Fanfic: parte 2

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Peter había estado, sin decir mentiras, varias horas sentado en su cama, con los auriculares y la música bastante fuerte, sin dejar de pensar en lo que Stephen le había contado sobre Tony la semana pasada, cuando fue a verlo al Santuario. Iba casi todos los días, hacía ahí sus tareas, y hablaba mucho con Strange. Le preguntaba mucho sobre su magia, el lugar donde había aprendido y esas cosas. Al principio, Stephen se había mostrado receloso, ya que no le gustaba hablar demasiado de esas cosas, pero al ver que Peter de verdad era una persona de confianza, se dijo que podía contarle algunas de ellas. Dejaba que el chico le hiciera preguntas y él trataba de ser lo más conciso posible. Y con el paso de las semanas, había llegado incluso a sonreírle sinceramente al chico. Eso fue algo que Peter consideró un logro mayor.

Estaba seguro de que Stephen solía preguntarse mucho porqué a Peter le gustaba tanto ir al Santuario, ya que, más que hablar con él, no hacía otra cosa. Sonrió al pensar eso. Aún no estaba listo para decirle.

De repente, a pesar de tener la música casi al máximo, pudo escuchar perfectamente la voz profunda y fuerte de dicha persona que estaba a unos pies de distancia de su cama, con los brazos cruzados.

—Hola, Peter.

El chico se quitó los auriculares con un respingo. ¿Cómo no se había dado cuenta de que estaba ahí?

—Eh... Hola—saludó, un poco avergonzado. La sonrisa burlona no ayudó en absoluto—. No es que me moleste que esté aquí, pero ¿por qué vino?... Digo, pensé que tendría otras cosas que hacer.

Y de golpe, una idea un poco incomoda se le cruzó por la mente al chico.

—Hmm... ¿Vino a mi habitación cuando yo no estaba?—murmuró.

Stephen puso los ojos en blanco un momento y bufó.

—Dos cosas. La primera es aclararte que mi pasatiempo no es investigar la habitación de un adolescente—dijo de forma seria, mientras miraba cada rincón de la habitación—. Que por cierto es un desastre total.

—En mi defensa, ¡no sabía que tendría visitas!—dijo el menor, en una pequeña risa—. Pero en serio, ¿cómo encontró donde vivo?

—Digamos que eres de soltar mucho pelo. Con uno solo puedo hacer un portal hasta donde estés. Y supuse que a esta hora estarías en tu casa—explicó despreocupadamente el hechicero—. Y lo segundo, deja de tratarme de «usted», me hace sentir viejo.

Peter asintió lentamente y cruzó las piernas en su cama, por si acaso Stephen quería sentarse. Sin embargo, el hechicero se quedó donde estaba, sin dejar de mirarlo, haciéndolo sentir un poco intimidado por la penetrante mirada.

—Ok... ¿Por qué viniste?—volvió a preguntar Peter.

—Bueno, ha pasado un tiempo desde que visitaste el Santuario por última vez—la voz de Strange era extraña, no tan segura como antes.

—Espera...—comenzó Peter, tratando de no reírse—, viniste porque... ¿me extrañabas?

—No—respondió rápidamente, mirándolo con el ceño fruncido, aunque no precisamente de enojo—. Vaya idea...

Peter estaba sonriendo de oreja a oreja, y esa respuesta lo hizo reírse más fuerte.

— ¡Qué mentiroso eres! ¡Sí me extrañaste!

Stephen apretó los dientes por la irritación. Por más que el chico le caía bien, podía ser realmente molesto cuando quería. Sin embargo, después de un tiempo de haber empezado a salir con Tony, éste le había dicho que fuera amable con Peter.

Viendo su expresión tensa, la Capa le acarició gentilmente las mejillas, haciendo que Peter se riera por lo bajo. El hechicero movió la cabeza hacia los lados, tratando de evitar el contacto.

— ¡Ya basta!—ordenó, logrando detenerla—. No dije que te extrañaba. Quería asegurarme de que seguías vivo. Por lo general, irías a mi Santuario al salir de la escuela. Me llamó la atención que no fueras durante toda la semana.

—Entonces acabas de admitir que estabas preocupado—siguió el menor, sin borrar su sonrisa.

Stephen abrió la boca para replicar, pero una voz en el pasillo lo interrumpió.

— ¿Peter? ¿Todo está bien?

Vio que el chico se congelaba y que prácticamente saltaba de la cama para acercarse a la puerta y hablarle a la mujer.

— ¡Sí! ¡Todo está perfecto!—respondió, tratando de contener sus nervios bajo la burlona mirada del hechicero, la cual fue suficiente para hacerle saber que estaba fracasando.

—Déjame adivinar... ¡Aún no estás en la cama!

—No, pero ya estaba por hacerlo—respondió, rogando con todas sus fuerzas que a su tía no se le ocurriera entrar. No le iba a hacer mucha gracia ver a Stephen ahí. Después de todo, ella no lo conocía. Pensaría cualquier cosa.

— ¡Ya deberías haberte acostado, cariño!—siguió ella.

Stephen ahogó una risa cubriendo su boca y Peter hizo una mueca. Jamás se había sentido tan avergonzado.

— ¡Lo sé! ¡En seguida me acostaré!—aseguró el chico.

—De acuerdo. ¡Hasta mañana, cariño!

—Hasta mañana.

Cuando escuchó que May caminaba hasta su cuarto y que cerraba la puerta, Peter soltó el aire que había estado conteniendo y volvió a su cama, sintiendo que su cuerpo se aflojaba de golpe.

—Concuerdo. Es hora de dormir, cariño—bromeó el hechicero, incapaz de aguantar su risa.

Peter tomó una almohada y se la lanzó a Stephen, quien la evitó con facilidad. Luego, poniéndose serio, se sentó en la cama y miró al chico.

— ¿Tony no habló contigo sobre... eso?—le preguntó.

—No realmente. Pasa más tiempo en el taller y no habla tanto conmigo como antes. Me preocupa—respondió Peter, bajando la cabeza.

—Peter, se honesto: ¿tú sabes realmente por qué hablar con Steve es un miedo tan grande para él?—preguntó Stephen, mirando de forma más suave ahora. Peter lo sabía: estaba preocupado por su pareja.

Asintió y dijo:

—Él solía decirme que, incluso si eran pocas palabras, hablar con el señor Rogers podía ponerlo nervioso porque... le hacía pensar que las cosas que pasaban eran por él mismo.

— ¿Cómo dices?—dijo Stephen, sin entender.

—O sea... después de lo que pasó con Ultrón y todo eso, el señor Stark nunca dejó de sentirse culpable por haber puesto en peligro a gente inocente. Por eso, dice que hablar con el Capitán muchas veces le trae esos recuerdos. Y ahora es peor después de la Guerra Civil.

Por un momento, Stephen sintió que su mente sólo podía pensar en esa forma en que Tony podía estar en ese momento. Algunas veces, su pareja le mencionaba cosas, pero jamás eran demasiado reveladoras. Intentaría hablar con él cuando tuviera tiempo.

Miró a Peter y dijo:

—Ya me voy. No te duermas tarde.

—No, papá—bufó Peter, metiéndose debajo de las mantas. No se dio cuenta de que eso causó que Stephen se congelara por la sorpresa.

Stephen hizo un portal directo en el Santuario, pero al cruzar, cuando estaba por cerrarlo, miró una vez más a Peter, que ya había cerrado los ojos. No pudo evitar esbozar una sonrisa. Hablar con él de verdad era agradable.

Y siempre que lo hacía, se sentía en paz.

—Descansa, niño molesto—susurró para después cerrar el portal.

Ironstrange RandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora