More than words. (one-shot)

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Supongo que nunca fui buena expresando lo que sentía, claro, lo hacía, pero las personas siempre decían que lo hacía porque al final me veía comprometida a expresarlo y que realmente no lo hacía por amor.

Tampoco fui buena expresando mi sentimientos de tristeza en frente de otros, tampoco la felicidad e incluso los celos. Creo que para los ojos de los demás, solo era un intento robótico de un humano.

Ya que el enfado si lo demostraba, tal vez no mucho porque nunca me afectaban muchas cosas, pero incluso el enfado lo demostraba de una forma extraña.

Si me enojaba, solo me apartaba del problema y luego en la intimidad, destruía todo a mi paso. Aunque esto terminó cuando la conocí.

¿Típico no? Sin embargo, no es nada especial gracias a lo fría que era. Eso solo fue como un error que cometí, y que ahora estoy pagando por ello.

Nuestra historia se remonta en un julio 27, donde por primera vez la vi.

La lluvia es torrencial, y puede que yo me esté muriendo de frío, literalmente, aunque me resignaba a moverme del lugar. Estaba temblando del frío y llevaba media hora esperando a que mi motocicleta encendiera. Mi chaqueta claramente estaba empapada pero no me la quité porque me cubría un poco.

Solo me mantuve de rodillas, apretando los dientes viendo que le sucedía a la chatarra de motocicleta. No la desechaba porque era un regalo de mi madre, así que no quería que me dijese que era una malagradecida y que por cierto era mi único transporte de mi casa al instituto.

Por supuesto que hoy no era día de instituto, ya que eran más de las diez de la noche pero que puedo hacer si realmente no quiero estar en mi casa. Ni siquiera sabía si eran las diez pero lo calculaba.

—¡Hey chica! ¿Necesitas ayuda?—la voz femenina me hizo girar levemente la cabeza, una chica en una motocicleta automática, en teoría una scooter, se había detenido en medio de la lluvia a ofrecer su ayuda.

—¿Sabes algo de motocicletas?—pregunté retóricamente, me burlé de ella. No parecía que supiese algo de motores, o de lo que le esté pasando a esta mierda.

—¿Lo dices por esta scooter?—ella eleva su ceja delgada y me deja ver una sombra de su sonrisa, lo sé porque se le ha formado unas lindas arrugas a los lados de sus comisuras.

Claramente, ni siquiera mostré interés en ella. Mi semblante siguió serio y traté infinitamente sonreírle e invitarle a que me ayudara, porque probablemente sabía algo por su reacción.

—Lo digo por tu pinta—le contesté cortante—anda, es tarde, deberías de estar en la cama niña—le dije con seriedad y me volví a mi motocicleta.

Lo gracioso de todo eso, es que yo era la menor ahí. Camila me llevaba tres años, aunque igual siempre parecía yo la madura o por lo menos la mayor, ya que era más alta que la morena y por supuesto, yo era la más amargada en algunas ocasiones.

Nunca entendí cómo es que ella quería estar conmigo o cómo yo la hacía reír hasta hacerla llorar y que me dijese que parara. Nunca fui lo suficientemente buena para ella, siempre le decía que estaba ciega o algo así porque nunca entendí como se fijó en mí.

Nuestro segundo encuentro fue más raro. Fue el 15 de agosto.

Con un vaso de algún licor barato, esperé sentada en un sillón. ¿Qué esperaba? Nada. Nada en lo absoluto. Solo veía a la gente besarse y bailar en frente de mí.

Un par de conocidos me invitaron y yo acepté porque no tenía nada que hacer en casa, supongo que los gritos de mis padres eran peor que escuchar esta música de mierda con la que todos se están tocado y restregando sus partes más íntimas.

Girls Like U (Camila Cabello y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora