III

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Abrí los ojos de golpe al escuchar un terrible ruido haciéndose eco por toda la habitación. Confuso y molesto, giré la cabeza a los lados buscando el origen de aquello y vi una luz trémula sobre la mesita de noche. Mis neuronas empezaron a conectarse y hacer su trabajo, y reconocí entonces el tono de alarma del móvil. Desperezándome un poco primero, llevé una mano al aparato, mirando con pena casi la hora que marcaba. Me sentía aún cansado. Y hoy tenía que madrugar para echar una mano con...

Abrí los ojos de golpe, viendo que eran las diez de la mañana ya. ¡Se supone que había quedado en estar a las nueve en pie para ayudar! Me mordí el labio, entrando en pánico, pensando en las broncas que me iban a caer. Pero, mientras miraba de manera casi perdida la pantalla de mi teléfono, vi algo que me llamó la atención sobre el botón rojo: una nota de apenas unas palabras.

Hora de levantarse Bello Durmiente ;)

Abrí los ojos aún más de lo que los tenía y me llevé la mano a la boca de golpe, sintiendo un calor recorriéndome las mejillas. ¿Acaso...?

Al apagar la alarma, al fin, me saltó una notificación que me quitó todo posible rastro de duda.

Kenny:

Hey Leo buenos dias! B)

Dormiste bien?

Stan y el resto saben que llegaras tarde asik ni te rayes x eso

T e cubierto el culo espero k me lo agradezcas :V

Es broma es broma... xddd

Ah eso si

Si quieres desayunar date prisa xk cierran a las 11

Te espero abajo! :D

Tuve que dejar el móvil a un lado un momento para poder taparme la cara con ambas manos y soltar un sonido deshonroso. ¿Por qué tenía que ser así de... todo? Miré de nuevo la pantalla con una absurda sonrisita y tecleé una respuesta a la velocidad del sonido casi:

¡Buenos días! He dormido tan bien que no quiero salir de la cama ahora D:

Y sí, te debo una, Ken :D

Bueno, voy a ducharme y a cambiarme antes de bajar a desayunar.

¡Te veo luego! :)

Salí de la cama de un salto y, canturreando feliz, me dirigí al baño. Iba a ser un día magnífico, iba a estar bien con Kenny e iba a pasármelo en grande en la despedida de soltero con los cuatro. Me estaba bajando los pantalones, cuando, de repente, un pensamiento me invadió. Confuso, miré la ropa del suelo que me acababa de quitar: era mi pijama. Arrugando ligeramente el entrecejo, me acerqué a la puerta y, aunque estaba completamente solo y las persianas estaban cerradas, saqué apenas un poco la cabeza por el marco de la puerta, consciente de que estaba casi desnudo ahora.

Efectivamente, mi maleta estaba en el suelo, justo donde la dejé, pero... abierta.

Esta vez sí que sentí cómo me ponía rojo en un abrir y cerrar de ojos. Me dirigí con paso atropellado a la ducha, quitándome como pude la ropa interior antes de encender el agua, importándome bien poco que saliera demasiado fría.

Habiendo vivido toda la vida con un padre tan sumamente estricto como el mío, tenía más que aprendida la lección de cerrar siempre, siempre todo lo que abría.

HANAHAKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora