Cuando dos mundos chocan

Sencillo y complejo.

Un largo zumbido.
Un movimiento brusco e Izal se sentó.
Estaba desorientado, sudado y aturdido.
~¿April?~
Sus pensamientos se escuchaban en todo el cuarto.
El reloj marcaba las 10:24 am.
Las cobijas estaban tiradas por un lado.
Esta vez lo gritó: —¿¡April!?.
Estaba mareado, aturdido.
Aún descalzo y con los "chinos" alborotados se puso de pie poniendo gran esfuerzo en no caer.
Caminó hasta llegar a la puerta que daba hacia afuera del cuarto y la abrió de inmediato, entre tropezónes y desequilibrio fue por algo de agua a la cocina, abrió el refrigerador de color plata y de la puerta más grande sacó una jarra pequeña de vidrio con diseños de flores color morado y bebió de la misma. Como no tenía tanta agua, dejó un poco y se la echó encima desde la cabeza hasta que escurriese por su espalda y sacudiera aquellas sensaciones. Se dejó caer de un sentón y reposó recargando su espalda en los cajones inferiores de una alacena de madera, cuidando no romper la jarra la dejó a un lado suyo.
Minutos después aquellos síntomas estaban desapareciendo.

—¿Que mierda significa eso?— decía en voz baja. El tenía la costumbre de hablar para si mismo sobre cualquier cosa que le estuviese pasando sin importar el lugar o las personas que lo mirasen, pero la diferencia ahora era que estaba en la comodidad de su cocina sin nadie a su alrededor.

—¿Porqué querría besar a April?—.
—Y… el lugar ¿Acaso era la feria?—.
—Nada de esto tiene sentido, comienzo a preguntarme si usar el "Polvo" fue buena idea  y algo aún más extraño es, ¿porque de repente estaba en el Mirador?

El mirador era un lugar no muy lejos de su casa, el cuál estaba a unos minutos de la escuela en la que estudia April.
Era un lugar alto, una especie de monte que conducía a una cima en donde se hallaban varios departamentos para gente adinerada, zona a la cuál se podia llegar por un sendero marcado por las muchas personas que vivian ahí conocido como el camino largo; lleno de pasto y flores pequeñas, e incluso un pequeño manatial en algún lugar de la pendiente. Aunque habian otras que preferían usar la carretera y las banquetas que eran más accesibles.
Izal conocía el lugar debido a su última exnovia, la cual vivía cerca de aquel sitio. Una tarde en que regresaba a su antigua casa en donde ahora viven su madre y hermano, el quiso caminar hacia esa dirección pensando en que talvez sería un lugar perfecto para recolectar el "Polvo para soñar"; pero no sólo era eso, sino que se habia percatado de que la vista hacia el cielo era increíble desde aquel punto: en las mañanas se podría ver uno de los amaneceres más hermosos, por las tardes un atardecer sin comparación y por las noches (mientras hubiera un cielo despejado) las estrellas danzarían deleitando la vista de cualquiera que las mirase.
A menudo el iba a ese lugar a recostarse y relajarse ya que siendo sólo el y los residentes de la zona quienes conocian aquel pequeño secreto era perfecto para pasar una tarde mirando aquel teatro natural.
De eso que el le llamara "El Mirador".

Después de haber realizado un intento casi nulo por comprender el significado de aquel sueño premonitorio, Izal se levantó del piso de la cocina y puso en marcha su domingo.

                                          ~¤~

La fila para atender a la clientela de la cafetería era larguísima. Afortunadamente Izal llegaba antes de que creciera tanto.
El acostumbraba ir todos los domingos que tuviese libres a beber un café frío por las tardes y mirar al exterior sentado en una mesa  situada al lado de una ventana bastante grande en donde se apreciaban muchísimas cosas interesantes, a una plaza que estaba a 15 o 20 minutos de su casa. Solía ir ahí con su padre antes de que se fuera a algún lugar lejano a buscar mejor oportunidad de trabajo, posteriormente  desarrolló esta costumbre como algo que ya tenía grabado; ir a esa plaza a relajarse cada fin de semana ya estaba agendado. De hecho fue hace casi 3 meses, un par de semanas después de haber regresado a clases posteriores a unas vacaciones aburridas que empezó a hacer de esto, un hábito.