¡Llego el payaso!

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Maldito sea el día que concurrí a aquella fiesta. Me invitó Ernesto, un compañero de trabajo, su hijo menor cumplía años. Al suponer que se trataba de una fiesta infantil agradecí pero no pensaba ir. Ernesto pareció leerme el pensamiento e insistió en que fuera porque también era para los mayores, que había invitado a varios conocidos, y se autoproclamó, un poco en broma, un gran cocinero de hamburguesas a la parrilla. También me aseguró que habría mucha cerveza, con eso terminó de convencerme. Esos días estaba haciendo mucho calor, y refrescarse con algo gratis siempre parece mejor.

Era en una zona residencial. Llegué como a las cinco. Todos estaban en el patio del fondo, que era amplio y también tenía un jardín. Ernesto se había puesto un gorro de “chef” y asaba sus tan mentadas hamburguesas en una parrilla con carbón. Los niños y el cumpleañero andaban correteando por todo el lugar. Después de saludar me senté, y un minuto después ya disfrutaba de una hamburguesa y una fría que tomé directamente de la botella.

No eran muchas las personas mayores pero el ambiente estaba animado. La gente conversaba, los niños seguían jugando, correteando, haciendo algunas pausas para tomar refresco; era una linda fiesta.

Pero sobre nuestras cabezas el clima estaba empeorando. Aparentemente solo a mí me preocupaba, porque noté que nadie miraba hacia arriba. Supongo que a la gente criada en la ciudad no le importa tanto el clima; la gente del campo depende de él.

El cielo cada vez se oscurecía más, y en un momento tomó un tono medio verdoso. Pero a pesar de eso la pequeña fiesta continuaba igual, mas advertí que a Ernesto lo molestaba algo. Lo vi hablar varias veces por su celular con cara de enfadado, y miraba su reloj. Cuando me arrimé por otra hamburguesa él nuevamente estaba llamando, y escuché parte de lo que dijo:

- ¡Ya hace dos horas que era para estar aquí! ¡No me importa que inconveniente ha tenido, ya pagué para que le animara la fiesta a los niños! ¡No, no me interesa, venga como pueda! -y cortó.

Al volverse hacia mí seguramente supuso que escuché algo y me explicó brevemente.

- Contraté a un payaso y el irresponsable todavía no viene.

- Igual los niños la están pasando bien -le dije con la intención de calmarlo.

- Sí, pero prometí que iba a traer un payaso. Pero bueno… ¿Te sirvo otra?

- Sí, están estupendas.

Después volví a mi asiento, con otra fría en la mano, para bajar la hamburguesa, que ya era la tercera.

Debido a la tormenta oscureció temprano y tuvieron que encender las luces. Un rato mas tarde ya no veía el cielo, por la luz de los focos, pero podía sentir la tormenta, a la lluvia inminente. Y comenzó a llover. Los presentes se sorprendieron (como si el clima no lo hubiera anunciado antes), y mas de uno debe haberse tragado un montón de goteras al mirar hacia arriba con la boca abierta. ¡Está lloviendo! Los anfitriones hicieron pasar a todos a la casa. Aquel era el fin de la fiesta, pensé.

La lluvia no vino sola, comenzó a relampaguear y reventaron algunos rayos. Nos acomodamos en una sala que daba al patio, desde allí podíamos verlo por unas ventanas enormes y bajas.

De pronto (no hay palabras que lo expresen mejor, porque salió de la nada) vimos a alguien en el patio, y era un payaso. Estaba mirando hacia la ventana, hacia nosotros, y tenía una sonrisa fiera.

No todos notaron que apareció de repente, de la nada, pero parece que igual sintieron algo raro, porque un momento después de su aparición todos quedaron mudos mirando hacia el patio. Y enseguida llegó el terror. Explotó otro rayo y se cortó la luz. El payaso ahora ya no estaba en el patio. Un instante después gritaron fuerte detrás de mí, y cuando giré un relámpago iluminaba la habitación, y el payaso estaba cerca de una mujer. Al oscurecerse de nuevo la habitación el griterío fue general. Cada vez que un relámpago iluminaba el lugar el payaso estaba en otra parte, al lado de otra persona. Los relámpagos parecían ser cómplices del madito payaso, y entraban uno tras otro en la habitación. Hubiera preferido que todo permaneciera oscuro para no ver tantas veces al payaso. Algunos lograron salir por un corredor y otros solo gritaban. Levanté a un niño en brazos y tomé a otro de la mano y salí por el corredor.

Tenía miedo, no lo voy a negar, pero no sentía que corriera peligro. Aquella aparición solo podía asustar. Volví y llevé a una señora que se había desmayado. No sé cuanto duró aquella locura. Finalmente todos salieron de la casa.

Como es lógico suponer, el payaso había muerto en un siniestro por tratar de llegar al cumpleaños.
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Bueno yo se que me e tardado y lo siento pero recién entre a el colegio y ando muy cansada tratare de poner 3 todos los domingos y sábados tal vez perdonen ya saben xD que me molestan mucho los sábados y eso perdon

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