Misterios del Alma

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Jaimie esquivó a los estudiantes de primer año, casi se sintió danzar por entre los fríos corredores sintiéndose como una gigante entre esos pequeños niños. Una semana había pasado desde el inicio de clases pero Ray y ella habían llegado la noche anterior. Como siempre. Así que aún no reconocía los rostros de los nuevos miembros de Hufflepuff, su Casa. Aun así, tenía demasiada prisa. Si no llegaba al Gran Comedor tendría que subir a la Torre de Gryffindor y no estaba de humor para hacer la enorme carrera y llegar a Historia de la Magia, en el primer piso, a tiempo.

- Señorita Crafhetcog.

Jaimie frenó y tuvo que agarrarse de la pared para detenerse del todo.

- Profesor Shortman. –saludó, con una gran sonrisa- Justo estaba pensando en su clase.

- Me halaga. –el hombre, alto y bronceado, tenía una afable sonrisa a pesar de las moteadas canas en su rubio cabello- ¿Cómo le fue en sus vacaciones?

- Increíble. El festival estuvo lleno de gente y muchos artesanos. –estiró su mano para que viera una pulsera hecha con tiras de lo que una vez fue llantas de bicicleta- Cuando llegué aquí me moría de frío. Hogwarts es helado.

- Hogwarts esta en Gran Bretaña. –el profesor y Jefe de la Casa Gryffindor le sonrió, escoltándola hacia el Gran Comedor como todo un caballero- Y el Burning Man en el desierto de Estados Unidos, por lo que me ha dicho.

- Si... -sus ojos se desviaron hacia la mesa de los leones, expectante- Igual hace frío aquí...

- Vaya... -el hombre señaló- No se retenga por mí.

- Pero...

- Me puedo privar de su conversación por unos días. –la paternal sonrisa del hombre relajó a Jaimie- Siempre es un gusto escucharla.

- Le agradezco mucho. Lo que ocurre... -sus ojos danzaron con ánimo, del profesor a la mesa- En todas las vacaciones...

- Vaya... -animó, comenzando a alejarse- Pero no lleguen tarde a mi clase.

- Nunca. –prometió, aunque sabía que era mentira, muchas veces las sábanas se le pegaban. Pero en ese momento casi flotó junto a la larga mesa, buscando a su objetivo y cuando lo encontró comenzó a correr- ¡Arnold!

El chico también había estado observando para todos lados, estirando su cuello sobre la cabeza de sus compañeros, pero cuando la escuchó saltó de su asiento y avanzó a grandes zancadas, casi corriendo. Jaimie sonrió, animada. El perfecto prefecto, la ley entre los estudiantes, no debía correr y romper las reglas, así que se mantenía en el vacío legal de pasos largos. Pero a ella no le importó y se lanzó sobre él. Arnold la abrazó con fuerza por la cintura, estrechándola contra su cuerpo. A pesar de que ella era mayor, Arnold era más alto ahora, en su sexto año de estudios. Y eso no le molestó. No importaba que sus pies estuviesen suspendidos en el aire por unos centímetros ni que la nariz de Arnold le hiciera cosquillas cuando respiraba contra su cuello. Él era su mejor amigo, desde su segundo año, cuando él había sido un novato de Gryffindor, merodeando con asombro los pasillos y había chocado con ella. Desde entonces, se habían vuelto inseparables en muchos sentidos y las vacaciones habían sido ligeramente dolorosas por esa razón. A Jaimie le gustaba creer que de una u otra forma hubiese conocido a Arnold. Aun sin el encuentro furtivo en ese pasillo. Ray era Gryffindor y los dos formaban parte del equipo de Quidditch. Así que estaba segura que Arnold estaba en su destino. En realidad, se debía a su hermano y al rubio que había conocido al antiguo capitán de Gryffindor, William Goldman y su ex novio pero gran amigo. Aunque Arnold y Ray la celaban como hermanos y se peleaban por ella como tales, Jaimie no veía su vida sin ellos.

Cazando Desafíos [Cacería] «Hey Arnold!»Where stories live. Discover now