CAPITULO XVI

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A pesar de los días transcurridos, Harry aun podía sentir los labios de Louis en su boca, y el recuerdo de ellos causaba que su cuerpo reviviera las sensaciones que por vez primera nacieron en él.


Jamás besado, eran las palabras que definieron su vida hasta ese momento. Porque ahora ya no podría volverlas a pensar. Ya había recibido su primer beso y este no fue por amor, sino todo lo contario. Las emociones con el que fue provocado eran de furia, dolor, dominio, humillación y opresión.


Pero ya era tarde para pensar que pudo haberlo rechazado. Lo hecho, hecho estaba y no había manera de regresar al pasado y modificar, aunque fuera una fracción de minutos, lo sucedido.


Lo único que podía hacer y que estaba al alcance de él, era tratar de comprender por qué el sentimiento de amor hacia el banquero surgió en el rizado. ¿Cómo sucedió? ¿Cuándo paso? ¿En qué momento el miedo que en él despertaba se transformó en algo fuerte, tangible, doloroso?


Recordó el instante cuando vio por vez primera la fotografía del británico en la revista. Sus ojos, el poder de sus ojos fue lo que le llamó la atención, fríos, secos, acerados. Pero supo mirar en el interior de esa barrera y después, cuando sospechó quién era el padre de su bebé, al ver la fotografía de nuevo, percibió algo más que estaba fuera de su alcance y del tiempo.


Le pareció que lo conocía con anterioridad, a pesar de que no era así.


Era algo tan poderoso que lo sobrepasó, tomando en cuenta que no había recibido muestras cariñosas de parte del banquero. Pero sabía, algo en él le decía que podía confiar en el mayor, porque a pesar de todo, reconocía en Louis que era un ser integro, que actuaba según sus esquemas, honesto consigo mismo. Que tenía palabra y que está valía.


Pero ¿en qué momento su admiración se transformó en amor? Cuando lo vio enfrentarse a Briana. Cuando lo levantó en brazos y hundió el rostro en su cuello. Cuando respiró el aroma que el cuerpo masculino expelía. Cuando se sintió seguro y protegido en sus fuertes brazos.


Ahí… ese fue el momento de su perdición.


Y no había vuelta de hoja, ni la remota posibilidad de que los sentimientos recién reconocidos marchitaran y quedaran borrados en el olvido.


Ya era sábado y la presencia del castaño no tardaría en hacerse presente en la mansión. Siempre llegaba alrededor del mediodía y a pesar de que faltaban poco más de dos horas para su arribo, Harry se sentía lo suficientemente nervioso como para no disfrutar el desayuno que el cocinero les preparó a él y a Jade.


Doncaster, ya estaba a merced del clima invernal. A pesar de que era comienzos de diciembre aún no había nevado, se podía sentir el viento frío en el exterior, por lo que las largas caminatas por la campiña se vieron abruptamente detenidas.


Él y Jade habían decidido tomar los alimentos en el invernadero, rodeados de vegetación exuberante. Al rizado le gustaba el lugar por el clima controlado y su consecuente eterna primavera.


Sentados en el pequeño comedor, apenas iluminado por la tenue luz del sol que entraba por los cristales de la infraestructura, comenzaron a planear algunas compras para el bebé.


- Definitivamente debemos comprar una cuna – comentó la enfermera, mientras tomaba un sorbo a su jugo de naranja.


La cabeza de Harry se movió de un lado a otro, en clara negativa.


- Creo que no será necesario… - señaló en voz baja – Tengo entendido que en alguna parte de esta casa se encuentra la cuna de cuando nació Louis… - suspiró – Sólo tenemos que pedirla, para que la busquen.


La ceja de la joven se arqueó.


- ¿Estás seguro que es una buena acción? La cuna posiblemente se encuentre roída o sumamente descuidada…


- Quiero que mi hijo duerma en ella y si es necesario buscaré quién la arregle – se encogió de hombros.


En los últimos días, su mente había estado analizando las posibilidades que tenía. Sí no existía la posibilidad de ganarse el corazón del banquero, si tendría la facultad de lograr que en él despertara el instinto familiar.


- Si quieres, yo se las pido a los empleados – respondió Jade.


- Me parece bien – asintió el ojiverde, llevándose un bocado a la boca.


