Sueño.

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La tormenta seguía afuera con su aspecto fuerte y en decadencia, había comenzado a llover aun mas fuerte de lo que esperaba, las ventanas estaban mojadas y a su vez empañadas, ya iban a dar las 3 de la mañana y yo aun aquí, aun sentado en el banco de un bar mirando por un ventanal.
¿Acaso mis días seguirán de esta forma hasta que me muera?
Es un poco estúpido.
Observaba como la lluvia marcaba la calle, como los árboles se agitaban y las hojas caían, el viento (a pesar de todo) entraba tenuemente por la entrada, haciendo que se me helara la cara.
Me limité a observar mientras esperaba.
Aun me seguía preguntando cual es la razón para que este tipo de cosas extrañas me pasaran, o como caí inconsciente de pronto y olvide a Poe, mejor dicho, Poe desapareció.
Estrujé un poco la nota en mi mano.
Mis pensamientos no deben ser callados, debo ser el único idiota al que le hace daño mental estar aqui sentado.
Me levanté de donde me encontraba, caminé más adentro en el local, tomándome mi tiempo me senté en el mismo lugar en el que estaba sentado hace ya unas buenas horas, le pedí al anciano que me sirviera algo de nuevo, se que esta vez no soportaría para nada esto, pero creo que mis alucinaciones me sacarán de la soledad, o tal vez, solo tal vez, curen el sufrimiento presente en mi cerebro.

Así mismo, el anciano se dispuso a servirme con su delicada forma de tomar la botella, igual que la primera vez que me atendió.
Observé mí alrededor, me dolían los ojos cuando movía las pupilas, no podía quejarme, mire el hielo en el vaso, acompañado por licor.
—Qué triste...— dije para mí mismo.
Así mismo, tomé un sorbo cargado de sublime ignorancia, queriendo poder alucinar de nuevo, o tal vez soñar.
Después de ese trago me quedé pensante.
Miré hacia la lámpara y después hacia el reloj. Ahora la tormenta había cesado y lo que parecía una lluvia torrencial se convirtió en una llovizna.

¿Que tal si todo es un sueño?

Que tal si todo lo que he vivido hasta ahora solo es producto de lo que pienso y en realidad estoy en un sueño profundo en un hospital.
¿No he estado viviendo realmente en un sueño? ¿Y no muero ahora víctima del horror y del misterio de las visiones sublunares más extrañas? 
Ja.  Sería gracioso despertar después de todo.  Reí con la boca cerrada.
Escuché un vaso sonar en el mesón, acompañado con la caída de unos cubos de hielo.
No voltee a mirar. Seguí con mi sonrisa y cerré mis ojos lentamente.
—Todo lo que vemos o imaginamos no es más que un sueño dentro de otro sueño. —escuché susurrar cerca de mi oído.
Lo sé.
Siempre lo supe.
Solo quería hacerme la idea.
—Así que yo tenía razón—dije.
—Sí.
Comencé a reírme por lo bajo, poniéndome los brazos alrededor de la barriga.
Aun así no voltee.
Pedí que me sirvieran otra vez. Reí aún más fuerte esta vez.
Tomé el vaso en mi mano, lo levanté agitándose suavemente y así mismo dije.
—Así que has vuelto querido Poe...

No pronunció una palabra.

—Tu mismo sabes que no soy a quien mencionas.

.

..

...

Todo se quedo en silencio, la sonata de piano cesó.
No voltee y solo me quedeé con una sonrisa de boca cerrada.

—Entonces...  ¿Cual es tu nombre?

El color Azabache que cubre la tierra mojada y la noche fría, o tal vez un color más oscuro que el negro, hizo presencia de tal forma en mi cerebro, y se convirtio en el aura que se sentía ante aquella presencia y ante lo que se escuchó en ese momento provenir desde esa dirección que solo fueron dos palabras sin sentido.



                                                                                                                        — ¡Nunca más!

El Día que Conocí a Edgar Allan Poe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora