El Príncipe en la Torre

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El enorme dragón soltó un rugido feroz, deslizándose por los terrenos del castillo. La tierra misma vibró cuando la enorme criatura de piel rojiza apoyó sus garras en el suelo con fuerza. Los afilados dientes se mostraron y una bípeda lengua se asomó por entre sus caninos. Scott lanzó una mirada hacia la torre más alta del castillo, dejando escapar un largo suspiro.

- ¿En serio? –gritó, sonriendo de lado- ¿Un dragón guardián?

La esbelta figura que lo espiaba se congeló en el acto y se quitó de la ventana rápidamente. El príncipe gitano soltó una divertida risa, indiferente ante la letal criatura que se movía ágilmente, midiéndolo.

- Un dragón. –se dijo a sí mismo, observando a la criatura de gran tamaño que casi era del mismo tamaño que el castillo- Por suerte no es un dragón celestial. –se animó.

La criatura era joven, por sus escamas rojizas sabía que era del tipo que lanzaba fuego. Eso y que muchas zonas del terreno estaban quemadas y casi carbonizadas. La criatura era defensiva, por suerte y solo atacaría si entraba en su territorio o hacía alguna maniobra agresiva. Lamentablemente no planeaba irse, así que necesitaba pasar ese pequeño contratiempo ¿Asñ¡í que el príncipe estaba jugando a hacerse el difícil? Bien, le gustaba eso. Bueno, le encantaba todo lo que tuviese que ver con él ¿Para qué engañarse? Así que un simple dragón, una de las razas más temerosas, no iba a detenerlo. Después de todo era persistente, increíblemente reacio a dar su brazo a torcer. En especial cuando se estaba divirtiendo.

El dragón se plantó en la entrada a los terrenos del castillo y gruñó como signo de advertencia. Los dientes de esa criatura debían valer varias piezas de oro y un herrero pagaría muy bien por sus escamas para una cuantas armaduras. Muchos Círculos de Magos inclinarían sus favores hacia su dirección por la sangre y vísceras de la criatura. Oh, toda una pequeña fortuna humeante que lo separaba de su objetivo. Lamentablemente no podía vencer al dragón él solo y no quería perder días de cabalgata para encontrar a su amiga y su grupo de aventureros, contratarlos y volver para lidiar con la bestia. Su amiga era costosa, pero lo valía. Pero eso solo haría que su esquivo príncipe gastara otros baúles llenos de monedas para conseguir una peor criatura que sustituyera esta.

Así que debía darle una lección. Scott buscó uno de los regalos que el custodio de su clan le había regalado meses atrás ¿Quién diría que iba a usarla tan pronto?

Los gitanos eran un grupo de elfos nómadas, que permanecían vinculados directamente con la naturaleza y los Dioses élficos. Por norma general no se vería bien que su interés cayera sobre un humano, aun siendo príncipe, pero dado que era imposible tener descendencia con este, sabía que le perdonarían todo con tal de que prometiese tomar a alguna buena elfa para que fuese la madre de sus hijos. Todo estaba fríamente calculado. Por supuesto, su esquivo príncipe no estaba al tanto de eso. Si no, no hubiese puesto el dragón ahí. Pero estaba por saber las reglas del juego.

Scott tomó el regalo de su clan y acarició el monstruoso rostro tejido que las costuras creaban en el pequeño bolso.

- Sophie. –saludó, aunque sabía que solo era un objeto y realmente no estaba vivo ni tenía género- Aquí hay algo para ti. –y lanzó el bolso hacia los pies de la bestia.

El dragón se inclinó, curioso e intentó olisquear el objeto de cuero que había caído abierto a sus pies. Gracias a la forma de las costuras, parecía que el bolso tenía la boca abierta y cuando la bípeda lengua lo tocó, un poco de magia se hizo presente. El enorme dragón fue absorbido por el monstruoso bolso, siendo llevado a otra dimensión. Ahí, donde la gran criatura había estado parada, amenazante, ya no había nada. Scott avanzó, ligero y tomó a Sophie del suelo, cerrándola. El regalo de su custodio era su última protección, supuestamente. Pero era excelente para quitar molestos contratiempos. El gitano sonrió de lado y apartó su cabello negro de sobre su rostro, mirando hacia la ventana de la torre más alta.

Cazando Desafíos [Cacería] «Hey Arnold!»Where stories live. Discover now