Los pasos de alguien se escuchó sobre el piso de piedra, atrayendo la atención de los dos comensales, quién al girar sus cabezas se encontraron con el mayordomo, quién con un gesto seco inclinó la cabeza en señal de respeto.


- Tiene visitas, joven Harry – anunció con seriedad.


La extrañeza invadió la mente de Harry. Jade y él se miraron a los ojos preguntándose quién sería. No conocían a nadie de los alrededores con excepción de los ancianos que conocieron en el Bingo, pero era poco probable que uno de ellos estuviera ahí tomando en cuenta que no les había comentado en donde vivía… y por último se encontraba Niall… pero sabía que por razones conocidas él no pondría un pie en la propiedad.


- ¿Le dijo su nombre? – inquirió en tono sospechoso.


- Aunque conozco a la persona, esta me pidió discreción – informó.


Harry asintió, intrigado.


Se limpió las comisuras de su boca con una servilleta y se levantó, apoyándose en el cristal de la mesa.


- Espérame aquí – se dirigió a Jade – No creo que el asunto que vinieron a tratar se lleve mucho tiempo.


Salió de ahí, con la aprobación de la enfermera.


Siguiendo el protocolo que desplegaba el mayordomo, lo siguió varios pasos atrás, hasta que llegaron a la puerta cerrada de la biblioteca y este la abrió para permitir el paso del doncel.


Los ojos verdes recorrieron la estancia hasta detenerse en la figura del hombre que yacía sentado en uno de los mullidos divanes del lugar, vestido con sencillez y con las manos colocadas nerviosamente sobre sus piernas.


- ¡Niall! – no pudo ocultar su asombro.


Al escuchar su nombre, el castaño se levantó inmediatamente con un movimiento que le mostró al rizado lo incómodo que se sentía ahí.


- Vine a darte mis disculpas – habló rápidamente, mientras el Styles cruzaba la distancia entre ellos – Cómo te traté, no fue digno de mí…


Harry no pudo evitar abrazarlo.


Se daba cuenta del enorme esfuerzo que él hizo para ir a buscarlo y le estaba muy agradecido.


- Por favor… - suplicó con la mirada cuando se separó de él – No me pidas disculpas… al contrario, debo ser yo quien lo haga… mi comportamiento egoísta no vio el daño que te causaba… - dijo con sinceridad.


- Shh – el sonido provino de la garganta del veterinario, instándolo a guardar silencio – No sabías absolutamente nada de… - calló por varios segundos.


Harry observó cómo se pasaba la mano temblorosa por su cabello.


- Y la verdad, me ha costado mucho decidirme a venir aquí… mi disculpa no podía dártela por teléfono.


- Lo sé y lo entiendo – respondió el doncel, comprendiendo su situación.


Vio como él, comenzó a dirigirse a la puerta.


- ¿Te vas? – inquirió asombrado.


Niall se giró y asintió.


- Mi intención era solo permanecer unos minutos aquí – los ojos azules recorrieron la decoración del salón – Como comprenderás, no soy bien recibido y no quiero causarte más problemas de los que ya tienes con Tomlinson – trató de sonreír sin que el brillo llegara a sus ojos.


- Por favor… -Harry se sujetó de su brazo – Quédate a desayunar con nosotros… Louis no está en casa y… yo me encargaré de que no surja ningún problema con él.


Él negó con la cabeza.


- Me resulta imposible…

- Por favor, Ni. Para mí es muy importante que estés aquí… eres el único tío de mi bebé…


Una ligera sonrisa salió de la boca masculina.


- ¿Tío? – El chico preguntó – Esa palabra suena muy extraña para mí – dijo nervioso.


Una sonrisa angelical se cruzó en el rostro del rizado.


- Aunque te suene extraño, así es… - asintió – Eres su único tío y mi intención es que formes parte de su vida.


- ¿Aunque Louis no esté de acuerdo?


Hasta ese momento, no había analizado la situación desde el punto de vista del banquero.


Sabía que la reacción de él sería de clara molestia y quizá la rabia estaría dirigida a Harry. Pero no le importaba, si ese era el único medio para que los hermanos se reconciliaran entre ellos y con su pasado y sobre todo, si ese era el camino para que su hijo fuera criado dentro de una familia funcional.


Lo haría sin parpadear, y más aún si tenía que permanecer en Inglaterra para que no lo separaran de él.


- Él tendrá que comprender y si no lo hace, le tendré que enseñar – respondió después de varios segundos de estar en silencio.


- Eres valiente al enfrentarte a él así – los labios masculinos se torcieron.


Los hombros de Harry se encogieron ante el calificativo.


- Solo soy un padre que sabe qué es lo mejor para su hijo… - sonrió radiante - ¿Te quedas a desayunar con nosotros? – preguntó esperanzado.


Él movió la cabeza, en forma negativa.


- En otra ocasión será…


La desilusión se vio reflejada en el rostro del embarazado.


- No hay forma que te haga cambiar de opinión ¿verdad?


- Así, es y lo siento, Hazz. Estar aquí me resultó difícil y la verdad no me siento cómodo forzando mi permanencia más allá de lo necesario.


El futuro padre no tuvo más remedio que aceptar sus razones, por lo que lo acompañó a la puerta de la casa de campo.


- Aunque rechazaste mi invitación, te agradezco mucho que hayas decidido cruzar la puerta para hablar conmigo. Sólo espero que nos volvamos a ver pronto.


- En el pueblo, seguro – sonrió él. Lo abrazó y cuando lo soltó comenzó a bajar las escalinatas para dirigirse al automóvil parqueado a unos cuantos metros.


Harry vio como el joven subía el cuello de la chaqueta para protegerse del aire frío. A pesar de que el menor no llevaba ropa adecuada, permaneció ahí hasta que él se alejó montado en la camioneta.


En trance, observó como otro vehículo se acercaba por el camino y rezó para que Louis no fuera en él. Cuando lo tuvo cercas, se dio cuenta que no era un vehículo que normalmente tripulaba el banquero. A pesar de la línea elegante del transporte y los vidrios polarizados que le impidieron ver hacia el interior, un estremecimiento recorrió su espalda a causa de un mal presentimiento.



Con lentitud, vio como bajaba un hombre con el clásico uniforme de chofer y se dirigía con sobriedad a abrir una de las puertas traseras.


La figura espigada y delgada de una mujer salió de él, bloqueando la mente de Harry.


- ¿Briana? – murmuró pálido.


La recién llegada cruzó la distancia que los separaba, para colocarse justo en la base de las escaleras, a solo unos metros del ojiverde.


A pesar de los meses transcurridos, Briana seguía sin perder el odio en su mirada.


- Espero que estés contento con todo lo que has provocado – sus palabras con clara porción de veneno, llegaron hasta el embarazado.


- ¿Qué… haces aquí? – inquirió Harry, levantando la barbilla en un gesto que le indicaba a la castaña que no se dejaría amedrentar.


Una risa fingida salió de la garganta de ella.


- Vine exclusivamente a hablar contigo – señaló la puerta, con firme intensión de ingresar a la casa.


Siguiendo su instinto Harry se colocó bajo el marco, con su cuerpo cubrió la entrada. No deseaba que la presencia de ella invadiera la tranquilidad de la mansión y con la clara indicación de que no era bienvenida.


- Veo que cuidas tú nidito de amor… - levantó una ceja delineada a la perfección.


- No es mi nidito de amor…


La risa cargada de burla llegó a Harry, conducida por el viento frio.


- Me lo suponía. Un hombre como Louis jamás se va a fijar en un doncel insignificante como tú, que además esta gordo y quedará deforme de su cuerpo cuando dé a luz.


Harry sintió como una bofetada sus palabras. En ese momento deseo llevar puestas las ropas que el castaño le compró con anterioridad y que estaban guardadas aun en sus cajas al fondo del vestidor, pero era imposible arrepentirse ya.


Ante los ojos de su prima, sus ropas eran corrientes y posiblemente su silueta vulgar, lo que lo hizo sentirse feo y descuidado en su aspecto.


Quizá era cierto que jamás el banquero se fijaría en él, pero de lo que estaba seguro era que le daría un hijo, cosa que su “querida” prima nunca pudo hacerlo.


- ¿A… qué has venido? – preguntó con los labios apretados.


- En vista de que no vas a invitarme a pasar… - recorrió con lentitud la fachada de la edificación – Te lo diré aquí… - clavó los ojos en el vientre del joven.


Los labios cubiertos por un fino brillo labial se torcieron en un gesto de rabia que transfiguro el rostro de la mujer, haciendo que el rizado diera un paso atrás y se llevara las manos a su voluminoso vientre, para proteger a su bebé de aquella mirada glacial.


- Vine por tu hijo – anunció en tono de triunfo la recién llegada.


Harry contuvo el aire de sus pulmones en un jadeo.


- ¡Estás loca! – gritó, perdiendo el control de sí mismo.


- Por supuesto que no, primo. Tengo mis derechos sobre ese bebé y viaje hasta aquí para asegurarme que lo supieras – la cabellera castaña fue movida por el viento, dándole la sensación de ser una llama ardiendo – Por si no lo recuerdas, firmaste un documento donde cedes tus derechos sobre el niño. Así que no tienes otra elección.


Harry sintió que se quemaba por dentro.


- ¡Louis no lo permitirá! – aseguró el ojiverde, exaltado.


- Eso está en veremos, Harry – los ojos de Briana se entrecerraron – Dile a mi ex flamante marido que si no retira las acusaciones contra mi hermano Calvin, se verá en la necesidad de enfrentarse conmigo en los tribunales.


- ¡¿Por qué vienes hasta ahora y no antes?! – gritó Harry.


- Porque sabía que estas a término y que mejor que un futuro padre desesperado e histérico, para convencer a Louis de que debe hacer lo correcto.


- ¡Louis no se dejará manipular por tus trucos! – señalo el rizado, sin estar seguro de lo que decía – Y sí Calvin tiene que pagar con cárcel lo que hizo, deberá hacerlo entonces.


Briana soltó una carcajada de despreció.


- No te engañes, Harry. Tanto Louis como tú tendrán que ceder a mis requerimientos… - dijo lentamente antes de girarse y dirigirse al auto que la esperaba con la puerta abierta – Por cierto, querido… mientras tú estás en esta casa haciéndote cada vez más gordo y menos atractivo, Louis se la pasa en la capital asistiendo a galas con Danielle Campbell colgada del brazo… - se volvió para ver el rostro de Harry palidecer aún más – Cómo me lo suponía, te enamoraste de él – su voz estaba impregnada de burla – Eres un estúpido por haberlo hecho… - volvió a carcajearse – Pero en el pecado está la penitencia, así que ve acostumbrándote a que tú hijo va a tener pronto una madrastra.


Mudo ante las palabras de Briana, Harry observó desde su lugar como la puerta se cerraba tras ella y el chofer volvía a su lugar tras el volante, para segundos después, ver como el vehículo se alejaba por el mismo camino por donde llegaría Louis en unas horas.


“Louis… Danielle” – imágenes de ellos juntos invadieron la mente del joven, envolviendo su corazón en un nuevo sentimiento. Celos, celos que lo carcomían y comenzaban a volverlo loco. Y una sensación de asco llegó a su cuerpo, al imaginarse a ellos dos desnudos, retozando en una cama…


- ¡¡Ahhhhhhhhh!! – Gritó al sentir un dolor en su bajo vientre, que lo hizo doblarse hacia delante – ¡¡No… no… no!!… - comenzó a decir al comprender que el bebé había decidido nacer en ese momento.


Con mano temblorosa se agarró del marco mientras otra oleada de dolor sacudía su cuerpo.


- ¡Es demasiado pronto! – gritó desesperado, mientras sus piernas cedían al dolor y él se deslizaba hacia abajo, sin poderse sostener en pie.


Su gritó llamó la atención del mayordomo, quién alarmado llegó a él corriendo.


- ¿El bebé va a nacer? – inquirió al inclinarse sobre el rizado.


- ¡Sí!… - respondió en medio de la respiración entrecortada – ¡Llámale a Jade y pide una ambulancia! – sujetó la corbata del mayordomo en medio de la desesperación.


- Esperé… esperé… - dijo esté mientras se alejaba con suma urgencia.


Antes de un minuto llegó Jade a donde seguía Harry, con la alarma en sus ojos.


- ¿Cada cuando tienes dolores?


- Muy… ¡¡ahhhhh!! – volvió a gritar al sentir otra oleada de dolor. Pero esta vez fue diferente cuando una cálida humedad comenzó a recorrer sus piernas.


- Has roto la fuente – dijo con voz templada la enfermera, a pesar de que por dentro estaba temblando.


El bebé venía con casi tres semanas de antelación, lo que lo convertía en prematuro y para agravar la situación la fuente que lo protegía se había roto, lo que hacía de urgencia el traslado del doncel al hospital.


– Zayn, el mayordomo está llamando al hospital, mientras tanto debemos moverte de aquí cuanto antes.


Harry asintió con el rostro perlado de sudor.


- Briana… estuvo aquí – anunció antes de que el dolor volviera a él.


Los ojos de Jade se abrieron como plato, sorprendida. Comprendiendo que la visita de la prima había desencadenado el parto prematuro.


- ¿Qué te dijo…? ¿Ella era la visita misteriosa? – acribilló.


Harry negó con la cabeza.


- Fue Niall la visita… vino a disculparse y cuando lo despedí llego… ella… - resopló al sentir como el dolor volvía atacar su cuerpo.


- ¡Esa bruja solo vino a causar problemas! – Exclamó la enfermera furiosa, al tiempo que trataba de acomodar a Harry de la mejor manera posible para esperar la llegada de la ambulancia – Esperó que no hayas hecho caso a sus tonterías. Conociéndola, tengo por seguro y apuesto con posibilidad de ganar que solo se tomó la molestia de viajar hasta aquí para contrariarte…


La cabeza rizada asintió.


- Hubo un accidente múltiple en la autopista a causa de neblina – llegó el moreno con la respiración entrecortada, interrumpiendo a ambos – No hay ambulancias disponibles hasta dentro de más de una hora – anunció alarmado – Traté también de comunicarme con el ginecólogo y él está atendiendo un parto complicado… No hay manera de que venga… Tendremos que llevarlo nosotros…


Harry comenzó a gritar de nuevo. Un pinchazo se clavó en el vientre. El dolor fue más fuerte que los anteriores.


- No podemos arriesgarnos a llevarlo así, es peligroso – comentó Jade, analizando la complejidad de la situación – Hay que llevarlo a su habitación y prepararnos a recibir al bebé…


Reconocía la dificultad del momento. A pesar de que estaba preparada profesionalmente para recibirlo, sabía que necesitaría ayuda.


– Harry… - se dirigió al futuro padre - ¿Tienes el número telefónico de Niall Horan?


El joven asintió.


- Esta grabado en el celular.


Jade, adueñándose de la situación ordenó.


- Llévelo a la cama, mientras me comunico con Niall.


El mayordomo asintió y rodeó el cuerpo del doncel para levantarlo en brazos, al tiempo que Jade salía con rapidez en busca del teléfono.


En cuanto lo encontró, hizo la llamada. A esas alturas, su nerviosismo hacia que sus manos temblaran visiblemente.


Esperó a recibir respuesta.


En un camino vecinal, mientras se dirigía a la granja de un amigo, Niall comenzó a escuchar el sonido intermitente de su teléfono móvil. Parando la camioneta a un lado de la carretera, lo tomó. Vio el número de Harry señalado en la pantalla.


Dudó en responder.


Sabía que mantenerse ajeno de lo que sucedía en la casa Tomlinson, era lo mejor.


Desde que tuvo cuenta de razón, vio el sufrimiento de su madre causado por el rechazo de Mark Tomlinson. Y cuando comprendió las razones por las que todos los habitantes del pueblo cuchicheaban a su paso, se dio cuenta de su origen.


Las humillaciones causadas a su madre, también fueron recibidas por él, en solidaridad a la mujer que le dio la vida. Y a pesar de que nunca vio por sus propios ojos a donde asistía Johannah todas las tardes, sabía por rumores que ella siempre iba a esa casa, cuya verja permanecía cerrada a la mujer que traicionó a los Tomlinson, en espera de ver a Louis, su hijo, su primogénito, el heredero, el único reconocido de su padre. Para después regresar a la pequeña casa que habitaban en medio de un mar de lágrimas, sin que lograra su objetivo.


Sí, definitivamente tenía que mantenerse al margen. Pero su instinto le dijo que no podía dejar solo al futuro padre, a pesar que no entendía por completo cual era el sitio de él en la vida de su “hermano” – resopló con desdén.


El teléfono dejó de sonar y segundos después volvió el sonido del timbre a la carga.


Era mucha insistencia, por lo que decidió responder. Después de todo, ese gesto no podría hacerle más daño de lo que hizo el desprecio de su “padre”.


-Niall al habla – su voz estaba tranquila.


- ¡Habla Jade! – La voz impregnada de urgencia llegó a él – Harry está dando a luz… la ambulancia va a tardar en llegar… acaba de romper la fuente y… necesito tu ayuda urgentemente porque el bebé viene tres semanas antes – terminó entrecortado.


- ¡Lo deje hace 10 minutos y estaba bien! – respondió atontado, tratando de asimilar las palabras de la enfermera.


- ¡Pues ahora no lo está! – gritó, a punto de romper el tímpano al veterinario.

- Llego en 5 minutos cuanto mucho – contestó, poniendo el altavoz en el aparato y encendiendo la marcha de la camioneta – No vayas a colgar, en el camino iré diciéndote lo que debes de ir preparando.


- Ok… gracias…


El vehículo dio una vuelta el U dejando tras él una nube de polvo y tierra.


- Pon a esterilizar tijeras… y consigue toallas y sabanas limpias… además, busca entablar comunicación con su ginecólogo para que me asesore…


- Ya nos comunicamos con él… no puede atender a Harry. Está en una emergencia…


- Entonces, consigue a alguien más… - ordenó por la premura del tiempo.


- Le diré al mayordomo que lo haga.


- ¡Bien! – exclamó el veterinario, sin apartar la vista del camino. La neblina comenzaba a caer en la zona donde él se encontraba, así que era primordial poner toda su atención en la carretera si deseaba llegar sin contratiempos a donde el rizado lo esperaba.


Por más que hubiese tenido la intensión de no inmiscuirse en los asuntos de la mansión Tomlinson, no podía negarse a actuar. Para su desgracia, él no era insensible y eso lo obligaba a participar en el nacimiento del bebé, por más que hubiese deseado que no fuera así.


En pocos minutos, llegó a su destino. En un santiamén, bajó del vehículo y entró de nuevo a la casa. Liam le indicó el camino y cuando tocó la puerta cerrada de la habitación del rizado para anunciar su llegada, se encontraba nervioso más de lo que hubiese querido.


Cuando la puerta se abrió, la escena que vio lo dejó perplejo.


Harry yacía sobre la cama, con el rostro sudoroso por el esfuerzo que estaba habiendo. Una serie de sábanas y toallas yacían bajo el cuerpo de él en espera del nacimiento del nuevo ser. Sus piernas se encontraban dobladas y apenas cubiertas por una ligera sábana.


Jade a su lado, trataba de ayudar en lo que podía.


- ¿Dónde está el cuarto de baño? – preguntó con premura, sabiendo que quedaba poco tiempo.


- Es la puerta de la izquierda – respondió la enfermera mirándolo por unos segundos.


Niall asintió y entró a la habitación. En pocos minutos regresó a la habitación, después de haberse lavado las manos de forma concienzuda, un par de guantes lo esperaban para su uso en manos del mismo empleado que lo había conducido ahí.


- El bebé apenas está coronando – anunció Jade.


- ¡Bien! – Asintió el rubio, colocándose frente a las piernas del futuro padre– Harry… - comenzó hablar con voz tranquila – Necesitó de toda tu cooperación para este trabajo… Sé perfectamente que esperabas a tu médico y que este no pudo llegar… Solo te pido que confíes en mí.


El joven doncel asintió varias veces, en reflejo de su estado exaltado a causa del parto.


- Lo sé… gracias… - respondió con voz entrecortada, al tiempo que Jade le sostenía con fuerza una mano - ¿Louis…? ¿Ya le avisaron…? – miró a la enfermera y después a Niall para ver su reacción.


El fingió que no había escuchado la demanda de Harry. Lo que menos deseaba era tener que enfrentarse a un Tomlinson en ese momento.


- Supongo que Zayn ya lo hizo – anunció Jade – Seguramente no tardará en llegar.


Harry asintió.


Niall se inclinó sobre las piernas dobladas de Harry.


- ¿Listo? – las aparto.


- Sí… ¡ahhhhhhh! – exclamó al sentir la oleada de dolor de nuevo.



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Innocent. You will receive what you deserve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora