. Así que, espero llevarme bien con todos — dije con una cálida sonrisa y luego me senté, ignorando todo.

*

El timbre del primer receso sonó, haciendo que casi todos los presentes en la sala salieran, sin embargo, yo decidí quedarme un rato para mirar bien el golpe que el chico anterior causó. Observé el moretón.

—Ese imbécil me las pagará algún dí- —no pude terminar la frase, cuando un fuerte golpe se escuchó. Miré al responsable del golpe y enmudecí.

—¡¿A quien mierda llamas imbécil?! —se acercó violentamente a mí y volvió a estamparme otro golpe. Me hizo caer de la silla, toqué mi nariz y en mis dedos vi sangre. Iba a levantarme, pero este lo impidió, sentándose en mi abdomen, para seguido volver a lanzarme varios golpes al rostro—. ¡Esto solo es una advertencia, niño lindo! Así aprendes a no meterte con Rap Monster.

Este se levantó, saliendo del lugar, dejándome allí. Tenía unas ganas inmensas de llorar, pero no le daría el gusto. Me levanté y me dirigí a una zona abandonada, sentándome en el pasto; era una zona bonita, no entendía el porqué esta estaba desolada. Estaba dispuesta a soltar algunas lágrimas, lo cual hice, hasta que escuché pasos cerca, que se detuvieron de golpe. Giré cautelosa mi cabeza hacia donde provenían los pasos, encontrando a un chico allí parado. Cavilé para descubrir qué quería decir su expresión. Sin duda rondaba entre confusión y molestia.

Al mirarme, obviamente había notado los moretones en mi rostro, lo cual me hizo sentir algo incómoda. La mirada amable que me dirigió mientras se acercaba me hizo sentir confundida. Este, más cerca de mí, se puso en cuclillas frente mío, extendió su mano hacia mi rostro y sentí sus dedos acariciándome. Sus dedos suaves lo hacían con dulzura.

Me sorprendí en cuanto enterró sus uñas en mis barbilla y mejilla, lugares donde sentí la punzada de sus dedos, y tiró con fuerza mi cabeza hacia atrás, chocando la parte de atrás de mi cráneo contra el muro.

Tenía una mirada que me causó horror, una mirada penetrante que hizo que me helara.

Me congelé, resignada, a recibir la siguiente paliza.

No me jodan... (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora