Capítulo 4: El principio del fin

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Erik entró refunfuñando maldiciones por lo bajo, sabiendo que nadie sería capaz de oírlo de igual manera, puesto que la casa se encontraba totalmente vacía a aquellas horas ya avanzada la noche. Se quitó la sudadera y camisa con cuidado para rozar lo menos posible la quemadura que Alois le había hecho en el brazo derecho, aún le escocía bastante, y sabía que ese dolor le duraría al menos hasta el día siguiente.

Fuera, el suave sonido de las olas del mar parecía estar arrullándolo, intentando calmarlo. El muchacho vivía en la playa junto a su madre. Ambos habitaban en una casa construida con grandes bloques de tierra que los mantenía a salvo tanto del frio como del calor, así como también del viento proveniente del océano. La construcción en si era bastante simple y formaba parte de la comunidad que habitaba en la playa, mayormente Normales o personas que controlaban Agua. Muchos se dedicaban a la actividad de la pesca, y aunque a Erik eso no le atraía demasiado si debía aceptar que era un lugar más que excelente para practicar con sus poderes.

Al llegar a su habitación de deshizo también de su pantalón y sus zapatos, y se observó frente a un espejo. Tenía algunos arañazos por los intentos de su amigo de apartarlo y alguna que otra quemadura apenas notable en el cuerpo, pero al llegar al brazo derecho es donde las cosas se ponían feas. Una marca con la forma de la mano de Alois, roja y dolorosa a simple vista, yacía allí marcada. Erik no recordaba exactamente el momento en que su amigo había logrado aferrarse a él de manera tal de dejarle pedazo de marca... pero lo que si sabía, era que este no se arrepentiría en lo absoluto y que probablemente tampoco se disculparía, y a Erik aquello en realidad no lo molestaba demasiado, conocía de sobra a Alois, y si su amistad aún seguía viva no era gracias al temperamento o al orgullo de ambos, sino al esfuerzo de sus amigos para que no se maten debido a algún desacuerdo.

El pelinegro claramente debía darle especial agradecimiento a su primo Vincent, quien a pesar de no ser mucho más grande que el resto de ellos, había tomado una notable posición de casi líder o moderador dentro del grupo. Vince era claramente una de las personas a las que más respeto le tenía, ¿Cómo no tenerlo? Era uno de los mejores guerreros, y sin dudas, el más carismático. Su primo sería capaz de convencer a alguien de cualquier cosa, incluso sin pruebas de ello, y estaba más que seguro que había utilizado aquella técnica más de una vez con él para ahorrarse alguna discusión o mala cara de su parte.

Erik se volvió a mirar bien en el espejo, esta vez la espalda, era casi sorprendente la cantidad de musculatura que había logrado ganar en los últimos meses, sus hombros se habían vuelto más anchos, su espalda marcada y fuerte, al igual que su torso. Sus brazos, sin embargo, no tenían tanto musculo, aunque el muchacho era fuerte y sabía que demasiado musculo lo volvería lento y torpe cuando debiera controlar Agua.

En aquello envidiaba a Alois y a su prima Kaori. Tanto Fuego como Tierra eran elementos que dependían de movimientos bruscos y definidos para poder ser controlados de manera correcta, ya que esto representaban, la fuerza, la fiereza, la violencia...

Agua, por otro lado, era todo lo contrario. Agua era el equilibrio, la fluidez. Erik necesitaba tener una buena elongación y control total sobre su cuerpo para poder llevar a cabo el control Agua de la manera correcta. Tomó una bocanada de aire, inflando los pulmones mientras alzaba lentamente los brazos, tal como le habían enseñado, sintiendo cada parte, cada musculo de su cuerpo moverse lentamente al compás de lo que su mente dictaba.

Cuando sus palmas se encontraron por encima de su cabeza, lentamente las bajó de forma recta hasta que estas quedaron frente a su rostro, permanecía con los ojos cerrados, concentrándose en nada más que su respiración, en la manera en que sus pulmones dejaban entrar y salir el aire lentamente. Se concentró en el, casi completo, silencio que le rodeaba; en el chirriar insistente de los grillos. Procuró intentar oír cada detalle, sentir cada sensación, cada sonido y aroma.

IGNISWhere stories live. Discover now