Capítulo 7

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Aquella mañana me levante mas tarde de lo normal. Quizás era el primer día desde que empecé a hipnotizar a Mónica en el que había dormido bien, sin despertarme varias veces a lo largo de la noche y sin tener esa especie de opresión en el estómago que sentimos cuando estamos muy nerviosos. Estaba contento y tranquilo. No solo me había quitado de encima el malestar de tener que evitar a toda costa encontrarme con Mónica, sino que ya no me sentía tan mal cuando la hipnotizaba. Solo tendría que controlar mis instintos para no abusar de ella y todo seria perfecto.

Tenía un gran apetito, así que me prepare un buen desayuno y me lo lleve a mi habitación. Al día siguiente tendría mi segundo examen, tampoco lo llevaba muy mal y puesto que era el único junto con el que ya había hecho que estaba convencido que iba a aprobar merecía la pena esforzarse.

A media mañana Mónica me llamó por teléfono, estaba muy nerviosa y a punto de llorar. Me temí que hubiese descubierto mi manipulación, que recordase lo ocurrido en alguna de las últimas sesiones, el hecho de haberme dejado los botones de su pantalón desabrochados reforzaba aun más esa teoría, pero no fue así. Me contó que un tío suyo había caído gravemente enfermo y que en cuanto sus padres llegasen a casa y preparasen todo se irían al pueblo, por lo menos hasta el lunes, cuando ella volvería para hacer dos de sus exámenes. Mientras me lo contaba rompió a llorar, no sabia que decirla para consolarla aparte de que podía contar conmigo para lo que quisiese, pero en ese momento eso no la aliviaba para nada.

Colgué el teléfono pensando en que todo eran problemas para ella. No era suficiente con los problemas económicos, tener que trabajar, estudiar y ayudar en casa, sino que además ahora la pasaba esto. Menos mal que es una mujer muy previsora y al menos los exámenes del lunes seguro que los tenia mas que estudiados, si a mi me ocurriese un contratiempo así suspendería seguro. De repente algo vino a mi mente, si el otro día me dijo que hizo un examen el martes, y el lunes que viene haría otros dos, a partir de ese día solo la quedarían dos por hacer, "Sociología de la educación" y "Física en la naturaleza", las asignaturas de mis sugestiones.

Tras un pequeño descanso seguí estudiando, vi que iba a tener mucho mas tiempo para ello que el que me imaginaba, pues dispondría de muchas mas horas libres al no estar Mónica. Me daba algo de rabia el no poder verla de nuevo hasta el lunes, mas ahora que se había convertido en una mujer de ensueño, al menos cuando estaba conmigo, pero así, además de centrarme en la universidad, comprobaría cuanto tiempo duraban las sugestiones. Este era un tema que me preocupaba desde el principio, por mucho que tratase de evitarlo, sabía que en algún momento tendríamos que separarnos por un tiempo, más que nada porque yo tampoco deseo estar siempre pendiente de ella y no quería que cuando esto sucediese al volver a vernos tuviese que empezar desde el principio.

Pase desde el jueves hasta el domingo inmerso en mis apuntes. Excepto los descansos que me permitía en los que quedaba con mis amigos y el viernes que salí a la universidad a hacer el examen, que por cierto me salio muy bien, no salía siquiera de casa. Mónica me llamaba con frecuencia, al menos tres veces al día, unas veces para contarme que tal le iba a su tío, otras para preguntarme que tal llevaba el estudio; puesto que uno de los exámenes que tenia que hacer el lunes lo hacia yo también; otras simplemente llamaba para hablar por hablar, puesto que ya no tenia nada que decirme. Tanta llamada solo tenía una explicación, deseaba escuchar mi voz como el beber. No me importaba, no puedo negar que también en cierto modo la echaba de menos, pero siempre tenia que ser yo el que daba por zanjadas las conversaciones, si fuese por ella no tendría final.

El sábado por la mañana empecé a estudiar el tercero de mis exámenes, según como llevaba los que me quedaban para completar los seis que tenia, ese era el único en el que podía depositar alguna esperanza. Saque mis resúmenes y fui a por los que tan amablemente me había hecho Mónica. Me encantaba ver esos apuntes perfectos, que no me habían costado ningún esfuerzo, ni un solo céntimo, ni siquiera me había movido de mi casa para conseguirlos. En cierto modo representaban el primero de mis logros con Mónica, puesto que no eran producto de una sugestión, sino producto de la adicción a mí que poco a poco la estaba inculcando. Recordé lo que me dijo bajo hipnosis sobre ellos, no la molesto hacerlos porque era su forma de agradecerme lo bien que se sentía desde que hacíamos sesiones. Mientras pensaba en estas cosas lamentaba que estuviese lejos, pues me gustaría poder estar con ella.

MónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora