El niño que llora

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Alrededor de la década de los 50, se hizo famoso un cuadro pintado por Bruno Amadio (un pintor Italiano) en el que se mostraba a un niño llorando. Él pintó 27 de estos cuadros, denominados “los niños llorones”, mas ahora me referiré a uno de ellos, el cual se hizo muy popular en Chile en los años ya mencionados.

El cuadro solo se conoce como “El niño que llora”, y se dice que trae desgracia a quien sea que lo posea y a su familia. Según la leyenda, Amadio plasmó el entristecido rostro de un huérfano en su obra, pequeño que más tarde fallecería trágicamente en un incendio que afectó al orfanato en el que vivía. Esa es la razón de la mala fama que se le da al cuadro, pues el alma del pequeño no puede descansar en paz y busca repetir su historia con quien quiera que se atreva a tener el cuadro.

En los años 50, tener un cuadro de un pintor famoso era muy difícil, debido al alto costo de estos, mas varias réplicas en óleo se produjeron en masas usando las en ese entonces más modernas fotocopiadoras. Estas reproducciones del cuadro, aunque falsas, se vendieron muy bien en las ferias libres del Chile, debido a su bajo precio, y porque las personas eran felices de tener un cuadro de un pintor tan famoso en su casa, sin importar que fuese una copia, les daba una especie de estatus social.

Muchas familias se arrepintieron de esto. Varios sucesos paranormales se desprenden de este misterioso objeto. Algunos más “inocentes” y otros más “violentos”, sin embargo, todos aterrorizaban a los poseederos de estos tristes niños. La mayoría de los dueños de estas réplicas escuchaban en la noche llantos y quejidos de un niño pequeño, y cuando se levantaban a ver de dónde provenían, siempre llegaban a la habitación en donde estaba el cuadro. El solo hecho de mirar el cuadro en sí ya es bastante terrorífico. Los ojos del pequeño parecen seguirte donde quieras que vayas, y puedes sentir su sufrimiento con solo fijarte en su mirada, por lo que no es raro que, apenas sus dueños escuchaban “llorar” al retrato, se deshicieran de él inmediatamente. Para mala suerte de las personas, tirar el cuadro a la basura no era suficiente, pues los gemidos podían seguir escuchandose. Lo que se recomendaba hacer era quemarlo por completo.

Pero esa es sola la parte “sana” de la misteriosa historia de este niño. Familia que poseía este cuadro en su casa, comenzaba a tener problemas entre ellos, ya sea problemas de violencia intrafamiliar, o constantes discusiones entre parientes. La familia terminaba inevitablemente rota. Por la época en que estos cuadros se hicieron populares, muchos incendios inexplicables atacaron a varias casas chilenas. Lo más raro de estos casos, es que todo, incluidos los cuerpos, terminaban reducidos a cenizas a excepción del cuadro del niño que llora, el cual quedaba intacto luego de que las llamas devoraran las distintas moradas.

La explicación a los incendios es que el niño quería llevarse la vida de quien los poseía de la misma forma en la que él perdió la suya propia. En la noche, se escuchaban los gemidos del niño, y en cuanto te dabas cuenta, él estaba de pie a tu lado, mirándote fijamente con esos ojos llenos de tristeza, haciendote poner los pelos de punta. Su mirada recorre todo tu ser y te paralizas; si solo ver el cuadro te asusta, no es difícil imaginar el terror que causa el tenerlo frente a frente. En ese momento, si tu corazón resiste a la terrorifica escena que presenciaste, el niño comenzará con el incendio para borrar cualquier señal de que él estuvo allí.

A pesar del mal que rodea al “Niño que llora”, se dice que su maldad solo aparace a quienes descubren su maldición. Y ya sabes, si tienes este cuadro en tu casa, o conoces a alguien que lo posea… más vale que se cuiden.

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