CAPITULO XV

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- ¿Estás seguro que es lo que vas hacer?



La pregunta de Jade detuvo a Harry antes de abrir la puerta del pub del pueblo.



En ningún momento dudo de la sincera preocupación que escuchó en la voz de la enfermera, aun así se empecinó en entrar al establecimiento porque necesitaba respuestas a las dudas que tenía y sabía que ese sería un buen lugar para obtenerlas.



Más aún después del altercado que tuvo con Louis y en el cual él mostró su enfoque en relación al tipo de paternidad que deseaba. Y eso lo llenó de miedo y desesperación, por lo que la idea de ir ahí le parecía la mejor en ese momento.





¿Qué haría en un país desconocido? ¿Ser mantenido por el banquero? Por supuesto que ese no era su propósito, así que en cuanto regresó a casa después del intento fallido y al que se le llamó paseo para conocer los alrededores, se encerró en la habitación y haciendo uso del teléfono celular que Louis le proporcionó, se comunicó con Niall Horan, el hombre que podría decirle la debilidad del banquero; para citarlo ahí, dos días después que Louis Tomlinson partiera de regreso a ciudad capital y sin sospechar lo que el doncel se proponía.



Ahora ya estaba a las afueras del pub, después de haber salido de la consulta del médico que llevaba su control de embarazo y en un arranque impulsivo le comunicó al chofer que lo había llevado hasta ahí que iría a conocer parte de la cultura de Doncaster y que mejor que entrar al pub que con letras brillantes anunciaba su existencia, sin levantar sospecha alguna.





- No te preocupes Jade. No va a pasar nada con que entremos al lugar – trató de tranquilizar a la chica que con ojos llenos de aprehensión miraba por un ventanal el interior del lugar.





- Parece… parece…





- Un pub y si no mal recuerdo hay algunos en Los Ángeles.





La cabeza de la enfermera se movió de un lado a otro.





- El señor Tomlinson se va a molestar cuando se entere – comentó mostrando su poco interés en desobedecerlo – Y creo que cuando lo haga me va a enviar con los pies por delante de regreso a Estados Unidos.





Harry dibujó una sonrisa en su rostro tratando de tranquilizarla.





- Yo no le pienso decir, ¿tú sí?





- Oh, no… no es eso. Recuerda que ya estás en el octavo mes de embarazo y…





- No me va a pasar nada con el simple hecho de entrar.





Harry vio en ese momento que Jade cedía en el brillo de su mirada.





- De todas formas por más que trate de convencerte no vas a desistir ¿verdad?





La cabeza rizada asintió.





- Así es – y en ese momento abrió la puerta de madera.





Una ligera música llenó sus sentidos. A pesar que el lugar estaba oscuro, reconoció inmediatamente la cabeza castaña del veterinario, quién inclinado sobre la barra bebía cerveza de raíz directamente de un tarro de cristal.





Se dirigió hacia él sin vacilar seguido de Jade, quien miraba a todas direcciones.





- ¡Hola! – saludó Harry al plantarse al lado del hombre.





Niall depositó el tarro sobre la madera con un lento movimiento antes de girarse y verlo.





- Buenas tardes, Hazza – inclinó la cabeza en forma de saludo – Por un momento dudé que vendrías.





Los ojos celestes se posaron en la presencia de Jade y un ligero brillo se notó en ellos.





- ¡Hola, doctor Horan! – Saludó ésta sorprendida levantando una ceja en forma interrogativa a Harry - ¿Cómo ha estado?





El futuro padre se encogió de hombros al ver el gesto de la enfermera. No le había dicho el motivo real del por qué estaban ahí y hasta que vio al veterinario comprendió el juego del embarazado.





- Muy bien, gracias por su preocupación – respondió Niall, volviendo a enfocar el rostro del ojiverde – Me sorprendió tu llamada – comentó con sinceridad en la voz - ¿En qué puedo ayudarte?





- ¿Podemos hablar en otro sitio? – inquirió Harry con premura.





- Por supuesto – llamó la atención a una bella mesera para que los siguiera y tomando el tarro, guio a sus acompañantes a través de las mesas estratégicamente formadas hasta llevarlos a un privado.







El joven doncel tomó asiento en la silla que con caballerosidad le ofreció el médico. Cuando fue el turno de Jade, ésta se excusó diciendo que era mejor dejarlos solos.





La mesera cumpliendo su trabajo levantó la orden. Harry pidió un té y Niall se conformó con la cerveza que aún no se terminaba.





Hasta que no se marchó la mesera, inició la conversación entre ellos.





- ¿Y bien? – preguntó Niall con seriedad tomando asiento frente al menor.





Harry comenzó a buscar en su mente la respuesta más adecuada.





- Yo… deseaba platicar con alguien que no tenga injerencia con la casa Tomlinson.





Él contuvo el aliento antes de contestar.





- ¿Quién te asegura que yo no tengo “injerencia” en esa casa? – recalcó la palabra que Harry empleara con anterioridad.





- Por cómo se dirigieron Louis y tú el otro día – contestó con el corazón en un puño.





Los ojos celestes lo escudriñaron con detenimiento.





- Creo que has llegado al lugar equivocado – movió la cabeza de un lado a otro – Sea lo que sea que has venido a buscar, yo soy el menos indicado para ayudarte – se levantó con la intensión de retirarse.





En su desesperación, Harry lo sujetó del brazo.





- ¡Por favor!… ¡no te vayas!… ¡estoy tan desesperado que no sé a quién más recurrir!





Él se detuvo y miró el rostro pálido del joven. Se dijo que no debía estar ahí escuchándolo, pero algo se removió dentro de él que hizo que volviera a sentarse.





- ¿Qué es lo que sucede? ¿Qué tipo de relación tienes con Tomlinson? – lo acribilló, sin poder ocultar el descontento de sus palabras.





- Es muy difícil…





- Sí realmente quieres ayuda, necesitas primeramente sincerarte conmigo. ¿Qué está pasando? Es poco normal que un doncel estadounidense este por estos rumbos y más aun viviendo en casa de Louis Tomlinson sin que tenga una relación con él… - se detuvo en espera de la respuesta del futuro padre.





- ¡Es el padre de mi hijo! - contestó apresuradamente y el sonrojo se hizo presente en su rostro sin evitarlo.





- ¡En horabuena! – Niall levantó el tarro en señal de salud, sin ocultar el cinismo en el gesto.





- No… no… no es lo que estás pensando – corrigió con nerviosismo.





- Pues ahora entiendo menos – la cabeza castaña del hombre se movió de un lado a otro – No tienes una relación con él, pero es el otro padre de tú hijo.





Harry suspiró al darse cuenta que la historia contada por él parecía inverosímil.




- Sí, así es…


- ¿Entonces…?



La mesera llegó con la bebida de Harry y se marchó inmediatamente de ahí, sin prestar atención a la mirada que Niall le dirigió.





- Necesito saber la historia de vida de él…





Una carcajada salió de la garganta masculina.





- Definitivamente estas en el lugar equivocado… - respondió después de varios minutos.





- Pero tú lo conoces… puedes decirme…




- ¡No! – Exclamó el rubio dejando caer el tarro sobre la madera de la mesa – Lo siento mucho… pero no puedo ayudarte en lo que pretendes… - se pasó los dedos por su cabello, nervioso – Los problemas maritales que ustedes tengan no son de mi incumbencia.





El rostro de Harry se transfiguró por la sorpresa.





- ¡Es que no son maritales! – Gritó al ver que él se levantaba de nuevo de la silla, dejaba unos billetes sobre la mesa y se dirigía a la salida del privado – Ni siquiera fui amante de él…





Ante la revelación, Niall se detuvo, girándose para ver el vientre voluminoso del doncel, para después posarse la mirada en el rostro sonrojado. Estaba por completo sorprendido.





- Es una larga historia… - murmuró el ruloso, tratando de que él no viera la desesperación que le invadía. Pero sabía que era demasiado tarde. El cómo se desarrolló el encuentro en el pub le dio pie para que notara su estado vulnerable.





La cabeza rubia del hombre se movió de un lado a otro, negando las palabras que escuchó del Styles.





- Sea lo que sea que tengan ustedes, no puedo verme involucrado. Discúlpame…





- ¡Por favor…! – suplicó el menor.





Los hombros del hombre se encogieron, apenados.





- No puedo hablar… Hazza… di mi palabra hace mucho tiempo y sencillamente… no puedo hablar…





- ¿Qué te hizo? – demandó saber.





- Nada que el tiempo no pueda curar – se giró para avanzar, pero antes de llegar a la salida se volvió – Existen varias asociaciones ciudadanas en el pueblo donde asisten varios ancianos. Más de uno tiene muy buena memoria y quizá… solo quizás alguno de ellos tenga deseos de platicar contigo.





- ¿Cómo las encuentro?





- A la entrada del pub hay un tablero. Siempre se anuncian ahí.





Se marchó.





Temblando, Harry permaneció en el mismo sitio, mirando el poco apetitoso contenido de su taza de té.





Nada que el tiempo no pueda curar” – las palabras que pronunciara Niall hicieron eco en su mente. Las mismas que días antes dijera Louis.





- ¿Estás bien? – preguntó Jade al llegar a su lado.





- “Nada que el tiempo no pueda curar” – repitió Harry, tratando de encontrar una lógica a esa frase, sin lograrlo y sin escuchar el cuestionamiento de la recién llegada.





Pero no lo consiguió.





De lo único que estaba seguro era que ambos hombres cargaban un dolor muy grande.





Sintiendo como sus piernas temblaban, se recargó en la mesa para levantarse de la silla. Jade a su lado quiso ayudarlo, sin embargo el ojiverde se lo impidió.





- ¡Estoy bien! – respondió con poca seguridad.





Jade hizo caso omiso y lo sostuvo.





- ¿Qué vas hacer ahora?





- Necesito… necesito ver los anuncios del tablero.





Con pasos lentos, ambos se dirigieron a la salida del establecimiento. Se detuvieron frente al tablero y miraron los anuncios que había.





“Se busca jugador para la canasta” “El Club de Astronomía busca nuevos miembros. ¡Únete! No te arrepentirás de la experiencia”, “El club de Bingo cambia su horario de encuentro a las 7 de la noche. No faltes”.





- ¿Qué estás buscando? – inquirió la morena, sin comprender el por qué estaban leyendo los anuncios.





- Cualquier cosa que me haga comprender qué diablos sucede – respondió con sequedad el embarazado.





Sacando el teléfono celular que Louis le entregó, sacó varias fotografías de los anuncios.





Ninguna de las asociaciones se reunían esa noche, pero a la siguiente estaría preparado para asistir aunque sea a una de ellas.





Cuando guardaba el teléfono en el bolso de su abrigo, éste comenzó a sonar. Extrañado miró la pantalla y no reconoció el número que señalaba. Respondió extrañado.





- ¿Dónde estás? – Ladró la voz del banquero – Llamé a la casa y me informaron que no habías llegado aún.





En un gesto de rebeldía, Harry apagó el teléfono.





- ¿Quién era? – preguntó Jade.





- Número equivocado – contestó con voz tranquila, a pesar de que por dentro estaba temblando.





De nuevo, se comenzó a escuchar el timbre de un teléfono. Esta vez era el de Jade. Ella lo sacó presuroso de la bolsa de su abrigo.





- ¡No respondas! –Harry cerró su mano sobre el brazo de la enfermera.





La chica movió la cabeza de un lado a otro, sin comprender.





- ¡Es Tomlinson! – informó por fin Harry, después de varios repiqueteos del teléfono.





- Nos está buscando…





- Sí quiere hablar con nosotros, que espere…





Jade guardó el aparato en el bolsillo sin que éste dejara de sonar.





- Espero que sepas lo que estás haciendo – sentenció ella.





- Solo deseo que así sea.





Ambos salieron del pub y se dirigieron al vehículo que los esperaba a una cuadra, justo a la salida de la consulta médica.





Pronto se vieron de vuelta a la enorme casa, la cual se había convertido en una cárcel para Harry.





En cuanto llegaron, el mayordomo les informó que el señor Louis llamó buscándolos y que se comunicaría más tarde con ellos.





- Dígale por favor que me siento indispuesto – respondió el joven ante el comunicado.





Después se dirigió a la biblioteca y sacó un libro de los estantes. Por su título supuso que este le permitiría conciliar el sueño rápidamente. Cuando se iba a retirar de ahí, se percató de una característica del lugar y la cual no había percibido con anterioridad.





Se acercó a las altas paredes las cuales estaban adornadas con cuadros de generaciones anteriores de Tomlinson. Había parejas, hijos y señores. Se detuvo frente a la imagen de un hombre mayor y por la fecha de cuando fue hecho supuso que sería el padre del banquero.





Observó el cuadro con detenimiento, tratando de comprender el gesto seco del hombre y buscando un parecido al banquero. No comprendió el porqué de la sonrisa torcida del rostro masculino, pero sí encontró el parecido que buscaba.





Definitivamente era su padre y durante las pocas conversaciones civilizadas que había mantenido con Louis, sabía que éste ya había fallecido.





Siguiendo la línea de la pared, no encontró ningún retrato de la madre de él.





Apresurado, salió de ahí y comenzó a recorrer todas las habitaciones que conocía y a aventurarse en aquellas que permanecían cerradas. Caminó entre los pasillos, abrió puertas, revisó uno a uno los cuadros que las paredes mostraban.




Nada.



Nada.



No había ningún retrato de su madre.




Perplejo se detuvo en medio de un largo corredor tapizado de cuadros con antepasados de su hijo.



Nada.



Y las palabras que intercambio con Louis durante el altercado de hacía unos días aparecieron en su mente.




“- ¡Lo que tu deseas es una familia disfuncional! – le había dicho por completo sorprendido - ¡Sólo tú y mi hijo!



- Por supuesto – había asentido él sin dejar de mirarlo – La mitad de las familias en la actualidad son disfuncionales y no por ello los niños crecen infelices”



¡Eso era! – Exclamó la mente de él con júbilo - ¡Por fin encontró la pieza que falta…! Louis Tomlinson fue criado dentro de una familia disfuncional… Sin la presencia de una madre…



Por eso su poco apego al matrimonio… del error de casarse con una mujer como su prima… el no comprender la figura materna que él representaba en esa ecuación.



Solo mi hijo y yo”.



Simplemente, Louis Tomlinson nunca tuvo un modelo materno en su vida, ni una familia funcional donde desarrollarse.



Y ese descubrimiento lo dejó helado.


La tristeza que sintió por él le atizó el corazón.



Su única familia viva era el bebé que él llevaba en su vientre.



Y por fin comprendió por qué él necesitaba tenerlo cercas.



Pero esa no era razón para obligarlo a permanecer en Doncaster por tiempo indefinido.




Además estaba el misterio de su madre. Si ella hubiese muerto debería haber algún cuadro o retrato desperdigado por la casa y no había tal.



Entonces ¿qué había sucedido con ella?



Cabizbajo regresó a la biblioteca para ver con detenimiento el retrato del abuelo de su hijo.



Por más que les daba vueltas en su mente a las diferentes hipótesis que se le ocurrían, seguía sin comprender qué era lo que sucedió en el pasado del banquero y que lo tenía marcado en el presente.




Además estaba el otro cuestionamiento ¿Niall Horan estaba ligado con el pasado de Louis?




Sabiendo que tratar de adivinar más allá que lo que había comprendido hasta el momento podría confundirlo, movió la cabeza de un lado a otro.


Salió de la habitación y desde el pie de la escalera comenzó a gritar.



- ¡Jade! ¡Jade!



La enfermera se había ido a su habitación desde que llegaron del pub, pero le era importante hablar con ella.




- ¿Está temblando? – la cabeza morena de la joven se asomó arriba del barandal del pequeño balcón que formaba la escalinata antigua.





- Prepárate mañana, que vamos a salir por la noche – miró hacia arriba.


- ¿No crees que es mejor que avises a ya sabes quién?



Harry negó con la cabeza.



- Para lo que tengo preparado no es necesario.



Jade se encogió de hombros.



-  En fin… - suspiró - Después de todo solo me queda rezar para que no me despidan – se burló.





- No te preocupes, que eso no va a pasar.





Una risilla nerviosa se escuchó de por arriba de la escalera.





- Confío en ti, Harold. Solo hay que esperar que el bebé no decida nacer durante una de tus andanzas.








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- Nueve… rojo… - la voz proveniente de un altoparlante invadió el lugar atiborrado de personas ansiosas por llevarse un premio esa noche.





Harry junto con Jade revisó sus tarjetones del juego en espera de marcar el número anunciado.





- ¡Sin suerte! – exclamó la enfermera acongojado.





- Shhh – demandó Harry tratando de no perder la concentración en el juego.





Notando que no lograba la atención del rizado que en ésta ocasión usaba un beanie en color gris, los ojos de Jade comenzaron a divagar por el salón del ayuntamiento, donde se llevaba a cabo los juegos de Bingo. Una figura masculina recién llegada le llamó poderosamente la atención.





- El doctor Horan acaba de llegar – le susurró al oído del ojiverde.





Harry levantó la mirada y se encontró con los ojos celestes de Niall. Él inclinó su cabeza en forma de saludo y se fue a tomar asiento lo más lejos de ellos.





- Parece que se molestó mucho contigo – suspiró Jade.





El joven movió la cabeza de un lado a otro.





- Solo está supervisando que no atente contra su seguridad – dijo con pesar.





- ¿Seguridad?





- Es lo único que te puedo decir – se encogió de hombros y prosiguió a escuchar al organizador del juego.





Ambos se encontraban en una mesa, cerca del estrado. Rodeados de mujeres y hombres de la tercera edad. Harry había escogido el lugar porque este le convenía a sus fines.





Mirando a la anciana sentada frente a él, le sonrió. Sabía que cuando ellos le tuvieran la suficiente confianza podría comenzar su investigación.





- Señora Siller, se le olvido macar el número 14 negro – le señaló en un susurro.





La anciana sonrió.





- Gracias, jovencito. Creo que mi mente se está volviendo cada vez menos ágil.





- No se preocupe, señora Siller. Si se le pasa un número, yo le aviso – A su llegada al lugar se había encargado de presentarse con todos los compañeros de mesa y mentalmente se grabó uno a uno los nombres de todos ellos. Cosa que no le significó mucho esfuerzo.





- El doctor Horan está jugando… ¡qué cosa tan extraña! – señaló un hombre de cabello blanco y barba larga.





Varios ancianos miraron hacia donde les señalaron.





Los oídos de Harry se pusieron atentos en espera de algún comentario de parte de ellos.





- Seguramente no tuvo trabajo esta noche – comentó una mujer y cuyo nombre era Emily



.

- Lo más probable fue que se sentía solo en esa casa suya… - habló alguien más y cuya voz no identificó el rizado.





- ¿Hablan del veterinario del pueblo? – preguntó el ojiverde, ansioso de que los cotilleos no cesaran.





Varias cabezas blancas asintieron.





- Sí… por supuesto… claro que de él – fueron las distintas respuestas que recibió de parte de ellos.





- Es un hombre agradable – dejó caer el comentario para sacar hebra.





- Y nadie lo discute – asintió la señora Siller – Es un joven que ha podido salir de aquí por sus propios medios y sin ayuda de nadie… y aun así decidió volver…





- ¡Por qué no le quedaba más remedio! – señaló un anciano.





- ¿Por qué? – preguntó Harry.





- Esos Tomlinson se han encargado de hacerlo siempre menos – externó Emily con censura.





La espalda del futuro padre se tensó y los ojos de Jade se clavaron en él, quién en toda la conversación había permanecido callado.





- ¿Qué tiene que ver el veterinario con los Tomlinson? – atacó la enfermera con voz dulce.





- Casi nada… - respondió una anciana con frialdad.





- Todo… - señaló alguien más.





La señora Siller tomó la mano de Harry y se inclinó sobre el doncel.





- Toda una tragedia – le dijo en confidencialidad, palmeándole la mano.





- ¿Tra… tragedia? – tartamudeó el joven.



.

Las cabezas de los ancianos asintieron al mismo tiempo.





- ¡Oh, sí! Una tragedia…





- El señor Tomlinson fue muy cruel con su madre…





- ¿La señora Horan? – inquirió Jade, volviéndose a meter en la conversación.





Todos negaron.





- Con la señora Tomlinson – respondió Emily.





- ¿Qué tienen que ver ambas mujeres? – preguntó Harry sin comprender nada.





- ¡Que son la misma! – señaló un hombre haciendo lo obvio, obvio.





Harry y Jade contuvieron el aire por la sorpresa causada.





- La difunta señora Tomlinson era estadounidense… igual que ustedes… - comenzó hablar la señora Ambrige – Una mujer muy hermosa…





- Se casó con el señor Tomlinson en uno de los viajes que él hizo a Estados Unidos… - continúo alguien más.





