CAPITULO 3: LA HORA DE LAS EXCUSAS

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Saludos mis fieles lectores, como os prometí por haber hecho un capítulo corto os voy a recompensar con una maratón de 3 CAPITULOS,  (1° La hora de las excusas, 2° Tensión en el ambiente y 3° ¿La quiero?)

*NARRA HERA*

Salí corriendo del balcón, dejando llorando a Afrodita, no tenía ni idea que sentía eso por mí. La pena me corrompía por dentro, creando un agujero de un vacío inexplicable.

Busque mi vestido por la habitación , lo encontre a los pies de la cama, oh que recuerdos y anhelo me traía ese lugar, el inicio de esa noche de placer... Pero una pregunta merodeaba por mi mente -¿Y mis tacones?-

No los veía por ningun lado, en serio por ninguno, pase por mi  mente todos los recuerdos de aquella magnífica noche. Recuerdo que los lance al aire, sin importarme donde cayerán, decidida a encontrarlos y a desaparecer de aquí antes de que me arrepintiese...

Me agache y mire por de bajo de la cama, pero nada. Probe a mirar a ras de suelo, pero me tope con unos delicados pies que me resultaban familiares, fui recorriendo la mirada por cada parte de su cuerpo.

Pase de sus pies a sus rodillas, acto seguido a su intimidad que conocía muy bien, después a su vientre plano y apetecible, el deseo empezó a recorrer cada célula de mi cuerpo y la llama se volvio a encender provocando calor en mi  zona intima.

Finalmente llege a ver el rostro que esperaba, el rostro de mi bella Afrodita... Tenía los ojos hinchados y rojos, había llorado, había llorado por mi culpa. El vacío ilógico que ahora habitaba en mi corazón empezó a dolerme y haciendo que tenga ganas de llorar pues, me sentía culpable.

Me levante, Afrodita me tendio los tacones con una mano temblante que avisaba que si no los cogía y me iba se vendría abajo y eso no lo quería presenciar. Los cogí, me los puse y me fuí.

*NARRA AFRODITA*

Se fue dejandome sola y desamparada, había retenido las lágrimas desde que la había visto otra vez, ya no podía más, no podía y sin más remedio, me rendí y me deje caer al suelo para llorar.

Me encogí en un ovillo en el frío suelo, no para buscar calor, no; mi objetivo era que del frío haber si me entraba una de esas fiebres de África y me moría, porque eso es lo que quería después de lo ocurrido recientemente.

Ella no me quería, y si era así nunca lo admitiría, es demasiado orgullosa para hacerlo. Además nunca saldría del famoso armario de arcoiris y admitir lo que sentía hacia mi, no; no lo haría.

Como era obvio que no iba a enfermar hasta morir decidí levantarme e ir a darme una ducha de leche tibia y con petalos de rosas, haciendo que mi piel estuviera suave y con ese propio olor que dejaba marcados a mis amantes, el olor a rosas.

Me levante tambaleando y a paso lento me dirigí a la ducha con el objetivo de relajarme y el vano de olvidarla por unos minutos.

*NARRA HERA*

Me encamine a mí cuarto, pero para ello había que pasar por "LA SALA DEL TRONO ", y yo no quería pasar por ahí, no sea que me tope con Zeus y se hora de darle explicaciones...

Entre en la sala y al parecer había una asamblea olímpica -genial, lo que me faltaba- ahora tendría que rendir explicaciones delante de todos el porque no había pasado la noche en mis aposentos.

Sin mirar a nadie me dirigí a mi trono, me sente y Zeus pregunto -¿alguien sabe por qué Afrodita no se encuentra en este momento en su sitio?- Nadie respondía, solo murmuraban muy bajito y se volvío hacia mi y me pregunto insinuante ¡Y! en alto - ¿Y tú Hera, lo sabes, como fuiste la última en irt..- Y fue interrumpido por la voz dulce de Afrodita -Estoy aquí-.

¿Quién lo hubiera dicho?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora