CHASING TIME ↬ john wick ✓

IV

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***

John se dejó caer en la cama esa misma noche. El perro le hacía compañía a sus pies, mientras dormía, y su dueño trataba de conciliar el sueño difícilmente. No sabía por qué, pero la imagen de Lauren no le dejó de asaltar durante todo el día, preguntándose qué sería de ella y si en realidad debía buscarla y darle su ayuda.

Pero la decisión fue suya, él no tuvo nada que ver, y pensó que también era lo mejor; ya no quería volver a matar de nuevo. Aunque ahora su ex compañera estaba tratando de salvar a alguien, John estaba seguro de que ella se las arreglaría. Por lo que recordaba, era bastante lista y seguramente ya estaba a la mitad de su plan para rescatar al niño.

Cuando menos lo esperó, los párpados se le pusieron pesados y se quedó dormido con el pitbull gris a su lado. Sin embargo, el momento de paz no duró demasiado. Al dar el reloj las dos de la mañana, su perro escuchó el ruido de un auto estacionándose afuera, provocando que se levantara y pasara encima de John hasta tocar el suelo.

El peso del animal le asustó y lo despertó. John se sentó al momento, todavía adormitado, y vio cómo el perro estaba clavando la mirada en la gran ventana de su cuarto. Primero comenzó a gruñir por lo bajo y después sus ladridos inundaron poco a poco la habitación.

—Shh—le cayó, levantándose y tomándolo entre brazos para ponerlo de nuevo en la cama.

La acción del animal le alertó y John le ordenó que se quedara dentro. Tomó las llaves y encerró al perro para ir a buscar sus armas, sólo por si su sospecha resultaba ser cierta, y decidiendo que esta vez no lo pondría en peligro.

Con una pistola entre las manos, John se hizo camino sigilosamente hasta las escaleras. No había señal de nadie, sólo eran él y su sombra. Bajó entonces las gradas con los pies descalzos y cuando cruzó el pasillo, unos hombres se le abalanzaron.

Sus sentidos se activaron al momento y los derribó uno por uno, con una bala en la frente. Recorrió quizás la mitad de la planta baja, matando a aquellos que se habían infiltrado a su casa. Contuvo al último en la barra de la cocina, y antes de dispararle, el hombre habló entrecortadamente.

—¿Dónde está Tate?—dijo, con la cara pegada en la superficie.

John le dobló el brazo con su mano libre, ganando un gruñido de dolor de parte del hombre.

—Sabemos que estuvo aquí—musitó. La sangre brotaba de sus labios y su nariz.

John no dijo nada y rápidamente se deshizo de él con un disparo en la sien. Registró los bolsillos del hombre y encontró un teléfono viejo con un mensaje en él; un contrato para Lauren Tate por un millón de dólares se había esparcido ya.

***

Lauren marcó en el teléfono de su habitación al orfanato para asegurarse del bienestar del niño, mientras daba pasos por el lugar de forma inquieta, esperando escuchar su voz. Daban las siete de la noche y empezaba a preocuparse por la falta de comunicación que había tenido los pasados dos días con el pequeño.