- ¿Señor Martín?
- Si, yoEl día no había empezado bien. Me habían llamado a las nueve de la mañana del hospital Clínico para que viniera lo más pronto posible. Yo solo me había hecho unos análisis dos días antes. Había ido al médico de familia porque me encontraba más agotado de lo normal y me había mandado la prueba. Lo raro era que me llamaran tan deprisa del hospital..... ¿El hospital? No lo entendía, pero veía que pronto iba a salir de dudas.
- Buenos días, pase.
- Buenos días.
- ¿Viene usted solo?Ya la pregunta me pareció rara. Llevaba mas de 4 años solo. La vida, la verdad, no me había tratado lo bien que a mí me hubiera gustado. Pero allí estaba. Delante de un desconocido que me preguntaba si venía solo.
- Si. ¿Por?
- Me hubiera gustado que hubiera venido usted acompañadoEl corazón me latía a mil. No entendía nada. No sabía ni que pensar
- Sientesé por favor
- Gracias
- Señor Martín ¿O le puedo tutear?Podría ser mi hijo. El doctor Madariaga no tendría más de 30 años. Y ahora mismo lo único que quería era que cuanto antes me contara lo que pasaba. Me daba igual si me tuteaba o no.
- Si, por supuesto.
- Alberto, te hemos llamado por tus análisis. Al analizarlos hemos visto unos niveles que no son buenos.El corazón me dio un vuelco.
- ¿Que no son buenos? A qué se refiere.
- Tenemos que hacerte unas pruebas urgentes. Hay niveles que nos dicen que puede haber en algún sitio de tu cuerpo cáncer¿Cáncer?. Me estaba muriendo. Un frío enorme me recorrió el cuerpo. Parece que estamos exentos de ciertas cosas... De ciertas enfermedades... Pero ¿por qué a mí?
El doctor seguía hablándome, seguramente animándome, pero no le escuchaba, estaba bloqueado, sin saber que hacer.- Alberto.. ¿Me escuchas?
- No, lo siento.
- ¿Quieres agua?
- Si, por favor.El doctor se levantó y fue a una nevera pequeña que estaba a su espalda, de la que sacó una botellita de agua mineral, mientras a mí me empezaron a caer lágrimas como puños.
El doctor Madariaga me acerco la botellita y un paquete grande de pañuelos de papel. Cogió la silla que estaba a mi lado y se sentó mirándome a los ojos.- Todavía no sabemos dónde puede estar, quiero que te tranquilices. Creemos que todavía es pronto. Solo hay q localizarlo. Y hoy en día es más lo que suena que lo que es. Si te parece hoy mismo empezamos a hacerte pruebas. Llamas a tu familia y les dices que te traigan tus cosas y te hacemos el ingreso ahora mismo.
- Me quiero ir doctor
- ¿Quieres respirar? ¿Coger aire?
- Me quiero ir a mi casa.... O donde sea
- Yo te aconsejo que te quedes. Cuanto antes empezemos mejor.
- Gracias pero tengo que pensar
- Mira, se como tienes la cabeza. Sé que ahora mismo quieres salir corriendo. Pero por mi experiencia te aconsejo, te suplico que te quedes.
- Doctor, yo me voy.
- Vamos a hacer otra cosa. Haber que te parece. Tú te vas hoy, te tranquilizas, hablas con los tuyos y mañana por la mañana hacemos el ingreso.
- Ya veré.Me moría y no quería seguir ni un segundo más allí. Me agobiaba entre aquellas cuatro paredes. Necesitaba respirar, aunque fuera por última vez.
Me levanté y lo mismo hizo el doctor.- Alberto, es importante sabiendo que lo tienes, ser rápidos en llegar al problema. En cuanto lo encontremos lo podemos atajar. Y hoy en día, te puedo asegurar, que con todos los adelantos que tenemos, lo podemos neutralizar.
Sé que ahora mismo no quieres escucharme pero léete este folleto y toma este papel, es mi teléfono. Me llamo Manu. Llámame a la hora que necesites, pero mañana te espero. Desde las nueve estaré aquí. Tengo tu número. Estamos en contacto.El doctor, Manu, me tendió la mano. Me la apretó fuerte mientras con la otra me tocaba el hombro animándome.
- Alberto, yo lo he pasado, se lo que es, y solo hay una cosa que te da esa fuerza para seguir. Ganas de vivir. Tú eres todavía joven. Yo tenía 15 años y esa lucha conmigo mismo hizo que lo venciera y que hoy en día ayude a los demás a superarlo.
Confía en mí, se de lo que hablo.
Te espero mañana.
- Gracias Doctor.
- Manu, te dije que me llames Manu.
- Gracias ManuMe abrió la puerta de la consulta y no sabía ni para donde ir. Empecé a caminar pasillo adelante. Me desesperaba ver tanta gente. Me agobiaba. Me muero. Duro que te lo digan. No tenía fuerzas para luchar más. Toda la puta vida luchando. ¿Para que?
Jamás tuve suerte en nada, ni en el amor, ni en el trabajo y ahora esto.
Por fin salí a la calle. El viento de octubre me dio en la cara. Respiré hondo y empecé de nuevo a caminar, está vez sin rumbo fijo y otra vez llorando.
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MI FUERZA....MI RAZÓN
De TodoAlberto, un hombre maduro, se entera de que tiene una grave enfermedad. Sin ganas de continuar y cansado de la vida, es convencido por los suyos para seguir luchando.