Capítulo 5

64 5 1
                                    

-¿Puedo ayudarte en algo?- le pregunto lo más tranquila que puedo.

-No- parece divertido.

-¿Pues qué miras? ¿Tengo algo en la cara o nunca has visto a una chica comer?- le espeto.

-Bueno, tu más que comer estás devorando la comida- y se sienta a mi lado lo más pancho.

Le ignoro y sigo comiendo, si cabe con más ganas para que vea que me importa bien poco lo que piense. Miro de reojo, tiene el pelo castaño levantado para arriba un poco despeinado. Está recostado en el banco mirándome. Me centro en mi desayuno.

-Me llamo Iván- y me tiende la mano.

-No recuerdo haberte preguntado- le respondo sin mirarle, y menos tendiéndole la mano.

-Es que no me has preguntado, pero te lo digo igualmente- se acerca más a mí hasta rozarme prácticamente.

Cierro mi bolsa de comida y mi mochila y me levanto. Empiezo a caminar mientras doy sorbos a mi café. El chico se levanta y se sitúa a mi lado.

-Oye, es de mala educación no presentarse- me dice.

-Jane- le miento.

-Y... ¿a dónde vas si se puede saber?- me mira de arriba abajo- pareces un poco indigente.

-De hecho no, no se puede saber- le pongo cara de asco- ¿tus padres no te enseñaron a no juzgar a la gente sin conocerla?

-Ya bueno, no conocí a mis padres. Vivo con mi tío- sigue junto a mí.

A este tipo qué le pasa. Por qué me cuenta su vida, como si no tuviese suficiente con lo mío para hacer de niñera encima. Decido no contestarle y sigo caminando. Continuamos en silencio durante varios minutos hasta que recuerdo algo pendiente.

-Oye, ¿me podrías hacer un pequeño favor?- y pongo la mejor de mis sonrisas.

-Anda, pero si sabes sonreír- me pincha. - A ver ese favor.

-¿Podrías llevar este bolso a la comisaria más cercana? Me lo encontré anoche en un portal- miento.

-¿Y por qué no llamaste a algún telefonillo preguntado o esperaste a que llegase un vecino?- confirmado, el Iván este es un metomentodo.

-Lo hecho, hecho está. ¿Lo harás?- por mucho asco que me dé le pongo ojitos.

-¿Y qué gano yo?- vale, esto no va a ser fácil.

-La satisfacción de saber que has ayudado- me está empezando a poner nerviosa.

-¿Y por qué no lo llevas tú?- Iván no para de mirarme con ojos curiosos.

-¿Y por qué no dejas de hacer preguntas y lo haces sin más?- le espeto.

Se queda unos segundos pensativo hasta que finalmente accede.

-La comisaria más cerca está a una hora andando. Pero tengo mi moto aparcada por aquí, ¿qué me dices?- saca las llaves de la moto del bolsillo y las menea entre sus manos.

-Como quieras- respondo. De perdidos al río.

Open EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora