VII Diversión

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------13 de Diciembre 2011------

La cafetería nunca me ha parecido más pequeña que hoy, y es que el reemplazo de Giovanni parece estar colapsando con todos los voluntarios que se han reunido aquí para recuperar la energía invertida en la fiesta. Se podría decir que es un completo caos. He estado haciendo una fila para recibir el desayuno por bastante tiempo, y aún no veo señales de este por ningún sitio. Es más, ni siquiera soy capaz de encontrar algún asiento vacío. Esto está a lleno a más no poder.

- ¿Desde cuándo somos tantos voluntarios? -comenta una voz femenina tras de mí que no logro reconocer del todo, y es que está más grave de lo habitual.

De inmediato me volteo para descubrir a una Pabla bastante destruida por la fiesta del día anterior. Como nunca, lleva su cabello negro suelto y una sudadera de la Universidad de Toronto impregnada con olor a tabaco mezclado con alcohol que deja sus aventuras en evidencia en un cien por ciento. Ella me sonríe lentamente y, en un acto cortés, se levanta los lentes de sol que dejan al descubierto sus ojeras y sus ojos miel cansados.

- Dime que mi auto sigue intacto, y que tú has recibido todas las balas por él -es lo primero que digo al notar que me abraza con la intención de descansar su cabeza en algún sitio.

- Tu bebé está bien -dice soltándome y tomando lugar tras de mí en la fila a pesar de que ya hay otros voluntarios allí formados-. Aunque no puedo decir lo mismo de Robert -apunta en dirección a la puerta principal del comedor y soy testigo de cómo el reemplazo de Dinah está peor que la enfermera.

Me rio en una carcajada que no logro disimular en lo más mínimo. ¡Aquella debió ser la fiesta del siglo!

------17 de Diciembre 2011------

Estoy recostada en el sillón de mi sala de estar mientras contemplo la tarjeta navideña que, Alex y Marion, me han enviado con la esperanza de hacerme partícipe de las fiestas familiares.

Este año, al parecer, han optado por enviar una fotografía más sencilla. Es más, a simple vista puedo notar que es una foto completamente improvisada y para nada premeditada. Por un lado Marion está dándole de comer a una Taylor muy sonriente y, por el otro, Alex arrulla a una pequeña Noah adormilada. Es simplemente perfecta, y es que ha logrado retratar a la perfección la realidad que mi hermano y mi amiga están viviendo en este momento. La paternidad en todo su esplendor.

Hace no mucho, tuve la oportunidad de hablar con mis padres, y estos me contaron que por primera vez en muchos años, han tenido que adaptar la casa para niños. Creo que Marion y mamá estaban histéricas sobre los peligros que puede sufrir un niño cuando comienza a caminar. "Tay es todo un torbellino de energía" había agregado mi padre al oír la historia que mi madre contaba sobre Taylor el día de su cumpleaños. Al parecer, mi sobrina, era una amante de subir y bajar escaleras sin supervisión alguna. En un intento desesperado por detenerla, Alex le permitió dibujar en las paredes de la que era su habitación de soltero y, hasta ese momento, no había dejado de dibujar bocetos abstractos hasta en las servilletas. La amo, aunque espero que no decida que mi habitación vacía se convierta en su nuevo estudio. Por otro lado, he de admitir que, a pesar de no tenerla cerca, comienzo a tener una sobrina favorita. Después de todo parece ser experta en el arte de molestar a mi hermano y aquella siempre será una cualidad que admire y alabe.


- Necesito tu ayuda para llevar a cabo el regalo de navidad de Himmi -Derek dice con lentitud como si con cada palabra evaluara mi reacción.

Ha llegado de forma inesperada a mi casa, con una sonrisa de oreja a oreja. No viste su típica bata, ni sus anteojos. Solo lleva una camisa blanca y unos pantalones holgados de color rojo.

DerekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora