Capitulo 3

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No esperaba en absoluto que las cosas salieran así. Spencer Hastings tenía todo planeado y le salió al revés el juego.

Su habitación estaba totalmente oscura. Las ventanas cerradas y sus libros abiertos aún estaban en su escritorio.

Dos toques la hicieron salir un poco de su llanto.

-¿Spence? Soy Aria.

No contestó. Solo hundió su cabeza un poco mas en la almohada para empeorar su estado de consciencia.

-Por favor, déjame entrar Spence.

-Estoy bien.

Fue todo lo que respondió con la mejor voz que pudo. Para su mal estar esa voz solo salió quebradiza, dándole a Aria la certeza de que su compañera de cuarto estaba mintiendo.

-Puedo ayudarte Spencer. No estamos enojadas.

-Solo vete Aria.

-Volveré. ¿Ok?

No volvió a contestar ni a recibir ninguna otra llamada detrás de la puerta.

Cinco minutos después de pensar que podía seguir llorando en paz algo debajo de su almohada vibró haciéndola respingar.

Apagó su teléfono y lo tiró hacia un pequeño sillón que tenia junto a la ventana para leer.

Su habitación era reducida. Un rectángulo en cuanto al tamaño. Su cama contra una esquina, al lado su escritorio, una ventana lo suficientemente grande como para que en un rincón un pequeño sillón se dejara alumbrar. El rectángulo en su punta contraria a la ventana tenia un pequeño baño, al salir de ahí era fácil encontrar el armario contrario a la cama, que dejaba un buen espacio de pared para pegar un espejo de cuerpo entero.

Todo este espacio con sus cosas dentro se veía oscurecido y lamentable por el ambiente. Los sollozos de su dueña era todo lo que se escuchaba.

Lo que llevaba puesto no la ayudaba en su imagen. Sus rulos que la noche anterior estaban perfectamente hechos hoy eran un desorden, en su cuerpo solo contaba con su ropa interior negra y una campera de tela fina masculina, lo que solo ayudaba a contar mejor la historia de como había llegado hasta ahí.

Era momento de levantarse. No sabía la hora y le costó ubicarse en tiempo y espacio.

La cabeza aún estaba tensa. Pero así era cada vez que se drogaba, lo peor ya había pasado y solo venía la resaca de Domingo.

Al pararse abrió la persiana de su ventana y miró hacia afuera. El atardecer era hermoso, lastima que no pudo disfrutar de aquel día.

Abrió las ventanas para liberar un poco la habitación. Luego de respirar profundo iría camino al baño a limpiar todo rastro de la noche anterior.

Se detuvo frente al espejo para reconocer la campera gris que la abrigó toda la noche, o hasta donde quería recordar. Lentamente la abrió y se la quitó.

Su cuerpo no contaba con ningún moretón. Hasta que en su pecho derecho reconoció una marca parecida a un moretón, solo que no de un golpe. Era evidente que se habían aprovechado de su inconsciencia.

Antes de considerar volver a la cama y llorar por una tarde más solo entro al baño y se prometió no volver a mirarse hasta taparse la marca con maquillaje.

Spencer había escrito una historia muy diferente a la que realmente era. Solo quería culpar a alguien que no fuera ella para sentirse mejor. Solo quería dejar de pensar y dar por hecho todo de una vez, sin mentiras ni mas lágrimas.

Estaba completamente equivocada en todo. Pero eso no lo sabría hasta unas dos semanas después.

La idea de estar sentada y que en la mesa una chica le este bailando totalmente fuera de sí no era la fiesta ideal.

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