Somos uno lo dos

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-¿Que haces acá?.- lo miré sorprendido.- ¿Como... como encontraste el lugar? Nadie lo conoce.-
- Shhh, no grites, nos van a escuchar.- dijo el rizado tapandome la boca.- lo estuve buscando durante tres dias.- sonrió
-¿Que?-
-Si, hasta conté los pisos y pensé donde podían esconder a una persona castigada. Ya sabes que este lugar es enorme.- sonrió .- y después se me ocurrió seguir a uno de los conserjes que te traía la comida, pero cambiaron todos tus horarios, te hacen comer mas temprano que el resto, por eso tarde en darme cuenta.-
Yo solo lo miraba sorprendido mientras el hablaba. No podia creer que habia hecho eso solo para verme.
- Perdóname de verdad, yo...- lo interrumpí uniendo nuestros labios con fuerza.
- Ya hablaste mucho, te extrañe demasiado como para que tengamos una charla profunda ahora-
Me devolvió el beso mientras lo intensificaba cada vez mas. Nuestros labios parecían rompecabezas, unidos de forma casi perfecta. Lo tome de los rulos para acercarlos mas a mi y guiarlo hasta la cama. Caí arriba suyo, sin dejar de besarlo.
- Igual, te quería pedir perdón por lo del beso. Tendría que haberte dicho que...-
- ¿Que? ¿Que te gustaban los chicos?.-
-No, que me encantas pendejo, desde que te vi la primera vez.-
Una sonrisa enorme se formo en mi rostro, pero la temperatura y la tensión del momento no iban a correrse de lugar para ponernos romanticos. Comencé a besarle el cuello con desesperacion mientras el largarba pequeños gemidos ahogados, disfrutando cada contacto con mis labios en su piel. De un momento a otro, ya desesperado me dió vuelta de un movimiento, haciendo que quede debajo de su cuerpo.
- ¿Estas seguro?.- me preguntó acariciando mi mejilla. Lo miré divertido.
- ¿Y eso? ¿Que pasó con el chico malo que entró para aprender a "comportarse"?- reí
- Se enamoró.- dijo para sacarme lo único que me cubría el cuerpo y dejarme totalmente entregado a el.- pero este bombón puede volver a ser malo las veces que quiera.- me miró con una sonrisa picara. Deposite un beso suave en sus labios.
Sus manos iban de arriba para abajo, haciéndome estremecer con cada tacto. Su ropa estaba en el suelo al igual que mi toalla. Ya no había vergüenza ni timidez entre los dos.
Nuestras erecciones se rozaban pidiendo más del otro. El rizado bajo sobre mi cuerpo para jugar con la mía y meterla en su boca haciendo que mi espalda se encorvé .
-Bl...blas.- decía casi sin respirar.
Sus ojos me miraban rebalsados de lujuria, y eso me encantaba.
- Decime lo que queres.- habló con una voz ronca
- Q.. quie...quiero que me hagas tuyo.-
Sonrió para luego darme vuelta bruscamente. Busco un preservativo y un lubricante que llevaba con el. Introdujo dos de sus dedos en su boca lamiéndolos completos. Se dedico a lubricar el preservativo y hacer lo mismo conmigo a la par.
- ¿Listo?.- preguntó acariciando mi espalda. Yo solo asentí. Introdujo su ereccion dentro mío para hacerme gemir hasta ahogarme. Empezó despacio hasta darle cada vez mas fuerte. Sus embestidas iban al ritmo que yo pedía. Me tomo de la boca para que muerda su mano mientras el depositaba pequeños besos en mi espalda. Agradecí que no hubiese nadie cerca para escuchar mis gritos escandalosos.
Estuvimos asi un rato hasta que no logré aguantar mas.
-Blas... voy a terminar.-
Comenzó a mover sus caderas mas fuertes haciendo que yo mismo me tape la boca. Gemimos los dos a la par cuando el se vino dentro mío y yo repetí la acción, ensuciando todas las sabanas recién cambiadas.
Ambos caímos rendidos, para girar nuestras cabezas y darnos un beso suave. Me dormí con su mano enredada a la mía y con sus caricias en mi pelo hasta que alguien tocó la puerta.

"El internado". -Blasnior- <EN PAUSA>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora