🎻Mi🎻

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Salió con premura de la cama y fue corriendo hacia el cuarto de baño donde comenzó a lavar con fuerza su rostro esperando que el agua fría terminará de despertarlo, para saber si realmente aquello había sucedido, y poder salir de su sueño y tal vez de su letardo, esperando así de alguna manera volver a ser lo que era antes.

Se veía así mismo en el espejo, perplejo y expectante, observando con detenimiento y algo de incredulidad aquélla cicatriz que se posaba en su pecho, aquella marca que no podía ser más que el único testigo de aquel monstruoso trato pactado con el demonio. Corrió presuroso a la sala de estar, tomó el estuche de su violín sacando el mismo, se preparó y simplemente tocó lo primero que llegó a su cabeza; aquellas notas salieron como si de una perfecta grabación se tratará, el simplemente no podía creerlo y no podía dejarde tocar, sus dedos se movían con una ligereza impactante, ni siquiera le costaba trabajo hacer la nota más dificultosa.

En su rostro se había dibujado una sonrisa, mezcla del exceso de confianza que tenía en ese momento y el ferviente deseo de ser observado nuevamente, que las personas pronunciarán su nombre nuevamente con el respeto que se merecía, que nunca nadie pudiera olvidarlo y quienes se habían burlado de él se arrepintieran por el resto de sus patéticas existencias, pues Víctor Nikiforov volvería a ser el gran y único pródigo del violín en Viena.

Un año, apenas un año había pasado desde aquel contrato y Víctor había regresado a la cumbre nuevamente, a muchas personas no les sorprendía, pensaban que aquel trágico pasado había sido solo una recaída por el aniversario luctuoso de su madre, otros más decían que simplemente se había tomado un momento lejos de la vista pública para crear únicas y hermosas melodías que paralizarán al mundo. Uno de ellos era Georgi Popovich, quien creía había sido su momento de triunfar cuando Nikiforov había desaparecido de la escena pública, o al menos hasta que volvio y Georgi se vio vilmente aplazado, perdiendo no solo su fortuna que había amasado con esfuerzo y perseverancia, si no también a quien consideraba el amor de su vida, Anya, una mujer de gruesos labios y mirada de arpía, según decían sus más allegados solo se encontraba a lado de Popovich por su creciente fama y fortuna.

A todos les parecía trágica la situación, sin embargo nadie había brindado un poco de apoyo a esa alma en pena, excepto Víctor, haciendo así su primer y único acto de "caridad" al contratar al joven a su servicio; ya podía oírlo, el gran Víctor Nikiforov volvió a la escena además con un gran y bondadoso corazón como para ayudar a Gerogi, era un muchacho de cabello negro, semblante expresivo y ojos de un azul tan intenso como el mar, cuya notable sensibilidad lo volvían inestable creativamente hablando. Sus obras solían ser romanticismo puro, era lo que siempre interpretaba, el amor de un hombre por una mujer, sus sentimientos completamente expuestos al mundo que lo rodeaba.

El platinado pidió a Yakov hicieran que el joven tomará un baño, se pusiera ropas mas decentes y lo llevarán su casa, ya él se encargaría de informarle cuales serían sus deberes.

—Bien Georgi, te quedarás conmigo, me ayudarás en todo lo que te pida, deberas tener discreción en todo lo que hagas fuera de esta casa, no quiero que nadie entre o salga de aquí sin mi autorización, nadie debe saber lo que pasa en esta casa y por ningún motivo entres a mi habitación, ni toques mi violín; si eres capaz de seguir esas y otras sencillas reglas estaremos bien.

El joven sin más asintió con una leve sonrisa en su rostro, no se quejaba de su actual situación, sabía que no todos contaban con tanta suerte así como la había tenido él, pero no negaba que su corazón dolía y estaba destrozado, había perdido sus dos grandes amores: la música y Anya.

—Vamos Georgi, no pongas esa cara larga y decaída, ahora estarás a mi cuidado y podrás aprender del gran Nikiforov y tal vez cuando yo muera tu puedas ser el siguiente prodigio— aquello había salido en un tono burlón y bastante egocéntrico, Georgi no dejaba de sonreír, parecía no haberse dado cuenta del chiste —Vamos, ¿no será que tienes pena?—

—No, no es eso para nada, de hecho aprovecho este momento para agradecerte nuevamente tu ayuda y tu oportunidad, pero dudo que alguna vez pueda tocar con la misma intensidad.

—Vamos ¿de que estas hablando? El querer es poder, si así lo deseas podras hacerlo.

—No sin Anya, ella lo era todo para mi.

—Ella es una arpía, una bruja que solo deseaba tu fama y tu fortuna, nada más.

—Ella era mi corazón, mi amor, mi musa, mi todo; dime Víctor ¿cómo lo haces?

—¿hacer que?— preguntó con curiosidad mientras tomaba asiento frente a su escritorio y acomodaba algunas partituras —¿Cómo puedes tocar y crear esa música tan hermosa, con tanto sentimiento sin tener a quién amar?— la mirada turqueza del mayor se posó sobre la contraria y su gesto paso de serio a una mezcla entre divertido e irónico.

—¿amar? ¿Y quién necesita eso?

—dime Víctor ¿qué es la vida sin amor? Yo simplemente no lo entiendo— el ruso se levantó de su silla arrojando los papeles a fino escritorio y alzando levemente la voz —Yo me amo a mi mismo y eso es más que suficiente para que mi música encante a los demás, incluso a esa arpía que tanto amas e idólatras— se cruzó de brazos y camino para detenerse justo enfrente de acongojado chico —Sabías que en mi última presentación esa bruja se posó frente a mi y trato de seducirme? Esa desagradable mujer apenas había destrozado tu corazón y ya estaba en busqueda del mío, pero hay una gran diferencia entre tu y yo querido Georgi— se alejó de él dirigiéndose a la ventana para ver a las personas que buscaban refugio de la lluvia que comenzaba a caer sobre aquella silenciosa ciudad —La diferencia es que yo no tengo un corazón el cuál arrebatar, así que olvidate de preguntas estúpidas y sentimentalismos y por favor enfocate en aprender a usar tu cabeza eso es todo lo que necesitas.

El joven simplemente asintió tomando aquella declaración como una un ejemplo meramente figurativo y comenzó a recoger todos y cada uno de los papeles que estaban regados en aquella habitación mientras el peliplata regresaba su vista a la ventana y tocaba nuevamente aquel pecho inerte.

El reflejo en aquel vidrio sólo podía mostrar aquella sonrisa de satisfacción. Por fin había logrado derrocar a quien llamaban superior, volvió a la cima y calló las voces de quienes dijeron que sería olvidado.

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Hola a todos quienes leen esta historia, lamento mucho el haberme ausentado, he tenido alguno problemas pero ya estoy aquí, espero poder actualizar más seguido, pero siendo realista sería cada dos o tres semanas.

Espero disfruten del capítulo y gracias por cada lectura, voto y/o comentario.

La Sonata Del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora