De entre todas las cosas que le habían ocurrido en la vida, lo pasado con Sanghyuk era humillante en toda la extensión de la palabra. En su caso más extremo, la humillación lo había triturado tanto que no sabía qué rayos hacer. Pudiera ser a raíz de que su cuerpo no lograba procesar más de una cosa a la vez, y que tener emociones como enojo y vergüenza al mismo tiempo parecía algo casi imposible para él, cada una se tomaba su tiempo en manifestarse, y esa noche del 28 de septiembre, en su cama, apenas había comenzado a expresar para sí todo lo que su cuerpo había experimentado al ser descubierto en semejante situación por parte del menor.
Se sentía humillado...
Para Hongbin, no había nada más penoso en el mundo que ser visto desnudo, aquello era algo con lo que había nacido, recordaba que desde muy pequeño lloriqueaba si alguien que no fuera su madre o su nana le viera el trasero o quisiera tomar el atrevimiento de bañarlo. Era tal vez una etapa de madurez drásticamente prematura la que se manifestaba, desde infante, había una sensación en él que comprendía lo que era estar desnudo y por ello, incluso en verano en alguna alberca, se partía en llanto cuando lo vestían con solo un short para entrar al agua, tener su pechito expuesto era algo que lo cohibía y apenaba en sobremanera, y no se apaciguaba hasta que trajera una playera encima.
Se sentía vulnerable...
Haber adquirido una fobia a ser visto lo hundía en esa sensación todo el tiempo. Saber que las personas eran conocedores de su existencia era algo absurdo, lo sabía, y de todos modos no podía desprenderse de ello por más que quisiera. Pensaba constantemente en ello, era paranoico de su parte creer que cada persona que llegaba a verlo aparecía con el fin de dañarlo, de hacerle algún mal; trataba de relajarse, y durante los primeros ataques de histeria en su infancia, se vio obligado a medicarse para ello. No era lo mejor, pues incluso tenía esos pensamientos para con el médico particular que lo visitaba en su casa, creía que en determinado momento el hombre lo iba a drogar para terminar vendiendo sus órganos o algo por el estilo.
Se sentía enojado...
Rabiaba solo de pensar en el atrevimiento de Sanghyuk por visitarlo en su oficina cada que quisiera, como si fuera el dueño de la joyería. Se sentía molesto por ello ya que, incluso si no le agradaba, debía de aceptar sus constantes visitas, pues comprendía que era un empresario importante, y no solo eso, sino alguien personalmente importante para su padre y su primo. Le irritaba por igual saber que era su propia culpa al haber decidido cambiar las llaves de acceso de Sanghyuk, dándole algo de libertad para ingresar a la oficina. Era su culpa. Saber que era su culpa era lo que le creaba ese malestar firme, para con él, para con su padre, para con Jaehwan, incluso para con Han Jimin al haber parido a ese crío.
Se sentía temeroso...
No dejaba de pensar que cada humano en la Tierra atentaba contra su vida, no dejaba de recordar aquella vez, cuando era niño, cuando estuvo a punto de morir por culpa de un intruso al que trataban de convencerlo como "extraño". El temor de morir, o peor aún, de sufrir una vez más lo que le había pasado por once meses, lo ponía en ese estado de fobia demencial, donde una vez más, batallaba para dormir porque creía que si cerraba los ojos, le iban a dañar de muchas maneras. No se suponía que aquello debiera de repetirse, esa sensación de miedo apoderándose de cada célula de su existencia, ese rechazo al contacto humano creciendo una vez más; esta vez era absurdo que pasara, porque Sanghyuk no le había hecho nada malo.
Cuando la hora le señalaba que eran las 4:19 de la mañana y que no había dormido absolutamente nada, fue que se levantó de la cama para ponerse a ver una película, le prestaba atención a medias, y veía una película infantil jodidamente aniñada, porque no quería y no podía atascarse la cabeza en ese momento viendo una película de acción; le gustaban y las veía rara vez, pero para su propia salud, muchas veces las evitaba porque no toleraba el sonido de disparos, ver peleas donde sujetos se partían el rostro a golpes, matanzas, situaciones de violencia, choques automovilísticos... Era medianamente delicado a ello, entendía que era una película y que todo era actuado, que todo era falso, creación misma de efectos especiales, maquillaje y utilería demasiado realista; sabía diferenciar una película de la vida real, pero no le gustaba que algunas veces terminara soñando una mezcla de las escenas de acción junto a su situación pasada... Ese revoltijo que lo despertaba con el nervio alterado.