Primer acto. El nacimiento de Vasir parte 3

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Aquel pasillo se inclinaba poco a poco, mientras que el suelo era estocado con temblores constantes.

Vasir, en su mente, percibiendo aun ser o no el joven Boia, tenía un nudo, un nudo desatado por los instintos humanos, aun presentes en su cuerpo revivido, de sobrevivir.

Su pasado, miserable y patético, lo golpeo como una patada en sus partes nobles, un dolor humillante que le hacía sentir como un niño inmaduro queriendo ser hombre, sin embargo, su mente se estaba aclarando.

"No soy un héroe, no soy aquella excepción de persona que resaltara en la historia o que será narrada en los libros como la diferencia.

Pero soy Vasir, Boia, soy sangre de mi sangre, caminante de mi sendero. No moriré como un héroe, pero tampoco moriré como un cobarde. Si no puedo hacer nada por mí mismo, usaré los bienes más preciados que tengo para seguir adelante."

Decía en su propia mente. Vasir, estaba decidido a sobreponerse, no para ser un héroe, sino para salvar a aquellos que lo hacían sentir diferente.

Vasir corrió hacia la pared, subiendo el leve ángulo, empezó a golpear el suelo y las paredes con un plan en mente, mirando atentamente todos los lados, hasta que fijo su vista en el techo, ignorando por completo como el desnivel aumentaba, mientras sus amigos solo podían verlo confusos.

Cuando el ser humano está frente a un peligro inminente, sin caer preso del miedo, el cerebro se concentra, tensa los músculos, contrae los impulsos, y centra la mente en una sola misión, dispersando totalmente cualquier sentimiento o confusión para evitar deslices al sobrevivir.

— ¡Karen! ¿Aun puedes usar tus runas? —Grito Vasir, tocando la grieta del suelo que empezaba a forzarse en el lado que aún se conectaba a la parte del pasillo en desnivel.

Karen miro al otro lado, saltar a la parte intacta del pasillo y por la cual había una gran apertura al pasillo de abajo era inútil, aquellas espinas empezaban a crecer poco a poco en dirección a ellos, por ambos lados del pasillo, de la misma forma por la parte que se agrietaba. Estaban en una caja de cemento.

— ¡Algo esta drenando la magia del lugar, solo me queda energía para algo! ¿Qué planeas? —grito ella.

— ¡Rompe la grieta!

¿Se había vuelto loco? El pequeño segmento de pasillo caería hacia abajo, sin garantía de que no los esperasen aquellas extrañas espinas o de que el techo no los acompañaría a una muerte instantánea.

— ¡Confía en mí! ¡Rompe la maldita grieta! —Exclamaba Vasir.

Karen miro dudosa unos instantes, confusa del estado mental de su prometido; sin embargo, se encontró con el pequeño defecto, de que al momento, no había otra idea por su cabeza y no quedaba suficiente fuerza en las runas como para amortiguar la caída de los cuatro si octava por saltar a través de la ventana.

Karen se abalanzo entonces sobre la grieta, golpeándola fuertemente con las runas que se activaron por todo su cuerpo en un destello blanco de escrituras, juntando ambas manos para darle un golpe certero.

— ¡Sujétense! —Grito Vasir.

Tras el golpe, la grieta empezó a quebrarse, haciendo caer fuertemente el suelo del pasillo sobre el pasillo de abajo, rompiendo totalmente las paredes exteriores de ambos.

La leyenda de Vasir.Where stories live. Discover now