- Y después nació el joven Louis…





- Viva imagen del padre…





- Con excepción de los ojos que heredó de Johannah… - aclaró Emily.





- Sea lo que sea… - La señora Ambrige hizo un movimiento con la mano para que todos la dejaran continuar – Años después se avecinó lo peor en esa familia…





- Vino la tragedia…





- Un entrenador de caballos quedó prendado de la señora Johannah…





- Pero ella nunca le hizo caso…





- ¡Por supuesto! – una anciana la defendió – Pero los celos ya habían anidado en el corazón y en la mente de Mark Tomlinson.





- ¡Oh! – exclamó Harry sin saber que decir.





Todos asintieron de nuevo.





- El señor Tomlinson corrió a la señora Johannah de la casa… y le prohibió que volviera a ver a su hijo…





- Pero cuando lo hizo, él no sabía que ella estaba embarazada del joven Niall…





- Una pena… porque él es un Tomlinson hasta la medula de los huesos.





- ¿Por qué no lo reconoció? – preguntó Jade al ver que el rizado se quedaba sin palabras.





- Porque siempre creyó que era hijo del entrenador de caballos – hizo la observación el mismo anciano de la vez anterior – Y solo porque no se parece a ellos – hizo un gesto lleno de desdén.





- Pero la señora Johannah nunca quiso alejarse del niño Louis… y vivió siempre en el pueblo… esperando que un día Mark le permitiera verlo…





- Pero él no lo hizo. Se lo llevó a la ciudad capital en la primera oportunidad – señaló Emily.





- Y ¿por qué lleva el apellido Horan? – Jade inclinó la cabeza señalando al veterinario, quién agachado marcaba los números de su tarjetón.





Ya nadie de la mesa estaba poniendo atención al organizador. Todos estaban concentrados en la plática.





- Cuando el pequeño Niall tenía 14 años de edad, la señora Johannah que hasta ese momento había vivido sola y sin ninguna compañía masculina conoció a un buen hombre…





- Y él le dio su apellido… - señaló el anciano quisquilloso.





- Y la tragedia volvió a presentarse de nuevo en la vida de la señora Horan… - informó la señora Ambrige – A Bobby le diagnosticaron cáncer al poco tiempo y falleció.





- Precisamente creo que por eso la señora Horan… o Tomlinson murió de tristeza…





- Y le hizo jurar a su hijo que jamás abandonara el pueblo…





- Con la esperanza que ambos hermanos se reconcilien…





Y todos suspiraron.





- Pero eso nunca va a pasar… - dijo con acidez el anciano.





- ¿Por qué no? – lo miró Emily sin ocultar la furia.





Al parecer todos ellos deseaban un final feliz.





- Porque el joven Louis fue envenenado por su padre y él cree que Horan es producto del adulterio de su madre.





Todos en la mesa exclamaron una expresión de horror ante las sinceras y crueles palabras del anciano.





Los ojos de Harry se abnegaron en lágrimas.





- ¡No es posible!





- Pues lo es… joven Styles – el anciano se cruzó de brazos – Desgraciadamente esa familia esta maldita.





Un sentimiento de culpa comenzó a correr en el corazón de Harry.





Culpa por haber utilizado y mentido a los ancianos por no decirles de cuál era su relación con los Tomlinson, para conseguir la información que tanto deseaba.





Por su egoísmo mostrado por esa acción.





Culpa por haber lastimado a Niall durante el proceso de conocer a Louis.





Y sintió el enorme impulso de ir hasta donde se encontraba el ojiazul y pedirle perdón por haberle causado tanto daño. Pero la mano de Jade que se cerró sobre su brazo se lo impidió.





- Ahora no es el momento idóneo – le susurró ésta en el oído.





Harry asintió, sin lograr hablar ya que su esfuerzo estaba concentrado en evitar que las lágrimas recorrieran sus mejillas.





A pesar de que era ya demasiado tarde para excusar su comportamiento, sabía que Niall tenía razón. Sí se levantaba e iba hacia él despertaría las sospechas de todos los ancianos que tan amablemente le habían dado la bienvenida.





Se sentía tan vacío.





La imagen del banquero de cabellos castaños se presentó en su mente y comenzó hacer comparaciones entre ambos hombres. Definitivamente había gestos muy parecidos y los ojos… los ojos azules eran los mismos, con excepción de que los del magnate eran fríos, cínicos y los de Niall tenían más calidez a pesar de que por momentos brillaban acerados.





Un estremecimiento recorrió su espalda.





Louis… Niall… hermanos… separados…





Ellos eran una familia, a pesar que las circunstancias los habían alejado.





Su hijo formaba parta de esa familia destrozada por los celos y el orgullo.





Y su corazón se vio depositado en un puño.





La verdad que tanto había evitado analizar desde que vio la fotografía de Louis meses atrás, chocó contra los esquemas que se había formado del castaño. La verdad recién descubierta, vino a reestructuras sus concepciones de él.




Y para su desgracia… le costó reconocer lo que su corazón ya sabía.



Estaba perdidamente enamorado de él y eso lo convertía en un blanco fácil a sus maquinaciones.




Se llevó las manos a su vientre protegiendo por instinto a su hijo.



¿Qué sucedería a partir de ese momento?



¿Tendría él el valor de enfrentarse a Louis y exponerle que ya sabía toda la verdad de su familia?




¿Lograría la llegada de su bebé despertar el instinto familiar del banquero?


Porque lo único que tenía claro era que él poseía instinto paternal, pero no familiar.



¿Podría unir a los dos hermanos?



Las preguntas se agolparon en su mente, mareándolo por un instante.



Cabizbajo, esperó que la velada terminara hasta que el organizador del evento anunció el último juego. Con la mente entumecida tomo el nuevo tarjetón que Jade había comprado para ese juego, pero los números danzaron ante el rizado.




Se le hicieron eternos esos últimos minutos y suspiro agradecido cuando cada uno de los presentes comenzó a dirigirse a la salida del lugar.



Por un momento, creyó que Niall se había marchado antes porque dejo de ver su cabellera de entre la multitud, y buscándolo lo encontró saliendo del cuarto de baño.



Se dirigió hacia dónde estaba el hombre, mientras Jade en una distancia prudente observaba.



- Lo… siento… - comenzó hablar Harry con el corazón…



- ¿Ya estás contento? – preguntó él con el dolor reflejado en su rostro, sin dejar de avanzar.




El ojiverde comenzó a caminar detrás de él.


- Yo… no tenía idea…



- ¡Déjalo! – se giró él con evidente furia.



Harry se detuvo perplejo.



- ¡Ya tienes lo que deseabas! ¿No?





- Yo… yo…





- ¡Déjalo, así…! Nos harás un favor a todos…




Entonces él se alejó de ahí, dejando al Styles con el deseo de alcanzarlo y borrar de su corazón el dolor que le causo su padre.




Y deseo hacer lo mismo con Louis.



Pero no era posible y no sabía cómo poder llegar a ese punto.



Sintiendo la tristeza de los dos hombres en su corazón, se dirigió a donde se encontraba Jade, quién lo recibió en un abrazo.


- En muchas ocasiones es mejor dejar el pasado atrás – se aventuró a decir la enfermera.





Harry no estaba de acuerdo con ella, aun así permaneció abrazado a la chica.





Ya tendría oportunidad de demostrar que las heridas provocadas en el pasado podían ser curadas, pero ¿cómo?




Poco después, regresaron a la Mansión Tomlinson. Durante el camino de regreso ninguno habló. Lo descubierto los había dejado pensativos, sin poder externar lo que pensaba cada uno de ellos.
Jade sabía que su situación como enfermera de Harry se estaba tambaleando, por la tozudez de él para no informarle al banquero de sus movimientos. Aun así, se aseguró que lo que hacía en apoyo del futuro padre era lo correcto. Más aun cuando él se encontraba en una situación precaria y en un país desconocido.



Los pensamientos del embarazado, al contrario, estaban centrados en la imagen última que vio del veterinario.




Él sufría… pero también lo hacía el banquero al tener la idea errónea de que su madre lo había traicionado, abandonado y procreado un hijo con su amante… cuando ninguno de esos casos era verdad.





Niall y Louis eran inocentes de las decisiones equivocadas de sus padres.


Igual como el bebé que en poco tiempo nacería.


Y lo peor de todo era que estaba enamorado del banquero y sin posibilidad alguna de ser correspondido.



Y con el constante peligro de que sí sacara al bebé de Inglaterra perdería la patria potestad de él.



- Parece que tenemos visitas – comentó Jade con voz apagada, cuando el vehículo que los transportaba se detuvo frente a la enorme casa.



Obligado a responder, Harry miró a través de la ventanilla y se dio cuenta que las luces del primer piso de la mansión se encontraban encendidas.



- Seguramente fueron los empleados – señaló, sin el deseo de averiguar quién podía estar esperándolos.



Minutos después se encontraron en el vestíbulo, quitándose los abrigos cuando la puerta de la biblioteca fue abierta.




- Ya era hora que regresarás – la voz del hombre que surgió de entre las sombras hizo que un estremecimiento recorriera el cuerpo del doncel embarazado.




- Buenas noches, Louis – habló después de varios segundos en los cuales trató de tomar conciencia de los recién sentimientos descubiertos hacia él – Llegaste antes de tiempo – susurró sin enfrentar la mirada recriminatoria del castaño.



- Demasiado tarde, tomando en cuenta que no has respondido a ninguna de mis llamadas – señaló con frialdad, cruzándose de brazos.

- Hemos… - miró a Jade antes de continuar – estado ocupados – suspiró.


Los ojos del banquero se posaron en el rostro de la enfermera, quién no pudo evitar sonrojarse.



- He cumplido con mi trabajo – se defendió ante la dura mirada.




- No lo dudo – respondió él con desdén – Si no es mucho pedir, ¿puedes dejarnos solos?




Ante la rudeza de las palabras, Jade no tuvo más remedio que retirarse no sin antes tocar el brazo de Harry y susurrar con voz poco audible:



- ¡Animo!


La cabeza rizada del joven asintió y después se dirigió hacia con Louis, quién se había hecho a un lado para permitir que el ojiverde entrara a la biblioteca.



- ¿Qué diablos intentas hacer al no responder mis llamadas? – atacó el hombre en cuanto cerró la puerta.



Sin responder, Harry se dirigió a un sillón para tomar asiento. Se sentía tan cansado y lo peor de todo era que no podía disimularlo. Las noches de insomnio causadas por su estado de gravidez, aunado a la situación especial que estaba viviendo, comenzaron a cobrarle factura.





- Dejar de estresarme – contestó en cuanto levantó la mirada, después de tomar asiento.





Vio como el castaño se dirigía con paso largo a un pequeño bar ubicado al extremo de la habitación y tomada de ahí una copa, que por la cantidad de contenido, le dio a entender al doncel que había estado bebiendo con anterioridad, mientras lo esperaba.





- ¿Te has dado cuenta de mi preocupación por ti? – los ojos azules lo escudriñaron cuando se giró a verlo.





- Nada extraordinario ha pasado en los últimos días. No veo donde nace tu preocupación – respondió sin alterarse.





- Eres un niño, ¿verdad? Que solo busca alterarme – señaló él con frialdad.




Harry miró un punto vació antes de responder, sin tener la fuerza necesaria para la confrontación que se avecinaba.



- Lo qué sea que quieras hablar conmigo ¿podemos hacerlo en otro momento?



La furia se vio presente en los ojos del banquero.




- El mejor momento es ahora – se colocó frente a él – Tú mismo provocaste esta situación con tu negativa de tomar las llamadas – dibujó una sonrisa torcida - ¿Cómo te fue en el Bingo? – preguntó con desdén.

Los ojos esmeraldas de Harry se agrandaron por la sorpresa.



- ¿Cómo lo supiste? – inquirió asombrado. Un taxi los había recogido y el mismo taxi los había llevado de vuelta a la casa. Así lo había planeado para que él no se diera cuenta. Pero al parecer, las paredes que lo rodeaban estaban llenas de oídos o ¿habrá sido algún empleado que al escuchar de sus planes le informó?



Una carcajada proveniente de él llegó a sus oídos, provocando que sus sentidos salieran del letargo que el cansancio había causado en el rizado.



- Tengo mis mañas – tomó parte del contenido de la bebida alcohólica.



- Deberías encaminar tus “mañas” para hacer cosas de mayor provecho – respondió el menor sin poder evitarlo.



- ¿Cuidar al otro padre de mi hijo, no es considerado por ti como algo de provecho?



Al ver como tergiversaba las cosas, el menor se apresuró a añadir:


- No cuando lo haces con una doble intensión.



- ¿A qué te refieres? – Él se acercó a donde se encontraba el rizado, con pasos ágiles, demandando que aclarará su comentario – Por tu comportamiento me vi en la necesidad de dejar todo en la capital para ver con mis propios ojos a qué diablos estás jugando. Así que aclárame lo que acabas de decir.



- Te agradezco enormemente la preocupación que te he acusado – respondió haciendo caso omiso a las palabras de él.



Louis lo tomó de los brazos y lo obligó a levantarse.



- ¡No estoy jugando, Harry! – advirtió.



- Lo sé y lo siento, Louis – por fin tuvo el valor de mirarlo directamente a los ojos – Pero debes entender cómo me siento con todo lo que está pasando. Para mí no es fácil estar aquí… frente a ti… tratando de fingir que no pasa nada… cuando… cuando… tienes el firme propósito de quitarme a mi hijo – conformé hablaba la desesperación fue acrecentándose en su tono de voz haciendo evidente su vulnerabilidad.



Sin percatarse que el banquero comenzó a recorrer un dedo por la mejilla del rizado, hasta que fue demasiado tarde.



Un choque eléctrico golpeo el cuerpo de Harry por la sorpresa de ese gesto. En un impulso, dio varios pasos atrás, alejándose de su contacto.



Los ojos azules se entrecerraron.



- ¿Tanto hastío te ha provocado la caricia? – inquirió Louis, con voz controlada.



La cabeza de Harry se movió de un lado a otro, con vehemencia.




- No… no… - deseaba abrazarlo, fundirse en su pecho… pero no tenía derecho. Como forma de controlar sus manos temblorosas, se abrazó a sí mismo – No… no… - volvió a murmurar. Sentía como todo a su alrededor comenzaba a darle vueltas.



Trató de aferrarse al brazo del diván, evitando no caer.



Pero los brazos de Louis fueron más rápidos que él. En un segundo se vio elevado por los aires.





- ¡Respira profundo! – ordenó el magnate, saliendo de la biblioteca con pasos largos y seguros, a pesar del peso de Harry.





Harry llevaba los ojos cerrados. Creía que si los abría terminaría por esconder su rostro en la atractiva curva del cuello masculino para respirar su aroma.





- ¿Qué sucede? – la pregunta alarmada de Jade llegó a él, desde un punto indeterminado.


- Sufrió un mareo – señaló Louis con voz aprensiva.



- Hay que recostarlo en la cama…



Sintió el movimiento de ir subiendo la escalinata y poco después la frescura de las sábanas contra su espalda. En ese momento tuvo el valor de abrir los ojos. Nada de su alrededor comenzó a moverse, su único foco de atención era el rostro de Louis que se retiraba de él.





- Necesito tomarte la presión – habló Jade haciendo que Harry parpadeara varias veces, para después evitar la mirada azulina del hombre y que tanto lo hechizaba.





- Estoy… bien… - trató de hablar, pero su voz surgió de la garganta en un susurro.





- No lo estas, bien sabes que un mareo no es normal en tu estado de gestación – la voz masculina llegó a su cabeza como una ola cálida, llena de preocupación. Por un momento creyó que en realidad él era la causa de que Louis estuviera así, pero poco le duró el gusto. Harry mismo se desengañó al tener el pensamiento de que al británico solo le importaba la salud del bebé.




Su brazo derecho fue descubierto por Jade, para después colocarle el aparato médico.





El silencio se hizo presente en el lugar, mientras la enfermera escuchaba a través del estetoscopio.




- La presión está bien – anunció después de un momento.



Harry creyó ver un gesto de tranquilidad en el rostro masculino. Pero este pronto fue sustituido por una máscara.



- Independientemente de lo que has estado haciendo durante mi ausencia, será mejor que bajes el ritmo de tus salidas – anunció él con frialdad. Sin esperar a que la joven saliera del lugar.



Harry levantó la barbilla.





- ¿A qué tienes miedo, Louis? - la pregunta salió de su boca sin poder detenerla.



Los ojos azules se entrecerraron. Jade se apresuró a guardar en un maletín los aparatos empleados y se dispuso a salir de ahí, no sin antes dirigirle una mirada de advertencia al rizado indicando que controlara sus palabras.



- Será mejor que me aclares tu pregunta primero – él se cruzó de brazos.



Parado a los pies de la cama, se veía imponente.


El labio inferior de Harry comenzó a temblar.




- Estuve hoy en el Bingo… como ya sabes… y escuché cosas… que comentaron ahí…



El rostro del hombre se transfiguró por la furia.



- Y como todo enano curioso, prestaste oídos…



- ¡No seas altanero! – exclamó en medio de un arrebato.



Louis cruzó la distancia que los separaba y se sentó en la cama, a un lado del rizado. Lo obligó a mirarlo directamente a los ojos, colocando la mano bajo la barbilla del menor.



- Tengo una idea clara de qué fue lo que escuchaste… - comenzó hablar pausadamente – Solo te advierto que no te metas en esto…



Harry sacudió la cabeza en un intento de soltarse de su amarré.



- ¡Niall Horan es tú hermano!… - gritó.



Los ojos azules lo atravesaron, la frialdad de ellos dejó petrificado al doncel.



- Escúchame bien… idiota… - el cinismo se presentó en sus palabras, al tiempo que lo atrapaba contra la cabecera de la cama – Ningún cuchicheo que hayas escuchado hará que reconozca que ese hombre es mi hermano… porque no lo es… así que te recomiendo de que olvides el asunto a razón de ya…





A pesar que el cuerpo de Harry temblaba, no bajó la guardia.





- No lo voy hacer… Niall… es tío de mi hijo…





- ¡Y yo su padre! – el poco control que le quedaba, explotó en aquella exclamación.





La espalda de Harry golpeó contra el cabecero. Sus ojos reflejaron el miedo ante la respuesta de él.


Pero ya no tuvo oportunidad de defenderse ante sus palabras.



La boca de Louis se apoderó de él, atacándolo, mancillando el orgullo que poseía. Sus labios se abrieron en una respuesta involuntaria, sumiéndolo en el mar de sensaciones que hasta ese momento le eran desconocidas.

No quiero verte con él porque me muero de celos de tan solo imaginármelos juntos. Porque en éste poco tiempo me has hecho sentir algo que creí muerto en mi interior”



Sintió como se internaba en un agujero oscuro y se vio en la necesidad de aferrarse a los hombros masculinos para no caer en el hoyo de sentimientos que su mente creaba.



El fuego comenzó a recorrer su cuerpo en oleadas cálidas de placer, causando que su respiración se volviera entrecortada.




La lengua de él entro en su boca, jugueteando con ella y Harry no pudo resistirse a su juego erótico que con movimientos determinantes exigían respuesta de parte del castaño.


Pero todo termino tan abruptamente, igual como comenzó.



Él se alejó del menor. Harry sintió un gran vació en sus manos, en su corazón, en su cuerpo.



Con los labios hinchados por el beso, lo miró con los ojos abnegados en lágrimas, tratando de controlar y recuperar la poca dignidad que le quedaba.



- Mañana parto de regreso a la capital – anunció él, dejándolo perplejo. Como si no hubiera pasado nada entre ellos. Como si el beso compartido no hubiese existido, ni las sensaciones que el provocó en ellos.



El ojiverde no habló. No podía hacerlo. La frialdad mostrada del hombre se lo impedía.


Desde su lugar observó cómo Louis se levantaba del lecho y volvía a poner distancia entre ellos, parándose a los pies de la cama.



- Estoy en medio de unas negociaciones muy importantes y me resulta imposible alejarme de ellas por más tiempo…



Harry solo atinó a asentir.



- Pero el fin de semana, regresaré y permaneceré aquí hasta el nacimiento de nuestro hijo…



Un estremecimiento recorrió el cuerpo del doncel, sin poder controlarlo.


Él estaba poniendo una barrera entre ellos, causando que un sentimiento de desdicha se colocara en su corazón.



- Y aléjate de Niall Horan antes de que yo mismo te obligue a apartarte de él.



Con esas palabras, Louis se marchó de ahí, dejándolo en estado de shock.


Cuando la puerta se cerró tras él, Harry no pudo contener por mayor tiempo las lágrimas y éstas comenzaron a recorrer sus mejillas, mojándolas.



- Te amo – susurró en medio de la habitación.



- Te amo tanto – repitió a la puerta cerrada.




CONTINUARA…

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