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Lud durante las semanas siguientes evitó lo que más pudo a Mile, sobre todo, cuando debía entrenar con él bajo la atenta mirada de Edran que los vigilaba fastidiándolos y les levantaba una ceja cada vez que hacían una pausa y se miraban por demasi...

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Lud durante las semanas siguientes evitó lo que más pudo a Mile, sobre todo, cuando debía entrenar con él bajo la atenta mirada de Edran que los vigilaba fastidiándolos y les levantaba una ceja cada vez que hacían una pausa y se miraban por demasiado tiempo.

Durante todo ese periodo, Lud entrenaba a intervalos y se dedicaba a extraer venenos en el invernadero o visitaba a Niza con quien se hacía cada vez más cercana. Le gustaba pasar tiempo con ella, sentía que tenían mucho en común. Se estaban convirtiendo en buenas amigas y ya no hablaban de sus maestros, ni tramaban como descubrir sus secretos a pesar que Biorne siempre interrogaba a Niza después de las visitas. Se comportaban como adolescentes normales en esa época.

De a poco adquirían confianza entre las dos y Niza le pedía más seguido que la visitara. Se puso celosa cuando Lud le contó las horas que pasaba entrenando con Mile y se alegró cuando supo que Edran no los quería ver juntos, aunque disimulaba. Solía decirle que se resignara y que buscara a otra persona porque iba a sufrir. Lo que Lud no sabía era que el interés de Niza por ella, era un poco más romántico.

Niza era una joven solitaria que había crecido sobreprotegida por sus padres debido a la avanzada edad en la que la habían concebido. Sus amistades se reducían a un par de amigas de la escuela que la habían dejado para irse a otras ciudades a entrenarse con sus maestros. Se había quedado en Ranle a pedido de su madre para no tenerla demasiado lejos de ellos. Por eso su padre había sido quien le eligió la etiqueta y quien decidió aceptar a Biorne en cuanto la conoció.

Ahora que había conocido a Lud se sentía algo libre por eso había volcado sus emociones hacia ella, y por eso le molestaba tener que compartirla con Mile, aun cuando entre él y Lud no hubiera nada más que compañerismo. No le gustaba saber que se habían besado y por suerte Lud no le contó lo demás o hubiera sido un golpe duro. Niza adoraba cada vez más a su amiga y la quería solo para ella.

La invitaba seguido, pero Lud evitaba acceder a todas esas invitaciones para que Silve no se molestara, aun cuando salir de casa la distraía de lo que pasaba con el joven que quería y del que se estaba enamorando.

—Cuando vas a volver —le decía a Lud y ella respondía.

—Tengo que mantenerme entrenando. Edran quiere que avance rápido, además no quiero que Silve se moleste por venir demasiado.

Silve estaba al tanto de las constantes visitas de Lud a la casa de Biorne y se mantenía alerta. Le disgustaba tantas atenciones hacia la joven que había admitido en su casa como la aprendiz de su amante. Y tenía sus motivos.

Mucho antes de conocer a Edran, conoció a Biorne. Cuando eran apenas unos niños habían ido a la escuela juntos y habían sido buenos amigos.

Ella con el paso del tiempo había empezado a mostrar más que afecto por Silve, pero nunca se lo dijo. Habían hecho planes de estudio cuando desarrollaran sus habilidades y se habían propuesto entrenar lo más que pudieran. También desearon compartir habilidades similares, pero con el paso del tiempo sus caminos se fueron haciendo cada vez más diferentes.

Lud y el abismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora