– ¡Tierra a la vista!– se escuchó a uno de los hombres gritar desde lo alto de la cofa del mástil mayor.
– Mi Capitán, hemos llegado. –le informó Bobby, entrando sin aviso previo al camarote, muy pocos tenían el privilegio de hacer eso. –Entraremos a la bahía en una estimación de dos horas.
Jared se quitó el sombrero que tapaba su rostro, inmediatamente la luz de la mañana que se colaba por la gran ventana pegó de lleno con sus ojos. Se sentó con un gesto de dolor y se aclaró la garganta.
– Avísame cuando hayamos anclado el barco y... Bobby, trae al muchacho contigo.
El teniente se retiró del camarote. Jared dejó su vista viajar alrededor del lugar y fijo su atención sobre la vieja mesa, sobre la madera se extendían algunos planos e instrumentos para trazar las rutas, pergaminos en blanco, pluma y tinta y un libro. Lo tomó entre sus manos. La portada había visto mejores días, a decir verdad, en general aquel libro había visto mejores días. Los bordes amarillentos de las hojas estaban carcomidos y las esquinas magulladas, pero el tacto seguía siendo suave y cremoso, el cuero del que estaba forrado aún conservaba la mayoría del color original, no así la placa de hierro que ahora estaba cubierta de rasguños, y los huecos que algún día habían resguardado incrustaciónes de piedras preciosas resaltaban al volverse obsoletos. Era un ejemplar de 1520 que contenía recopilaciones de poemas. Jared acarició el lomo cerrado perdiéndose en el rugoso tacto del relieve.
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
La suave y melodiosa voz le cosquilleaba en la memoria. Jared cerró los ojos, se transportó a cierta noche donde la tranquilidad reinaba, y él era tan solo un joven marinero. Visitaba tierra firme por primera vez en ese mes. Los calores del pecado que era aquella mujer habían cesado minutos atrás y se encontraban cubiertos por las finas y desgastadas sábanas, reposando en la mullida cama. Desnudos ambos bajo las telas, ella descubierta del pecho a la cintura recargaba su peso sobre su costado y en su codo, él sobre sus propios brazos recargando la cabeza, y un libro abierto entre los dos. Los finos labios de la chica recitaban verso tras verso.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Jared la observaba con atención, las largas pestañas de aquella abanicaban lentamente, las palabras salían suspiradas de su boca y la veía ahí tan concentrada que respiraba con miedo de romper el momento en el que estaban. Él no entendía de poesía, para él la poesía no tenía sentido, eran palabras burdas, banas, ostentosas e innecesarias, pero pronunciadas por ella, sentía que no tenía la necesidad de entender lo que decía, la voz de la joven parecía expresar lo que el poema no le comunicaba. No era culpa suya, no era del tipo intelectual, pero tenía una gran curiosidad, así que la escuchaba en silencio.
– Aquesta me guiaba, más cierto que la luz del mediodía, adonde me esperaba, quien yo bien me sabía, en parte donde nadie parecía. –continuaba la mujer, sin pausa en recitar, con la habilidad de perderse entre las líneas sin ignorar a su acompañante. El joven marinero levantó una mano dispuesto a tocar con sus dedos la tostada piel de las mejillas, más ella le detuvo, levantó la vista del papel y le sonrió, mostrando su perfecta dentadura, y Jared sintió un suave tirón en lo profundo de su estómago. –¿Me estás escuchando?
– Tienes una pestaña en la mejilla.– sonrió también, y ella siguió leyendo como si nunca hubiese sido interrumpida.
– ¡Oh noche, que guiaste; oh noche amable más que el alborada; oh noche que juntaste Amado con amada, amada, con el Amado transformada! –la chica levantó una vez más los ojos de la tinta. – ¿A caso entiendes de qué trata?
–Es una traviesa dama, que se escapa en la noche para reunirse con su amado y tienen sexo hasta el amanecer. –Le respondió, con su tono pomposo y expresión de inteligencia. Ella parecía dubitativa, su mirada brillaba burlesca. –¿No es eso? Ilústreme entonces, bella dama.
Besó su mano.
– Cerca. El escritor es San Juan de la Cruz –le respondía ella ya sin contener la risa en sus labios– era un vate* español que vivió a mediados del siglo XVI, éste poema habla de la unión mística del alma misma con Dios.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
El recuerdo con lentitud se difuminó y Jared volvió al presente cuando el impetuoso sonido de la entrada a su camarote se dejó oír. El teniente Singer entró alarmado y la preocupación en su rostro no le indicaba nada bueno.
– El muchacho no aparece, Capitán, parece ser que ha escapado.
El camarote de los piratas
– Oye, ¿viste al muchacho hoy? Parecía asustado.
– Es de esperarse, ha hecho enojar a Garth durante todo el viaje, ya te lo digo ahora, el chico es tonto.
– No me parece que sea tonto, y tampoco me pareció verlo asustado.
– ¿Tú qué puedes saber? A ti nada te asusta.
Risas y golpes se escuchan en el lugar, los zapateos de los hombres sobre la madera crujen a sus pasos. Todos aseguran sus pertenencias, preparan lo que necesitan para su placer y propio beneficio al tocar tierra, algunos correrán al burdel apenas llegar, otros más buscarán un nuevo cinturón, una camisa en mejor estado que la que llevan, un repuesto para el calzado. Otros más irán a surtir las despensas para calmar el hambre a la que obligados han sido sometidos.
Benny escucha atento a los marineros mientras sigue tallando una daga de madera, la que surge de la figurilla de sirena que tenía en sus manos la noche anterior. Se levanta de su hamaca, baja a las escotillas buscando reunirse con el muchacho. Nadie ha escuchado la conversación que tuvo con Jensen apenas divisaron la playa, lo que le da cierta ventaja. Sabe que el chico no es tonto, pero por el momento espera tenerlo de su lado.
Bueno, bueno, bueno. Hasta aquí el capítulo de hoy, perdónenme si quedó muy corto.
Quiero que sepan que todo lo que van a leer en esta historia ya está planeado, salvo algunos detalles como son nombres y ubicaciones, cosas no tan importantes según yo, en cuanto a la historia, ya está con un rumbo fijo, así que no se preocupen, va lenta pero segura.
Espero les vaya gustando, no olviden dejar sus hermosos comentarios, para yo saber si les va gustando, sus votos que me hacen muy feliz y su amor, siguiendo la historia.
Una aclaración sobre el poema, pertenece a San Juan de la Cruz, en éste capítulo solo escribí 5 de las 8 estrofas que la componen y sí, como dice nuestra dama misteriosa, habla de la unión del alma del ser humano con Cristo, o con Dios. Es un poema muy bonito, yo en lo personal no soy muy religiosa que digamos pero me pareció interesante, díganme que tal les pareció a ustedes.
*vate: es un hombre religioso que se dedicaba a la creación de poemas, en castellano esa palabra puede ser un sinónimo de poeta n.n
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[J2][JaredxJensen] El Secreto del Capitán.
FanficLo que al capitán Padalecki le gusta más son las joyas, las cosas brillantes y preciosas y por supuesto, todo aquello que le cause satisfacción. En el encuentro con el barco del temible pirata Pellegrino, Jared logra salir con varias heridas, un oj...