Capítulo 5.

1.7K 104 22
                                    

"Las chicas pueden saber muy bien"

Bajo la estela de los árboles grises y el frío asomarse tras las rejas del Mil West, a las siete de la mañana en punto, el instituto se veía tan tétrico y hermoso como un cementerio abandonado o quizás, una bonita construcción gótica de los años del búho y las velas.

Ahí, Bailey contemplaba aquella extraña imagen de su colegio después de haber dejado la casa de Tris y Hollie. Cuando su sueño le despidió a las seis con cero minutos, se encontró vagando en su mente hasta que necesitó coger un respiro y decidió adelantarse en su rutina, después de espiar a Hollie Price dormir. Agachó su mirada para acomodar su ceñida chaqueta de cuero y vio cómo el humo de su cigarro se balanceó por el logo de su camiseta de The Beatles y sus jeans rasgados, hasta sus botas de combate viejas. Ella suspiró, repitiendo las palabras de la fugaz charla de esa repentina madrugada con Hollie.

Su lengua supo a dulce con amargo y entendió, que se estaba volviendo loca. Ni en un millón de años luz antes, se habría imaginado que las cosas iban a resultar como lo son ahora, con sólo asistir a una habitual y común fiesta de algún chico popular de la escuela que debía o se suponía iba a ser inofensiva, un domingo por la noche. Por su mente pasaban a diario demasiadas situaciones abstractas, absurdas y sin sentido y no había reparado alguna vez en el resultado de su vida hoy en día. Nunca, jamás, en absoluto...

O quizás, eso era lo que se quería hacer creer.

No podía negarle a nadie que al conocer a la prima de su mejor amiga, Hollie Price, supo que era una de las criaturas más hermosas que había visto en su vida. Incluso desde que se dio cuenta de su atracción por las mujeres en la primaria, cuando gustaba de ver a sus compañeras cambiarse de ropa frente a ella y besó a una a escondidas, detrás del teatro del instituto en donde participaba para diferentes obras musicales y otras manifestaciones artísticas, que tuviesen que ver con la música y su sueño inagotable de formar una banda punk. Oh sí, Hollie le pareció tan preciosa como esa pelirroja que en una ocasión atrapó bañándose al otro lado de su antigua casa en Los Ángeles, quedando estupefacta y demasiado curiosa ante tal cuerpo, que aumentó su agrado al atraparla con las manos en la masa, y en lugar de acusarla o cerrar la cortina, la muchacha le dedicó una pícara sonrisa junto a un beso en el aire, gloriosa. Ella lucía como una diosa, y Bailey aún recordaba con claridad la manera en que algo entre sus piernas parecía vibrar con demasiada intensidad junto a las ansiosas ganas de saltar su muro del patio, y meterse en tal ducha con esa deliciosa Afrodita.

A partir de ese momento, algo en ella había despertado y quiso darle vueltas en dirección contraria durante todos esos años de descubrimiento a lo que era. Puesto a que sus padres siendo tan religiosos y estrictos en sus creencias, le prohibían totalmente ese tipo de comportamiento o actitudes homosexuales a ella y a David, su hermano mayor. No dejaban de hablarles día y noche entre ofensas y burlas, de lo mal que la pasa una persona gay o transexual, más el boleto directo que tenían al infierno con todos los gastos incluidos y Bailey, que muy en el fondo apreciaba a sus padres y les quería, aún se cohibía de hacer esos actos tan "impuros". Porque temía por terminar así, sin remedio alguno a su "problema" que no halló.

Fue finalmente, cuando pasado el tiempo y su madurez llegaba, que comenzó a desprenderse de las reglas e imposiciones que aquellos dos tenían sobre ella y dejó atrás esa fachada de niña de iglesia, extra rosa, extra buena, a una con la que se sintió muy cómoda y completamente ella. Indagó más sobre opiniones, desmintió mitos que su crianza le había hecho creer y comprendió que no había condena para sus gustos. Ahora Bailey, renovada mentalmente y vistiéndose de negro con cadenas, pines de bandas, delineador, botas, chaquetas y jeans rasgados con más y más cuero, encontró en sí misma esa seguridad que tanto necesitaba. Más la autosuficiencia que le guió hasta su aceptación y amor propio, que la forman hasta los soles de hoy, con orgullo.

ACÉPTALO, NENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora