Y la noche envuelve caricias que la brisa fresca hace soñar,
las colinas nocturnas van y vienen como el tiritar de las estrellas.
Buscan cobijo mis pensamientos que amalgaman mi cabeza,
pidiendo respuestas,
pero empieza a llover
y el olor a tierra mojada apacigua mi alma y calma mi sed.
En esta noche de otoño, miro alto y navego con las nubes para ser feliz,
y las gotas de agua al caer dibujan caricias
que descubren motivos perfectos para sentir y saborear el placer de la vida.