Crush

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—Joder, alto trauma que me han dejado desde hace dos días —.Me reí ante su dramatización —No seas exagerado no es como si no supieras como  es que tus padres te han traído a este mundo

—Pues sí, pero no es lo mismo, o sea sí, pero no, b-bueno... creo que me entiendes, ¡por favor para! me está dando un colapso mental. Primero ustedes y después imaginar a mis padres... ¡Que crueldad!.

—¡Oh vamos! ya no eres un niño, tienes 2 hermanos menores y pelos en los huevos, compórtate como el hombrecito que eres.

—Tu maltrato me hiere —sujetó su pecho fingiendo dolor, como si le hubiera destrozado su corazón. Mi amigo es muy único la verdad, no se si le habrán cambiado su hijo a los Kim en los cuneros o simplemente tuvieron algo tan especial, es muy tierno, amigable y como un niño, sinceramente su amabilidad, idiotez e inocencia me resultan extrañas pues ya es un joven adulto y por lo general dejas de comportarte así en la preparatoria  high school pues. Pero no, Taehyung, mi pequeño Kim Taehyung, ha sido un tonto desde que tengo uso de razón, que gracias a las divinidades se le ha disminuido un poco a través de los años, pero enserio que no tengo la más mínima idea de que le pasa, lo dejaré en que es su esencia natural. Tan bonita y natural él cual cuidaré y apoyaré devolviéndole todo lo que ha hecho por mi en estos años conociéndonos y conviviendo, compartiendo chupete e intercambiando peluches. Pasando el rato en el cuarto encerrados jugando videojuegos y saliendo a corretear por allí  hasta la puesta de sol para después hacer un fuerte de almohadas. 

—¡Hey! —Los tres juntos, viviendo aventuras y creando más recuerdos juntos. 

Que gay me he puesto, auxilio. Jimin se ha colgado de nuestros hombros y sonrió abiertamente a nuestra dirección —¿Qué planes tenemos para hoy?. 

—Podemos ir a bailar.

—O a comer.

—Yo digo que una tarde-noche de juegos.

—Con chicas.

—Mejor hay que dormir, estoy que muero —opiné pero ninguno de los dos me hizo caso. 

—¡Lo había olvidado por completo! Mi grupo y unos amigos van a hacer una comida mañana y yo venía a invitarlos humildemente a este bonito plan.

—¿Mañana? —pregunté. 

—Sip, mañana, y después a las ocho en casa de Minhyuk.

Nadie aportó algo, ni una aceptación, mucho menos una negación, simplemente seguimos caminando en completo silencio entre nosotros, pero muchas pláticas a nuestro alrededor.

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Mis amigos decidieron quedarse a dormir en mi casa como ya muchas veces, una costumbre se les había hecho, tanto, que hasta prendas han dejado en los cajones; luego en las madrugadas escucho la puerta abrirse y uno de ellos bostezando escandalosamente y tirándose en mi sillón. Las puertas siendo abiertas y cerradas, hurtando mi comida como las ratas que son, nunca les des mucha confianza porque te toman del pie los mal agradecidos. No es queja, sólo información, que más me da, hasta los pedos nos hemos olido y bañado juntos para el ahorro del agua. Así que por la mañana nos vestimos y nos dirigimos a las instalaciones de nuestra universidad juntos pues habíamos acordado en irnos por separado hacia la comida pero regresarnos a tomar una ducha y ponernos guapos y presentables para la fiesta, pero yo no me preocupaba tanto pues cualquier cosa me quedaría de maravilla. 

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Para ser sinceros hacía mucho que no consumía comida casera, desde que me mudé de casa de mamá, ella me enseñó a cocinar pero el problema es que siempre he sido un flojo de primera y prefiero gastar el dinero en restaurantes que pueden alimentarme y tampoco haya necesidad de lavar los platos utilizados y todas esas cosas que quitan el tiempo. No me arrepiento de haber aceptado la invitación de Jimin. Las chicas habían llevado los platillos y los chicos se encargaron de... de comerlo prácticamente. 

Charla amena entre todos, risas, bromas, juegos de cartas. Vaya. Hace unos años veía a los adultos reunidos en una mesa haciendo esto mismo y los miraba extrañados de que su diversión se basara en hablar de política y otras cosas mientras bebían y jugaban como vagos. Que extraña es la vida, y pensar que ahora yo era uno de ellos...

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Todos nos retiramos, unos se fueron directamente a la casa de Minhyuk para ir acomodando y ayudarle con algunas cosillas y otros tantos decidieron ir a darse una manita de gato. 

Al llegar a su cuadra, me dejó estacionar mi auto en su cochera para que no le sucediera algo, eso de tener de amigo a Jimin me da tantos privilegios, me siento honrado. Vaya. Al entrar escogían música para ambientar, votando mejor por dejarla en aleatorio, traían y colocaban los bocadillos en las mesas al igual que las bebidas. No veía a alguien conocido aún, Jimin había desaparecido en la cocina y el living estaba tan solitario. Sentí unos brazos enrrollando mi torso y como restregaban su cabeza en mi espalda, sujeté unas delicadas manos y sin soltarlas volteé para encontrarme de frente con una chica con una sonrisa coqueta tomando posesión en esos finos y cautivadores labios los cuales no pude evitar robarle un beso de imprevisto, enseguida sonrió achinando sus ojos y se soltó de mi agarre para abrazarme —Me alegra que hayas venido —susurró —¡Suni, preciosa, cuánto tiempo sin vernos! —.Y es que sí, como olvidarme de ese pequeño cuerpo danzarín. Bailamos un poco y decidimos irnos a sentar para platicar más a gusto.

La fiesta transcurría y con ello el mareo aparecía poco a poco en presencia del humo que atenuaba todo, había muchas personas en la pista improvisada, todos se movían como sus cuerpos fluían al ritmo de la canción que era reproducida y mis ojos paseaban curiosos y divertidos por todo aquel montón de personas. Hasta que se detuvieron en un punto fijo; una muchacha de cabellos largos azabaches, piernas alargadas pálidas y un rostro angelical, figura espectacular y encanto natural, se movía al ritmo de la música sin esfuerzo alguno, como si esta hubiera sido hecha para ella especialmente, sus movimientos de caderas sutiles y su cuerpo relajado como si estuviera acostumbrado. Embobado analicé cada uno de sus pasos. Esa seguridad que se le escurría, aquellos gestos expresando a la perfección la canción. Al terminar la canción no me aguanté más las ganas, abandoné a la chica que estaba de compañía en los sillones y con toda la seguridad y alcohol subidos hasta la cabeza, antes de que ella se fuera de allí, la detuve de su fina muñeca haciéndola detener y girarla cara a cara, ella quedó sorprendida pero enseguida sonrió al reconocerme  —¡Hey! —saludó amigable. Mis labios separados fueron relamidos y sonreí  ampliamente —¿Me permitirías bailar contigo? —pregunté cauteloso. Ella sonrió y asintió dirigiéndonos a la pista nuevamente.

Tuve  la oportunidad de admirarla nuevamente de cerca, de detallar sus rasgos con profundidad. Darme el lujo de sujetarla de su estrecha cintura sin abusar y sentir su aliento estremeciendo cada rincón de mi ser. 

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