Tony iba corriendo con Stephen detrás. El primero tenía lágrimas cayendo por sus mejillas. Al correr, jadeaba bruscamente, tratando de no detenerse. La gente de la torre se giraba a verlos cuando pasaban, pero no tenían tiempo de preguntar nada. Pepper, Rhodey y Peter los vieron y no tardaron en preocuparse. Pero en el momento en que comenzaron a seguirlos, los perdieron de vista cuando Tony logró entrar en un ascensor. Stephen, sin decirles nada, entró en otro. Debía detenerlo.
Ambos llegaron casi al mismo tiempo al piso más alto. Tony ni esperó a que la puerta se abriera completamente y salió disparado, ignorando las suplicas de Stephen de detenerse. Salió a la terraza y se aferró a la barandilla para quedarse del otro lado. Stephen se quedó a metros de él.
El hechicero miró su mano, notando la ausencia de su anillo. En sus bolsillos no estaba tampoco. Respiró hondo y se preparó. Tendría que arreglarse por su cuenta.
-Bebé...-comenzó, caminando lentamente hacía él.
-No te acerques, Stephen. O te juro que me lanzo-amenazó el más bajo, sin dejar de mirarlo.
-Está bien, está bien. Me tienes justo aquí-contestó de forma tranquila, levantando las manos-. Tony..., por favor.
-Oh, Stephen, sé que quieres ayudarme, igual que todos, pero... ya es tarde para intentarlo-siguió Tony, mientras aún caían finas lágrimas por sus mejillas.
- ¿Por qué dices eso?
-Todas las cosas que pasaron, las cosas malas que hice... ¡Soy el único que no las puede perdonar!-vociferó Tony.
- ¿Qué?-murmuró Stephen, atónito.
-Las pesadillas... aún se repiten. Noche tras noche veo cosas horribles. Y cuando me despierto, sé que no son sólo pesadillas. Es como si mis recuerdos quisieran atormentarme siempre, como si supieran que no merezco olvidarlo-contestó, completamente destrozado-. Pero pensé que si trataba de cambiar las cosas para que las personas estuvieran a salvo, podría estar tranquilo conmigo mismo
-Tony-pronunció Stephen, dando pocos pasos para que él no lo notara. No lo perdería a él también.
-Anoche soñé con mis padres. Ellos estaban enterados de todo lo que hice. ¿Sabes qué me dijeron?-preguntó, sin esperar realmente una respuesta-. ¡Me dijeron que todo era mi culpa, que soy el peligro más grande que tienen las personas!
-No. Eso no es verdad, tú lo sabes-dijo Stephen, sintiendo nauseas de repente.
-Eso hace que muchas veces hasta me cuestione mi nacimiento. ¡Seguro sólo fui un error!-sollozó, aferrándose a la barandilla.
- ¡No digas esas cosas! ¡Tú no eres ningún error!-aseguró Stephen, mientras sentía que sus lágrimas amenazaban con salir.
Tony bajó un momento la cabeza, mientras secaba sus lágrimas con la manga de su traje y luego levantó la cabeza hacia la persona que amaba muchísimo, sonriéndole tristemente.
-Incluso si muchas veces eres frío y sarcástico, eres una persona realmente buena, Stephen-dijo, sin cambiar su expresión-. Contigo, con Peter y con mis más allegados, siempre me siento bien. E incluso si casi nunca lo digo, los adoro más que a nada en el mundo.
En este punto, Stephen creyó que podría hacerlo razonar. No tiene que acabar así, pensó, aflojando un poco los hombros.
-Siempre me sentí completo cuando estábamos juntos. Nunca me había enamorado tanto de alguien.
Stephen lo pensó un momento y finalmente, rompió a llorar. Comenzó a sentirse culpable por las cosas que su novio había pasado. Se dijo que debería haber estado más atento con las cosas que lo perturbaban.
-Lo siento tanto, Tony. De verdad-dijo con la voz rota.
-Tú no tienes que pedirme perdón por nada. Tú y los demás me hicieron sentir querido de verdad-le aclaró-. Hay una diferencia muy grande entre ser querido por miles de personas que te ven por la televisión y las personas que te conocen de verdad. ¡Ustedes eran lo único que me mantenían cuerdo! A veces no me importaba lo que hiciéramos con Peter o con quien fuera. Sólo me importaba estar con ustedes.
