OO3 | He.

11 2 0
                                    


Pasados los días, dejé de lado mi consciencia para poder estar junto a ti mientras me hablaba el corazón. Pese a que mi mente me decía que eso estaba mal, mi corazón sólo decía "no tienes nada que perder". 

Llegó un día en el que actuaste raro, y te alejaste de mi; en ese momento, sentí el miedo por primera vez recorrer en mi. Yo no quería perder tu amistad, me había acostumbrado tanto a ti que me parecía imposible el separarnos así como si nada. Yo no lo quería. Pero todo cambió ese mismo día; ahí, supe que sí se podía cumplir los sueños.

"Dice él que le gustas, que si quieres salir con él".

Una explosión de emociones arremolinaron mi estómago; no sabía si estar feliz, contenta, enojada, frustrada, o emocionada. Tal vez no podía elegir sólo uno porque sólo podía quedarme sorprendida por tal confesión que vino así de repente. No mentiré, me sentí emocionada al saber que mis sentimientos eran recíprocos; ¡no estaba loca! Era verdad todo lo que veía que llegue a pensar que sólo era un sueño. 

Mi corazón decía "Sí ¡hazlo!" y estaba de acuerdo con él, pero sólo había un pequeño detalle: mi consciencia no estaba de acuerdo. Fue ahí donde entré en una pelea de emociones, y ya no estaba segura de qué era lo correcto. Sabía que lo quería, pero también recordaba las palabras que alguna vez mi madre dijo: "Una vez se me confesaron, pero en lugar de ser quien yo pensaba, fue su amigo el que me dijo, y eso me enojó. ¿Acaso debe de mandar a otro para confesarse? Por eso le dije que no".

Razonando las palabras de mi madre que me había dicho un día cualquiera de sus aventuras de romance, tenía razón. Debería ser él quien debía de decirlo, no su amigo ni nada de ello. ¿No tenía los pantalones suficientes para decírmelo? 

"Dile que no, que sí quiere que sea su novia, que venga a él a decirme"

No sé si había cometido un error, pero una cosa si había dejado en claro; yo no soy cualquiera como para que salieran con semejante tontería. Me di a respetar pese a que así alejé mi oportunidad de estar juntos. Preferí mi dignidad antes que a él, y eso fue mi martirio por toda mi vida. Y mientras me seguía muriendo de amor, seguí con mi orgullo en presencia.

Recuerdo que era en diciembre cuando creí que jamás extrañaría a alguien. Nunca había deseado tanto el regreso de una persona. Y creí, que mientras más pensara en ti, regresarías de nuevo.


  Fue bonito mientras me lo creí.  

HeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora