El avión aterrizó en Alemania, genial. Estaba a unos mil kilómetros de Londres por la menos ya estaba más cerca.
Berlín era una ciudad moderna, con edificios altos y casas bien construidas pero igual tenía desventajas. Hacia mucha humedad y estaba colapsado de gente. No me gustaba pero no teníamos opción. La compañía nos aviso que despegaríamos a media noche y teníamos todo el día para recorrer la ciudad. Revise mi reloj de mano que marcaba la 1:15 y no sabía a donde correr. Decidí preguntarle a una pareja hacia donde se dirigían.
-Eh hola.
-Hola.-Me saludó cordialmente una muchacha de estatura baja, morena.
-A donde van?
-No sabemos, no conocemos Alemania nunca habíamos viajado acá.-Me contestó su... esposo?
-Oh, los puedo acompañar? estoy sola y no me imaginaba esto.
-Claro.
Me adelanté a ellos para observar cómodamente el paisaje que ahí yacía.
La mayoría de la gente era de tez clara, lo que provocaba que yo me viera un tanto extraña.
-Como te llamas?
-Louise.-Respondí sin mirar a la chica.
-Mi nombre es Ariadne, el es Albert.
-Un gusto.-Dije observando un puesto de pan, clásico, como las pinturas o fotos viejas. Europa era un lugar, viejo, elegante, pero viejo por todos sus aspectos.
-Louise de dónde eres?-Preguntó Albert, trataban de sacarme plática y eso me irritaba.
-Londres. Y ustedes?
-Francia.
-Y por que se dirigen a Reino Unido?-Esta vez cuestioné yo.
-Oh bueno... tenemos hijos en Londres. Los dejamos con mi madre.-Típicos padres que dejan a sus hijos abandonados. Algún día no muy lejano estarán llorando porque un hijo se les murió a causa de las drogas.
-Um.-No supe que contestar.
-Fue bueno aterrizar aquí. Es un lugar hermoso.- Dijo Albert observando un lugar donde vendían flores al aire libre. Ariadne se sentó en una banca enfrente de una fuente de concreto. Albert se acercó a ella y le tendió un ramo de rosas de todos colores, naturales. Fue una escena romántica. Me ponía nostálgica, me recordaba a Harriet.
Duraron un rato dándose caricias y besos lo que me hartó y me levanté de ahí para adentrarme sola a la ciudad.
El lugar donde estábamos era rural y alejado de la ciudad, alejado un poco de Berlín pero seguía siendo Berlín. Caminé unos veinte minutos y observé la ciudad. Nada rural. Era una verdadera ciudad. La gente atareada y hasta el copete de casas y cosas y más cosas. Las luces de los autos me marearon y quise regresar pero ya no sabía como. La gente se me acercaba y me hablaba con ese acento rasposo y su idioma de trabalenguas. Yo no sabía que decir así que sólo corrí y no supe a que horas regresé a la escena rural. Todo era totalmente, verde... no había ni una luz, todo era verde..
Volví a marearme y sentir náuseas. Me desmayé.
*
Desperté en el mismo lugar en el que me desmayé, los desmayos ahora eran seguidos y eso me preocupaba. Sentí un dolor en la cien, caí de mi lado derecho tal vez por eso.
Escuché un despegue. Mi corazón se paró. Sin pensarlo me levanté y corrí hacia donde se veía el avión. Mis mareos regresaban y no me importaba nada, solo corría por mi vida, por mi futuro, por lo que sea...
Llegué y pregunté si había alguien que hablara español, y lo había. Pregunte la hora y me dijeron que eran las once cincuenta, diez minutos para despegar. Me dolió la vida y no me di cuenta y caí de nalgas al suelo, renegué de dolor. Ariadne corrió hasta mi y me ayudo a levantarme. Me pregunto porque había huido y a donde. No le contesté gracias a que alguien ordeno que subiéramos al avión. Gracias al cielo.
Subimos y quise dormir un rato, pero los sonidos de las fallas del avión no me lo permitían, no dormiría en esas condiciones, tal vez moriría en ese momento y ni cuenta me daría.
Tardamos unas dos horas en llegar a Londres, bajamos rápido y me despedí de Ariadne y Albert, me pidieron mi teléfono y no de los di, porque no quería y porque no tenía. Así que de una despedida, dura para ellos, a mi me daba igual.
Arrastraba mis maletas en las calles pavimentadas de Londres. Las calles de mi niñez.
Traía las llaves de la mansión de Harriet en un pequeño bolso de mi maleta, tenían dos meses ahí.
Abrí las puertas y ahí estaba... en la penumbra. No habían muebles ni nada, solo una capa gris de mugre y polvo. Deje mi maleta allí y busque algo de dinero para llamarle a Hazz.
Encontré tres dólares, para tres llamadas.
Fui con Sofy. Una vecina de años de ahí que me había conocido y me había caído bien. Le pregunte si podía usar su teléfono.
-Claro que sí, pero me debes de dar dos dólares por cinco minutos.
Una trampa, pero no había otra opción. Marqué los números del celular y al quinto y último pitido, contestó.
-Hola?
-Hazz.
Un silencio y nada más se escucho de la otra línea, por un minuto.
-Sigues ahí?
-Donde estás?
-Ya estoy en Londres.
-Tengo que verte, estás en la mansión esa?
-Sí...- Un ruido se escuchó como que el celular se le cayó y se quebró, colgando la llamada.
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After The Dawn Larriet Stylinson.
FanfictionHarriet y Louise. Una historia llena de amor, tristeza, alegría, coraje, traición, sufrimiento y romance. "¿Qué es lo que pasará después de este día? ¿Qué es lo que sucederá esta noche? Nunca sabes que puede pasar... Después del amanecer." M...