*Narra Hera*
Ibamos recorriendo las calles de Nueva York como si la vida nos fuese en ello, Afrodita prácticamente me llevaba a rastras. Era tal la fuerza que ejercía al tirar de mi que no la reconocía, no parecía la diosa del amor, al contrario parecía la del odio, la de la guerra.
Después de media hora corriendo llegamos a una sencilla casa muy pintoresca de colores de la gama fría, pero sin duda abundaban tonalidades rosas, rojas y blancas, pero sobre todo el rosa y el blanco.
A la entrada había un farolillo colgando que iluminaba bien la entrada y le daba un toque agradable y sensual, obvio. Al entrar lo mismo, solo que por dentro ya no era tan sencilla, al contrario era lujosa y de la epóca clásica, ahora mismo estoy anhelando la Grecia antigua -Grecia...- la añoraba tanto, pero dejemonos de sentimentalismos, tengo un dolor de cabeza enorme y eso que yo nunca me emborracho, está vez ha sido una excepción, ¡vencimos a Gea!
Afrodita me aconsejo, bueno aconsejar, estaría mejor definido el término obligando a acostarme y descansar. Yo por mi propio bien no por que me lo diijera ella accedí. Llegamos a la habitación mas bonita y lujosa que haya visto en mi vida -¡oh benditos mortales!- Ella me intento recostar en la cama pero lo tiene muy crudo
-Hera es mejor que nos tumbemos, ¡estamos más borrachas que Dionisio! y eso es decir mucho...-
Si pensaba que iba a compartir cama con ella lo tenía díficil, ¡es una pervertida!
-¡si crees acaso que voy a compartir cama contigo necesitas un loquero!-
-Solo lo digo por tu bien y por el mío...-
-¡¿Y desde cuando te importan mis acciones?!
- ¡Mira Hera ya me tienes hasta aquí!- señalandose por encima de la cabeza-¡Me preocupas ¿vale?, nunca antes te había tenido en cuenta, siempre te tomo el pelo sin importarme las consecuencias, pero está noche te encuentro jodidamente sexy!
No sabía que decir, me había llamado sexy, ¡jodidamente sexy!
-Hera... yo... no he...- Y sin saber porque con mis manos la cogí la cara y la bese.
*Narra Afrodita*
Después de lo que la dije no sabía que hacer, me quede petrificada y la dije - Hera... yo... no he...- y de repente me beso, me beso como nunca nadie lo había hecho, con tanto deseo y pasión... Sentí mariposillas por todo el cuerpo, por cada célula de mi piel y la correspondí.
La cogí el culo para elevarla y se engancho a mi cintura, cada segundo que pasaba profundizabamos más y más el beso, la recoste con delicadeza sobre mi cama, la fui desnudando poco a poco y ella a mi.
Nuestras lenguas se rozaban y enredaban, dulce y salvajemente a la vez, era algo explosivo... Baje mi boca hasta su cuello y la empece a dar delicados besos en esa piel caliente incluyendo breves mordiscos, creo que la deje alguna que otra marca.
Fui bajando por su garganta besandola, mordiendola, así sucesivamente y llege a sus pechos... Oh esos pechos si que eran arte griego, ¡por favor, son los pechos más bonitos y perfectos que he visto en toooda mi vida!
Estaban erectos, deseando ser lamidos y mordisqueados, Hera gemía de impaciencia, quería correrse... Accedí a su deseo, empece a lamer el pecho derecho, mi lengua hacia circulos alrededor de su seno y empece ha absorverlos, ella gemía y gritaba de placer, eso me ponía... Y de repente, en un abrir y cerrar de ojos Hera estaba a horcajadas sobre mi, con una sonrisa traviesa en su hermoso rostro. No me beso, sino que decidio bajar, yo pensaba que iba a por mis pezones pero no, se dirigio directamente a mi zona íntima.
Empezo a lamer y lamer, ha absorver mis jugos y gemí -¡Oh Hera no no pares.... por favor!- Yo gemía y gemía de placer, no podía mas, quería que me follara ya...
*Narra Hera*
La mordí el critoris y estallo, alcanzo el orgasmo, eso me ponía a mil por hora. Me suplicaba que la follara ya, pero yo no accedí, no, no, no; no iba a ser tan fácil... -¡¡aaaaa!!- gemí yo, me habia metido dos dedos en mi vagina, estaba claro que ella no quería jugar, pues yo tan poco, le metí también dos dedos pero yo lo hice lentamente, ella iba emitiendo entre cortados gemidos por mi lentitud a la vez que la absorvía el pezón izquierdo.
Empezamos ha hacer la famosa "tijera" y apartir de ahí perdí la noción del tiempo...
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¿Quién lo hubiera dicho?
ChickLitDespués de una divertida fiesta en la que los dioses olímpicos celebrarón la gran derrota de Gea, Afrodita está cansada, aburrida y borracha; pero consciente la obliga a Hera a llevarla a su morada en la tierra de los mortales. Lo que no sabía ningu...