"Red"; 004.

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Otro día cualquiera de la semana. Cruzó la entrada, y comenzó a subir las escaleras para llegar al pasillo que la llevaría a su salón de clase. Ella era tan distraída, que no se dio cuenta en el momento en que cayó al suelo.

-¿Estás bien?- cabizbaja, levantó con suavidad la cabeza y miró a la chica que estaba a unos metros de ella. Ella extendió su mano y le ayudó a levantarse. Una vez se levantó, sacudió sus ropas, asegurándose de no haberlas estropeado.

-Si, eso creo, gracias.

-¿Segura? Porque te vi caer como si estuvieras por desmayarte o algo parecido. - ella rió con simpatía.

- Si, estoy bien. Debí haberme tropezado con mis propios pies. Te agradezco, eres muy amable.

- Oh, bien. No es nada. Hasta luego. -sonrió y se alejó haciendo un ademán despidiéndose, ella respondió igualmente.

Suspiró. ¿Cuántas veces tenía que pasar por eso en la escuela? Siempre se estaba cayendo por todos lados; en la cafetería, en el salón de clases, en la entrada. Simplemente era como si sus pies tuvieran un imán que la atrajera hacia el piso.

Siguió su andar a su salón, jugando ligeramente nerviosa con las correas de su mochila, hasta que llegó a éste. Visualizó con cuidado, percatándose que su lugar de siempre estuviera libre, a excepción de esos días que de vez en cuando llegaba tarde. Era muy puntual y, aunque siempre tuviera sueño, llegaba lo más temprano posible para tener el lugar junto a la ventana. Se acercó a su pupitre, sacó sus audífonos, puso su música de costumbre y volteó su vista hacia la ventana para mirar el amanecer.

-Hey, hola. -dijo el chico que entraba al salón, acercándose hasta donde estaba su mochila, en el pupitre que estaba a lado de la chica. ¿Eran amigos? No sabía si podía denominarse de tal forma, pero podía estar seguro de que al menos se llevaban bien. Regularmente hablaban entre clases, ya que él procuraba sentarse a un lado de ella. Al notar que ella llevaba los audífonos puestos, tocó con suavidad su hombro, sacándole de sus pensamientos y saludándole.

-Hola. - Respondió sonriendo y quitándose un auricular.

-¿Mirando la ventana de nuevo?

-Es el amanecer.- rió sutilmente. - Es que es bonito. ¿No lo ves? - apuntó hacia donde estaba el amanecer.

Suspiró levemente, observando hacia donde ella había apuntado previamente. - Si, es bonito.- Hubo un completo silencio por unos minutos más, mientras ambos jóvenes miraban el distinguido paisaje que había.- Sólo no te quedes mirando la ventana en cálculo, no querrás problemas con la profesora.

-Seré precavida.- el chico se sentó por fin en su asiento.- Dime, señor "no te quedes mirando la ventana", ¿hiciste la tarea esta vez?- rodó los ojos.- Ah, lo suponía. Toma. - abrió el cierre de su mochila, sacó un cuadernillo y se lo extendió al chico. Él lo tomó.

- No sé qué haría sin ti. - puso una mano en su pecho, intentando formar una escena dramática, cosa que provocó la risa de ella.- Oh, bueno, ¿te parece gracioso? Es la verdad.- volvió a rodar los ojos.- Pero, no te preocupes un día de estos comenzaré a llegar con mi tarea y tú serás quien tenga que copiarla.- dijo intentando darse aires de grandeza.

- Tú estás demente, y eso no va a pasar. Soy mil trillones de veces más responsable que tú.

-Y tú eres una exagerada. ¿De verdad? ¿Mil trillones de veces?

- Si dejaras los videojuegos al menos una semana, las cosas serían diferentes.

- Si dijiris lis vidijiguis. Los videojuegos no son ni un problema ni una adicción, son sólo un estilo de vida que tú no logras entender. - La contraria estalló en risas.- ¡No es gracioso! ¡Te estoy diciendo las cosas como son!

- Si, como digas. Mejor comienza a hacer la tarea de cálculo, antes de que llegue el profesor de química.

- La puedo hacer en su clase. Recuerda que me exentó.

-Ah, si, lo había olvidado. Qué molesto.- hizo un gesto de enfado.

- Estás enfadada porque sólo te faltó un punto para que te exentara.

- ¡Olvidé por un momento en la ecuación que Mn es manganeso y no magnesio! ¡A cualquiera le pasa!- el azabache entrecerró los ojos.- Oh, vamos, no me digas que a ti no te ha pasado. - él negó. - Estás mintiendo. - volvió a negar. - Ugh, como sea, cállate. - rió y el chico comenzó a leer los apuntes de cálculo de su compañera para después realizar los ejercicios que tenía pendientes. Ella estaba a punto de ponerse los auriculares, hasta que él detuvo una de sus manos.

- Déjame escuchar lo mismo que tú. - hizo un puchero.

- Eres muy molesto, ¿ya te lo dije? - soltó una risita y le dio su otro auricular para que lo tomara. Una vez lo ajustó en su oído, comenzó a poner atención a la música, tratando de descifrar de quién se trataba.

- No me habías dicho que te gustaban los chinos.- rió un poco burlesco. Ella hizo una mueca fingiendo molestia. - Es broma. No la había escuchado nunca, pero me gusta.- sonrió- ¿Cómo se llama?

-If You. Te paso el nombre al rato, eres capaz de que se te olvide, así como la tarea.

- Pensaba recordarte a ti que me recordaras el nombre. - Ambos rieron. - Pero está bien. Gracias.

-Bien. - Él siguió en lo suyo, al igual que ella volvía a mirar la ventana. Pasaron varios minutos, los demás compañeros comenzaron a llegar, algunos saludando a ambos chicos. No es que fueran "populares" o algo parecido, sólo que destacaban debido a tener de las mejores notas del salón, eso además de su simpatía, o al menos la del chico. Después de un rato, todos notaron que el profesor de química se había ausentado, así que en su gran mayoría salieron del aula para distraerse en algún otro lado.

-¿Quieres ir por algo a la cafetería?

-¿Hmm? - ella se había quedado metida en sus pensamientos por un largo rato, hasta que él la despertó de ellos.

- Que si quieres ir por algo a la cafetería.- No respondió, sólo lo miró, y cuando ella estaba por decir algo al fin, él se adelantó.- Ya terminé de pasar lo de cálculo, así que podemos almorzar y conversar un rato. - Se encogió de hombros, ella asintió ante aquel argumento y ambos chicos salieron del salón en camino a la cafetería. Después de haber almorzado, conversaron tal y como lo había sugerido él. Pasaron los minutos y llegó el momento de regresar a clases.
¿Que si la escuela era pesada? Era de suponerse. Toda escuela lo es. Y, después de todo, era algo a lo que tenía que haberse acostumbrado con el paso del tiempo. En casi un parpadeo, aquella chica lacia ya estaba saliendo del salón para ir a casa. Las clases habían ido más rápido de lo imaginado.
Estaba a punto de salir del edificio cuando... Oh, ¡genial! Justo el día que ella había olvidado su paraguas, al cielo se le había ocurrido llover. Bueno, seguramente no pasaría nada si se mojaba un poco. Relativamente un poco, ya que periódicamente se iba a pie de la escuela a casa, y ésta no quedaba a unas cuantas calles, pero, en fin, de alguna u otra manera debía de volver a casa.
O eso fue lo que pasó por su mente, hasta que su compañero de lado de casi todos los días, la alcanzó y se ofreció a acompañarla a casa. Después de una pequeña discusión entre "si" y "no" por la molestia, la chica se resignó y aceptó que el contrario le acompañase.

- Bien. Aquí es. No te hubieras tomado tanta molestia, gracias.

- No hay problema. No es ninguna molestia. - ella asintió.- Es lo que un... amigo debe de hacer.- sonrió.

- De verdad te lo agradezco, amigo Aiden.- el chico soltó una pequeña risa.

- No hay de qué. Entonces, ah... Hasta mañana, amiga Greta.- rieron juntos un momento.

- Hasta mañana. Cuidate. Que llegues bien a casa.

- Gracias.

Greta entró a casa y Aiden retomó el camino para ir hacia casa.

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