Sus manos estaban frías mientras observábamos con detenimiento ese chliché en la televisión.
He de admitir, que había sido yo quien había elegido aquella película romántica insistentemente. Y me había equivocado, como las anteriores veces.
Supongo que lo hago para llevarle la contraria y verlo irritado.
Contemplar como se asedian sus ojos por el hastío que le provoca no entretenerse, en cierto modo, supongo que me transmiten cierta devoción.
Su musculoso brazo rodea mi cintura con tenencia mientras sonrío al notar su tacto sobre mi piel.
Llevamos tiempo juntos y el simple roce de su cuerpo con el mío, todavía sigue provocándome escalofríos.
Roto mi cuerpo con cuidado a su lado, sobre el sofa y quedo frente a él. Admirando las atractivas facciones de su rostro, reflejándome en él, como si estuviera frente a un estanque de agua cristalina.
Mis labios pueden reparar sus supiros, senitir que con ese involuntario gesto como es respirar, acaricia mis labios y me hace vibrar el alma, es algo increible.
Sin aguantar más esa coacción, subo mi mano hasta su rostro y comienzo a palpar sus mejillas. Diviso las pestañas de sus ojos temblar nerviosas y sonrío de nuevo.
Instintivamente, mi cuerpo se acerca más al suyo a la vez que su agarre se transforma en algo más usufructo.
Puedo ver la incipiente barba que comienza a crecer en su barbilla y la acaricio susvemente, amparando las palmas de mi mano a su vez.
Sus ojos se abren derepente y cierro los míos haciéndome la dormida. Mi mano ha quedado asentada sobre su pecho y puedo sentir los latidos de su corazón recorriéndome el cuerpo de una punta a otra.
Sus gruesos dedos se posan en mi espalda y me acercan a él con tremenda suavidad.
-No te hagas la dormida pequeña, se que no lo estás.-susurra contra mi pelo, una vez que me ha incorporado encima de su cuerpo.
Niego repetidas veces tapándome con mi pelo y estiro los brazos para rodear su cuello.
Su aliento choca en mi barbilla y un suspiro sofocado se escapa del fondo de mi garganta.
Sé que no es una buena persona, que ha hecho cosas infames, pérfidas y crueles, pero no puedo separme de él y dejar que otra persona pueda llegar a ver lo que yo veo en él.
No puedo, no puedo dejar escapar a la persona que me ha enseñado lo que es el miedo, la oscuridad y sobretodo la vida.
Si otra persona lo viera, lo temería y querría tenerlo lejos de sí, para que no la hiciera pedazos como lo hizo conmigo.
Pero lo que la gente no sabe es, que me destruyó a posta, para convertirme en lo que hoy soy.
-¿En qué piensas?-pregunta acariciando con su pulgar mi labio inferior obligándo a mi cuerpo a estremecerse.
-Estaba pensando en tí, en como hemos cambiado, en lo que nos hemos convertido- fijo mi mirada en sus labios y porfín, confieso- y en las tremendas ganas que tengo de tí.
No la aguanto. A la presión. Me consume mientras hablo y no lo beso, no lo toco y no lo siento.
-¿Quieres que vayamos a la habitacion?-indaga apartando un mechón rebelde de mi frente.
-No, hoy no.
Asiente y con un brusco movimiento inesperado me coloca bajo su cuerpo.
Sabe muy bien lo que quiero, lo que necesito, añoro y anhelo.
Su calor da rienda suelta a mi piel, que se turba cada vez que lo siente, ardiente, abrasador y tórrido como el fuego.
Y no es malo que me guste como quema, si no que no me dé cuenta de como me derrite.
Mientras pienso en lo bien que sabe hacerme sentir, la ropa ya se encuentra esparcida por el suelo de nuestro pequeño y acogedor salón, formando un huracán de recuerdos y sentimientos.
Su tacto se adueña de mi cuerpo y de mí, envolviéndome por completo a la vez que hiendo mis uñas en su espalda, marcándole, sellándole, dejando mi huella en sí.
Pero quiero más.
Mis piernas lo rodean y lo acercan completamente a mí, forzándole a amparar mi deseo de tenerlo aquí y ahora, en mí.
Como la noche, ambigua, azarosa y acogedora, no contesto a sus bisbiseos, pero los movimientos de mi cuerpo bajo el suyo dejan claro lo que siento.
Llego al éxtasis, sus brazos me aferran y embriagan mi hielo.
Me ha convertido en llamas de nuevo.
Lo que significa que, lo hemos hecho como la primera vez que nos conocimos por completo.
