Capítulo 2

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-En unas horas estará lista para pasar a planta fija hasta que determinemos su situación- la voz masculina es rasgada y fría.

Me permito el lujo de abrir el ojo derecho. La mujer me está desprendiendo de las correas que me saturan la carne mientras el hombre mira a través de sus gafas una carpeta que sostiene en la mano.

-Me figuro que en psiquiatría hará terapia prolongada, Doctor McGuire.

Vuelvo a cerrar los ojos y me mentalizo para no hacer ninguna estupidez como romperle la nariz a esa mujer. Lo único que me frena es que no aportaría nada bueno a mi expediente psíquico. Vuelven a discutir sobre mi estado físico y tras unos minutos vuelvo a estar sola en la habitación. Espero por si piensan volver, pero sospecho que tardarán unas horas, así que me levanto. Libre de tubos y ataduras me percato de que sólo llevo una bata blanca hasta los tobillos y una pulsera de plástico que lleva inscrito el nombre del centro psíquico. Cuando me aproximo a la puerta me saco de la coleta una horquilla, llevándome con ella unos cuantos pelos morenos, y consigo trucar la puerta para que ceda. Ventajas de ser una veterana. Me deslizo hasta el ascensor y pulso planta 2, necesaria para hacer una paradita a por ropa decente. Estoy abriendo la puerta del trastero cuando siento una presión en el hombro. De reojo veo unas uñas mordidas que no me permiten avanzar.

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