Como una costumbre suya, Tony decidió pasar por el Santuario después de una aburrida reunión con otros millonarios y personas que, para él, no valía la pena mencionar. Ahora sólo le importaba llegar y ver a su novio.
Después de aquella dura batalla contra Thanos y de haber tenido cientos de pesadillas por eso, a parte de periodos más grandes de estrés, Tony y Stephen habían pasado más tiempo juntos. Incluso le había caído bien a Wong, así que aparecer ahí como si nada no supondría un problema, ¿verdad? Además, solía llevarles algunos regalos cuando lo recordaba, por lo que no tendrían mucho de qué quejarse.
Sin embargo, aunque no se lo dijera a Stephen, no le gustaba mucho estar en el Santuario. No era nada personal, pero después de todo el asunto con Loki y Wanda, la magia y esos lugares no eran sus cosas favoritas. Pero para evitar que el hechicero hiciera un portal en su torre, prefería ir a verlo él mismo y luego discutir hasta convencerlo de subirse a su auto e irse en él, en lugar de usar la forma rápida. Aunque no era mucho debido a que Stephen debía cuidar el lugar, aprovechaban cada minuto para estar juntos antes de que él se fuera de nuevo a cumplir su trabajo y que Tony se encerrara horas en su taller.
Tony sabía lo mucho que Stephen odiaba que se quedara encerrado allí, pero los problemas para dormir no iban a ser de ayuda. Prefería estar despierto y tratar de arreglar cosas. Pero, a la vez, estaba Peter, quien también se preocupaba mucho por la salud mental del mayor. A veces incluso se quedaba con él hasta que May lo llamaba para preguntarle dónde estaba, lo cual sucedía bastante tarde en algunas ocasiones.
A pesar de todo, los tres habían desarrollado mucho apego. Peter decía que parecían dos padres y un hijo. A Stephen parecía incomodarlo, pero nunca lo contradecía. Y Tony simplemente se encogía de hombros y no lo miraba directamente.
Cuando llegó al Santuario y quiso tocar la puerta, apareció en la sala con magia, provocando que su cuerpo se estremeciera casi violentamente. Se pasó una mano por la cara y subió las escaleras para ver si había alguien.
- ¿Merlín? ¡Ya llegué!-lo llamó, sin obtener respuestas.
Atravesó varios pasillos, revisando cada habitación para ver si tenía suerte y encontraba a alguno de los hechiceros. Con suerte encontraba a Wong para preguntarle dónde diablos estaba Stephen. Pero mientras más avanzaba, más perdido se sentía en el lugar. Entendía mejor porqué los magos preferían moverse mediante portales. Llegó hasta la habitación de Stephen y golpeó despacio la puerta para después entrar. No había nadie. Ni si quiera la capa estaba, ya que, a veces, Stephen la dejaba en su habitación cuando quería un respiro.
Dio media vuelta y decidió vagar un poco por el gran lugar. Sus pasos lo llevaron hasta la biblioteca del lugar. Recordó que más de una vez Stephen le había dicho que si terminaba allí, no debía tocar nada. Y como era de esperar, Tony Stark siempre hacía lo que le decían que no hiciera. Comprobó el perímetro y no había señales ni de él ni de Wong. Con la curiosidad a mil por hora, tomó el libro que más llamó su atención y el único que podría llegar a entender.
Al abrirlo y comenzar a leer, algunas cosas le hicieron fruncir el ceño. Entre ellas, un hechizo que servía para ver los miedos más profundos de los enemigos. Comenzó a leer casi en un murmullo, sin estar muy seguro de lo que estaba diciendo ni si era algo positivo.
De golpe, el libro cayó de sus manos y su espalda se pegó contra uno los libreros, mientras se deslizaba hasta acabar sentado en el suelo.
En su cabeza comenzó a ver imágenes que ya había visto en sus peores pesadillas. Primero comenzó con el agujero de gusanos de Nueva York, sólo que esta vez, se veía a sí mismo entrar, y luego estaba en el espacio sin su traje, lo cual había sido lo único que lo había mantenido con vida. Aunque intentaba desesperadamente abrir los ojos para dejar de ver eso, no era capaz. Ése podía ser uno de sus miedos, pero no era el peor.
De golpe, sintió que era aventado a otro lugar, un lugar oscuro y horrible, donde un silencio espantoso lo envolvía. Mirando frenéticamente hacia todos lados, se topó con el que era su miedo más grande: Stephen, Peter, Pepper, Happy y los que antes habían sido parte de su equipo... estaban muertos. Sus cuerpos estaban dispersos por todo ese lugar, rodeados de sangre. Corrió hacia Stephen y sujetó su rostro entre sus manos. En su agonía, parecía tratar de decirle algo, pero las palabras morían en sus labios, al igual que le pasaba a Peter.
Entre lágrimas, vio el escenario cambiar bruscamente, dejando ver lo que le causaba un gran temor y, a la vez, mucho rencor.
Fuera de su mente, mientras seguía sentado contra el libreto, sin poder moverse ni abrir los ojos, sintió que la primera lágrima caía por su mejilla. Se dijo que no sería la única. Pero no fue todo lo que sintió. Dos manos sujetaron sus hombros y lo sacudieron sin demasiada brusquedad. Sabía que era Stephen. Quería intentar hablar y decirle que lo sentía por haberse metido donde no debía, pero eso sería después. Primero debía dejar de pensar en eso último que estaba viendo y que le estaba causando dolores en el pecho, pero no precisamente físicos.
Finalmente abrió los ojos y lo primero que vio fue el rostro enojado y preocupado de Stephen. Al verlo abrir los ojos, el hechicero suspiró de alivio y, estando de rodillas a su lado, lo rodeó con sus brazos, dejando la cabeza del más bajo en su pecho.
- ¿Estás bien?-le preguntó. Tony asintió-. ¿Qué entiendes cuando te digo «no toques algo»?
-Qué importa... Creo que lo que vi ya me lo dejó más claro-contestó Tony, aferrándose a Stephen.
El más alto se separó un poco de él y le quitó las lágrimas de las mejillas.
-Tony, ¿qué viste?-preguntó, suavemente, preocupado por su pareja.
-Me vi... en el agujero de gusanos, los vi a ustedes... muertos-contestó casi en un murmullo, haciendo que Stephen lo abrazara de nuevo, como queriendo protegerlo de todas las cosas que le causaban esos temores-. Y... lo último que vi... fue que estaba cara a cara de nuevo con Rogers.
- ¿Rogers? ¿Y qué pasaba con él?-preguntó Stephen, tratando de contener su enojo por la cosas que imaginaba. Aún le guardaba un gran rencor por las cosas que Tony le contó sobre la Guerra Civil.
-Parecía que estábamos hablando, aunque no podía escuchar bien. Estábamos a plena luz del día, pero... me sigue afectando.
Stephen lo ayudó a levantarse y lo sujetó de la cintura para evitar su caída, mientras miraba la expresión afligida e incómoda de su pareja. Se inclinó un poco para besarle la frente y luego lo llevó hasta su habitación. Una vez allí, ambos se recostaron y Stephen permitió que Tony lo abrazara de nuevo, mientras él acariciaba suavemente sus cabellos, tratando de darle al menos un poco de tranquilidad.
-Tony, no importa lo que pase, de una forma u otra, siempre voy a estar para ti-aseguró, sin detener su acción.
Sin darle una respuesta, Tony lo abrazó más fuerte y se acurrucó contra su pecho, adormeciéndose por los rítmicos latidos del corazón de Stephen.
Y esto de regalo:D
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