Capítulo 2

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Pov Cathleen

Los latidos de mi corazón iban a mil por segundo. La presión y la fuerza con que me pateaba y golpeaba, tan siniestra, me hacía sentir frío aun cuando sudaba por el cansancio. No sabía si podía seguir aguantando. Su rostro era aterrador. Totalmente inexpresivo, pero sus ojos parecían decir que se estaba divirtiendo. No, no solo lo parecía, sino que era un hecho.

De un segundo a otro se detuvo, pense que ya no haría más nada. Momentos después me tomó en sus brazos alzándome, para seguido empezar a caminar. Me entró pánico por la situación. "¡Vamos, reacciona, idiota!", me decía repetidamente a mí misma, logrando reaccionar un poco.

—¡Oye, suéltame! —dije, a la vez que empecé a golpear su espalda, ya que este me cargaba como si fuera un saco de patatas, y puse más resistencia al empezar a patalear. Noté hacia donde nos dirigíamos, y opuse aún más resistencia—. ¡Por favor, basta! ¡Allí no! —supliqué para que no me metiera en el contenedor de basura.

En cámara lenta, me vi ser lanzada dentro, y me hundí en las porquerías y desperdicios malolientes. No hice más. Mi vista empezaba a dispersarse, y la sombra del chico presente en mi campo de visión se alejó.  Mi cuerpo no podía seguir moviéndose, y en el fondo, lo que quería era quedarme quieta, allí, dentro del contenedor.

*

Desperté aún dentro de aquel basurero. Logré mirar el cielo, el cual se tornaba de un color naranja a uno entre rosa y violeta; estaba anocheciendo. Me encontraba más tranquila, pero igual adolorida. Salí de donde me encontraba, para empezar a caminar hacia la casa. Al llegar, noté que mi padre y hermana no se encontraban, subí para meterme a mi habitación a buscar un cambio de ropa, para luego adentrarme en el baño, darme una ducha y así relajarme por primera vez en el día.

Luego de que salí del baño y vistiera mínimo con mi ropa interior, me acerqué al gran espejo que se encontraba en una sala que mi padre me dejó para practicar, que se encontraba al lado de mi habitación. Allí pude apreciar todos los golpes que se veían sobre mi pálida piel. Lágrimas brotaron de mis ojos mientras maldecía todo lo que pasé por hoy. Una vez más me dirigí hacia mi habitación, para colocarme un short y una camisa pegada a mi cuerpo, haciendo resaltar más mi figura, la cual siempre escondo tras toda esa ropa holgada.

Regresé a la sala anterior, para colocar algo de música y empezar a estirarme un poco. Dolía demasiado hacerlo, pero tenía qué, ya que luego podría tener más problemas de salud, que hace mas de un año no me dan por la vida activa en el ejercicio que llevo.

La experiencia fue mucho peor de lo que imaginé. De hecho, ni siquiera pensé que pasaría a mayores. En mi antiguo colegio soportaba el maltrato psicológico, todos los insultos y las humillaciones, como para haber tenido que soportar la maldita calidad de bienvenida que recibí hoy. Ya había decidido volverme más fuerte y estaba segura que no volvería a pasar por lo mismo, pero me equivoqué. Es el mismo ciclo que se repite, con mucha mayor intensidad.

Mientras mis pasos fluían en la coreografía, todo lo malo que sentía se fue desvaneciendo. Me miraba en el espejo, y esto era todo lo que necesitaba, bailar.

En un último paso, caí sobre mis rodillas y me recosté sobre el piso. Respiraba por la boca, dejando que el sudor refrescara mi cuerpo.

*

La cafetería estaba bulliciosa. Estaba en la cola para retirar mi almuerzo. Desde la mañana he tratado de estar alerta de todo, en especial de ciertas personas. Traté de relajarme un poco, no quería mostrar lo que sentía en público, así que paré de mirar hacia todos lados. Así no era yo.