Ambos escucharon pasos apurados que se acercaban. Tony miró por encima del hombro de Stephen y vio a las tres personas de las que hablaba antes.
- ¡Tony!-dijeron Pepper y Rhodey, deteniéndose de golpe al verlo detrás de la barandilla. Peter comenzó a temblar cuando lo vio ahí.
Stephen comenzó a acercarse a él y Tony retrocedió un poco. Por miedo a que se tirara, el hechicero se detuvo y extendió su mano hacia el más bajo.
-No tiene que ser así, Tony. No tienes que hacerlo. Por favor-suplicó Stephen, aún con la mano extendida-. Estoy justo aquí. Tú perteneces aquí con ellos. Conmigo.
-Tony, por favor-murmuró Pepper con dulzura, dando unos pasos.
- ¡Tony, ven!-dijo Rhodey, nervioso.
-Señor Stark-dijo Peter, suplicándole con la mirada que no lo hiciera.
-Mira. Ellos también están aquí por ti. Nadie quiere verte en esta situación-siguió Stephen, casi llegando hasta donde él estaba-. Ven conmigo. Nunca te dejaré solo.
Por un momento, Tony parecía dispuesto a tomar la mano del hechicero para ponerse del otro. Pero algo en su mirada cambió. Parecía estar pensando en muchas cosas a la vez, y cuando Stephen trató de tomar rápidamente su mano, él la apartó.
-Lo siento-se disculpó, esbozando una sonrisa-. Si me quedo, sólo voy a ser un estorbo.
Los ojos de Stephen brillaron en lágrimas. Tony sonrió y se pasó una mano por el cuello para terminar sacando un collar con la mitad de un corazón.
-Aún tienes la otra mitad, ¿verdad?-le preguntó. Stephen asintió lentamente-. Entonces sé que tendrás una parte de mí.
-No...-susurró Stephen.
-Stephen Strange..., gracias por haber hecho que me sintiera amado una vez más. Yo te amé más de lo que puedes imaginar-declaró.
Cerrando los ojos, suspiró suavemente y se dejó caer de espaldas. Stephen se colgó de la barandilla y gritó a todo pulmón:
- ¡Tony!
Los otros tres corrieron hacia él y lo alejaron de ahí, mientras todos lloraban de forma desgarradora.
Sentía el sudor bajar por su frente de forma casi anormal y sus lágrimas le causaban un escozor horrible. Se estremeció al sentir que su cuerpo se golpeaba contra algo, aunque fue por un momento. Se sentó violentamente en la cama, con el corazón a mil por hora. Entre la negrura del cuarto, logró verlo ahí, tendido sobre su costado, dándole la espalda.
Una pesadilla, se dijo, pasándose una mano por la cara.
Stephen intentó regular su respiración y pensar que no había sido real. Sólo había sido la pesadilla más espantosa que alguna vez pudo tener. Tony estaba bien, ¿verdad?
- ¿Stephen?-lo llamó Tony, somnoliento, sentándose en la cama con él-. Amor, ¿estás bien?
Stephen sintió que le ponía una mano en la mejilla y que luego estaba secando sus lágrimas.
-Sí, sólo... fue una pesadilla-contestó-. Una espantosa-agregó.
Tony se movió un poco y lo estrechó en un abrazo. Al sentirlo tan real, Stephen no pudo evitar llorar de nuevo. Aunque estaba vez, era de alivio.
-Shhh... Está bien, estoy aquí-susurró Tony, acariciando su cabello-. No te dejaré nunca.
Stephen se alejó un poco para poder besar su frente. Era una especie de «señal» entre ellos. Era como si, con ese pequeño gesto, pudieran transmitirse miles de sentimientos. Incluso con las cosas más pequeñas, ellos podían decirse de muchas formas diferentes que se amaban, ya sea con palabras o con sus acciones.
Volvieron a recostarse y Tony se acercó para besarle los labios, sintiendo que Stephen perdía la tensión en su cuerpo ante el suave toque.
-Te amo-susurró contra sus labios.
-También yo, Stephen. Más de lo que imaginas.
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Ironstrange Random
FanfictionSituaciones Random, partes de Fanfics creados por mí y algún que otro Fan-art de esta pareja. Creditos a sus autores originales.