—¿Observarte, de qué hablas?
—Te explicaré todo si guardas silencio — finalizó Fernando, haciendo que Gabriela tomase asiento en una silla del comedor. Ambos se sentaron y se observaron con peculiaridad; como si un simple silencio bastara para todo lo que había pasado. Tomó un extenso bocado de aliento para continuar con lo pensado. Explicó con precisión todo lo que había sucedido; desde el primer día que llegó, hasta ese mismo instante expresando sus palabras. Gabriela estaba estupefacta, notando como Fernando se había vuelto cuitado. Ella prefirió quedarse en un estado surto, dejando que el joven dejase de explicar lo que había pasado y de qué manera una acción había llevado cabo a otra.
El par omitió decir alguna que otra palabra, parecía que sus luces estaban en luminiscencia. La chica se puso de pies, yendo respectivamente a su dormitorio. El joven que aún permanecía inmóvil en su asiento, sólo tragó y la miró por última vez. En ese tiempo ninguno de los dos hizo algo, como para poder hablarle a otro o identificar el porqué de sus actividades. Eran como días normales, ella se iba y él se quedaba en aquella casa, sin comunicación. No quería irse porque era mucho mejor quedarse con ella que ir con personas que no lo querían como era debido. A los únicos quienes extrañaba era a su familia; su hermana menor y a su madre; las cuales eran muy importante para él.
Los días pasaron con rapidez, entonces, decidió irse: porque de quedarse no hablaría nada con la chica que le mantenía aún con vida su corazón etéreo. Un sábado por la noche, se lo comentó. Fernando agregó: "Me iré ahora, quizás no fué buena idea haber deseado aquello con tanta intensidad."
El ambiente se había tornado incómodo, pero ella no tenía palabras para destruir tales pensamientos. En el transcurso del tiempo que se lo había confesado, ella anhelaba poder expresarse de forma eficaz ante él; lo haría ahora o quizás nunca, pensó.
Lo detuvo, tomando su brazo. Él sabía que ella era callada, que no diría una sola palabra pero ante eso, comprendió que Gabriela no lo quería fuera de su vida. Ambos se pertenecían mutuamente. Sus almas estaban destinadas a estar juntas; tales como el hilo rojo invisible que conectan a dos personas para estar el uno con el otro eternamente.
—No puedes irte, no ahora que has vuelto. Mi corazón no aguantaría una vez más tanta tristeza y melancolía. Prometí no extrañar de ti; nunca más tener ese sentimiento de amor, pero, lo que menos podría hacer sería eso. Te amo, y las veces en las cuales he sido apotropaica ante las estrellas para que volvieses, ha sido vasta para que te encuentre otra vez aquí.
El joven omitió una contestación ante la desnudez de la confesión. Ambos cuerpos se buscaron sin tener la necesidad de hacerlo. Dejaron pasar las palabras para dar lugar al roce sus pieles que contenían sus almas inmóviles, llenas de ambición. El deseo mutuo que se tenían era prolongado. Juntos se amaron aquella noche, como si nunca hubiesen sabido el significado tan intenso del voto. Él, postrando su cuerpo encima de Gabriela, llegando a ocasiones repetidas de orgasmos, era algo con lo que había soñado. Hacer suya a su musa, era el sueño penetrable que tenía y que estaba cumpliendo.
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Broken Hearts
RomanceCreer en el amor de una persona hacia otra es una acción paradisíaca que se nos acreditó a cada uno de los seres humanos. Amar y ser amado es un arte que pocas personas pueden apreciar; llevándolos a evitar tan anhelado remanso.