Más personas se ponían en la fila, hace rato era la última, y mi turno se acercaba cuando sentí mi cuerpo temblar. Un fuerte sentimiemto negativo chocaba contra mí, venía de atrás. No quería ver, no quería mirar hacia atrás, preferí ignorarlo. Pero no pude, y en cuanto volteé, esa boca gestó una sonrisa que se acentuaba hacia un lado, sin mostrar los dientes,  y noté los hoyuelos del chico.

—Me preguntaba cuándo voltearías hacia atrás —pronunció, queriendo propinarme un golpe en la cara, haciendo que por acto reflejo me inclinara hacia detrás, esquivándolo por poco—. Oh, gran error, pequeño insecto.

Me empujó y caí. Dando él pasos lentos hacia mí, yo arrastrándome de retroceso, de pronto en el lugar se hizo el silencio y todos formaron una masa de gente alrededor de nosotros. Yo estaba preparada. Inmediatamente rodé por el piso hacia un lado, parándome seguido.

—¿A qué esperas? Acércate, monstruo —dije, provocándolo.

—Llevaré rosas a tu tumba —este lanzó golpes hacia mí y logré esquivar algunos, pero logró darme uno que me hizo caer de golpe. Empezó a patearme, mientras se reía un poco de mi dolor, hasta que alguien lo golpeó. No logre verle bien.

—¡Qué mierda te pasa, imbécil! —dijo esa persona. Reconocí inmediatamente la voz, era May—. ¡Métete con alguien de tu tamaño, estúpido! —la expresión de mi hermana se mostraba vagando entre la confusión y la emoción (todos sabemos por qué).

—No te hagas la heroína, niña, esto es asunto de hombres —soltó este sin más.

—Vaya, parece que atacar a alguien indefenso y débil es ser hombre, pensé que eso solo lo hacían las gallinas —dijo mirando al chico con una mirada que decía que lo quería... ¿comer?

—¡Ya verás, niña! —dijo tomando a mi hermana de la camisa, para poder darle un golpe, pero me levanté y sostuve con fuerza su puño—. ¡Suéltame, maldita basura! —me golpeó con su codo, haciéndome caer una vez más.

Noté cómo mi hermana cerró los ojos asustada, al igual que preparada para recibir el golpe, el cual no llegó, ya que un chico sostuvo la mano de este chico que se hace llamar Rap Monster.

—Basta —dice este, mirando a los ojos a RM. 

—No te metas, Suga —pronunció ese apodo azucarado.

—Solo vete ya, Nam-joon.

Este le dirige una mirada molesta al chico de nombre Suga, para luego salir por la puerta de atrás. May miró emocionada al chico que tenía enfrente, fruncí el ceño cuando entendí el porqué: es uno de sus chinos.

—¡Hola, mucho gusto! Soy May —dice, sosteniendo la mano de Suga con cara de felicidad—. ¡Muchas gracias, en serio!

—No hay de qué, linda —este le regala una dulce sonrisa a mi hermana, que en el fondo sé que estaba fangirleando, para luego fijar su mirada en mí. Este se acerca extendiendo su mano, y yo miro esta de forma dudosa, por obvias razones. Los chinos lindos son los que me han golpeado—. Vamos no tengas miedo.

—¿Quién dice que tengo miedo? —tomé su mano, sosteniéndola firmemente cuando me jaló hacia él para levantarme.

—Wow. Qué liviano eres.

—¿Te encuentras bien, Cathleen? —dijo mi hermana, mientras me abrazaba suave, para luego mostrarse molesta—. ¡¿No te dijo appa que no te metieras en problemas?! —esta me dio un golpe en la nuca—. Idiota.

—Aunque yo no hice nada... Él simplemente se avalanzó sobre mí. Como sea —miré al chico y me dirigí hacia él—.  Gracias...

  —Suga  —dijo su nombre, amablemente.

Después me dispuse a salir de allí, un poco molesta. Me fui del colegio, y empecé a caminar por las calles tranquilamente; me valía si tenía más clases, dije que no sería niña buena esta vez. Estaba concentrada en maldecir, cuando siento una mano pesada tocar mi hombro, lo cual hizo que se me parara el corazón y empezara a gritar del susto.

No me jodan... (BTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora