7.-Propuesta inesperadas

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La clase fue un poco incomoda. El nuevo profesor, siempre tenía la mirada en mí.

Y no sé porque. Algo debió de verme. Tal vez tiene problemas de vista, o dislexia.

Pero me encantaba. ¡Claro que sí!

Siempre que hacia una pregunta, la primera víctima era yo, y como se mucho de biología, le contestaba bien, a cambio  recibía una sonrisa satisfecha y coqueta.

Cuando nadie lo veía, él me sonreía y me sostenía la mirada; yo solo volteaba con un alto índice de vergüenza y rubor en las mejillas.

Podía sentir su mirada aun con la cabeza gacha, era una descarga eléctrica que hacía que se me erizara todo el vello del cuerpo y sintiera ganas de orinar.

Si así se debe de sentir ser espiado por alguien más, no lo quería.

-Bien alumnos-. Exigió atención el nuevo profesor. Él se había parado, y parecía no encajar entre todo este mundo de bromas, hormonas y fiestas universitarias.- La clase se ha acabado. El profesor Kendrick me dijo que les había pedido un ensayo; espero que lo traigan en la fecha indicada. Ya pueden retirarse.

Pero era claro que no tenía que pedírselos. Todos salieron como un rayo, ya era hora de irse a sus casas y nadie quería pasarse la tarde en la escuela.

-Irene, quédate por favor.- El nuevo profesor me hablo cuando ya estaba a punto de cruzar la puerta.

Me paralice enseguida al escuchar mi nombre salir de su boca con aquella voz ronca y fría, y aun más, con su petición de quedarme.

Me di media vuelta tímida y cautelosa. Regrese a su escritorio, él estaba ordenando la montaña de papeles en este.

-Irene-. Él puso su atención en mi como si le hubieran dado una noticia buena de mi.- Veo que eres una chica muy inteligente-.

 Que sonrisa tan arrogante.

 ¡Maldito, deberían de arrestarte por sonreír de esa manera!

- Sí, eso creo.- Titube.

- Bueno y ¿Te gustaría ser mejor que solo inteligente? Claro que con el paso del tiempo serás más inteligente-.

 ¿Cara de tramar algo grande? Eso no se ve  nada bien.

Claro que no.

Fruncí el ceño.- No sé a qué se refiere profesor.

-Me he dado cuenta que eres una chica tímida, débil…

Lo interrumpí enojada.- ¡No soy débil!-. Que se creía él para estarme evaluando de esa manera.

-Claro que lo eres.- Se defendió con una voz calmada pero no fría, más bien juguetona.- También careces de valentía, convicción, fortaleza y coraje. Es por eso que te ofrezco cambiar todo eso… y más. Si tú quieres-. Junto sus manos, con esa maldita sonrisa coqueta y arrogante.

Si vuelve a hacer eso lo golpeare con lo que encuentre.

No serías capaz.  Pero si pudiera, lo haría.

¿Enserio? ¿Carezco de todo eso? ¿Cómo haría para cambiarme? ¿Acaso es un estilista gay de los realitys que cambian su look?

La chica de los ojos ámbar: Pacto híbrido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora