19.- Entrenamiento y comidas raras

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Frederick me bombardeo con una serie de calentamientos y tácticas de combate y defensa tan intensos que, incluso con mí nuevo cuerpo de vampiro, me dolían los músculos. No pensé que los vampiros pudieran sudar, pero en mi se rompía con aquel mito.

Y eso que solo fue por cuatro horas por ser tu primer día. ¡Imagínate cuando sea los de verdad! Me dijo mi lado malévolo.

Ahora que lo pensaba mejor, los ejercicios de la clase de educación física, eran totalmente ridículos al lado de los que me hacía practicar Frederick.

¡Ahora quien va a ser la rata en E.F, Bárbara!

Yo mí lado malo nos chocábamos las manos ante ello.

Yo estaba tendida en el piso cansada de todo el ejercicio, Frederick apenas y había sudado, y eso que él era lobo, lo cual lo hacía casi más humano.

 Apenas habían pasado unas cuantas horas de mi llegada y parecían que fueron una eternidad, con todo aquello, mi mente se mantuvo ocupada.

Por el rabillo podía ver a Frederick arreglando las cosas en su lugar luego, ya no lo vi más, entonces el volvió a aparecer, pero por el otro lado de mi visión. Frederick se dirigió hasta el pequeño y de este, sacó una botella como de las contienen la leche, y me la tendió. En ella había un líquido rojo carmín, espeso que dejaba huella al moverlo de lado a lado, como aceite.

Su apariencia me hizo hacer una mueca de asco, pero por alguna extraña, muy extraña razón, su contenido mi llamaba por beberlo.

Miré a Frederick, preguntándole con la mirada  que debía de hacer con aquello, pero ya lo sabía, solo necesitaba algo de apoyo o información, él solo me miro con una sonrisa y con un gesto que señalaba la botella, me invito a beber de ella.

La destapé, como si de algo radioactivo se tratara, el sonido de la tapa al ser abierta aun hacía eco en la habitación, pero mi concentración se fue más en el glorioso e intenso olor del contenido, era como ir a una pastelería y sentir el olor de los pasteles recién horneados, como un campo de flores recién regados, olía a tierra y arboles mojados, como un bosque. Olía a gloria.

Sentí todos mis sentidos despertarse como si les hubieran lanzado un balde de agua fría.

Mis orificios nasales se abrían con impaciencia ante aquel olor. Sentía que aquello debía de probarse como un buen vino. Primero olerlo y luego degustarlo, pero solo un poco, para saber si el indicado para tu cena. Aquello lo sabía por las películas y series que en ocasiones, mi tía me dejaba ver.

¡Pero al diablo con el vino!

Tome un sorbo, y casi tuve un orgasmo bucal en frente de Frederick, él me miraba con diversión, pero lo único que tenía mi completa atención era aquella botella y su magnífico contenido. Y sabía que era pronto para que yo probara aquello. Pero era mejor de lo que esperaba.

¡Mucho mejor!

Sabía que la sangre ahora, iba a ser mi nuevo alimento de sustento. Sabía que me iba a gustar ¡Pero no tanto!

Cuando la última gota de sangre fue drenada de la botella, lo único que faltaba para sacar los residuos era, meter la lengua y chupar, pues eso hice, metí mi lengua y chupe como si de Nutella se tratara.

Al acabar, me encontré con unos ojos cafés divertidos. Él tenía los brazos cruzados en un signo de gozo y picardía.

Lo mire como si me hubiera descubierto abriendo los regalos de navidad en noche buena luego, le sonreí con gracia, como si no hubiera hecho nada.

Él solo negó y sonrió divertido. 

Era consciente de que mi estado no era el mejor, mi ropa sudada, mi cabello despeinado e incluso, el líquido rojo esparcido en mi boca y ropa.

 Hasta como vampiro, era un desastre.

El me tendió una mano para ayudarme a levantar, cuando ya estuve en mis dos pies, él me tendió una toallita para que me limpiara la boca y algo de mi ropa.

Sorprendentemente me sentía mucho mejor, el leve cansancio se había ido y ahora me sentía mucho mejor, como si me hubiera tomado una bebida energética.

-Será mejor que te vayas.- Susurro tranquilo.- El sol del amanecer es malo para nosotros.- Su mirada era sombría y extraña, como si eso le trajera un mal recuerdo.

-¿Por qué?- Me oí preguntar inconscientemente.

Él salió de su trance con un suspiro pesado.

-Hay… una cosa.-Hablar de aquello, parecía ponerlo nervioso.- Una maldición.

-¿Maldición? ¿Cómo las de brujas, magia, varitas y chispitas?- Parecía algo sarcástico mi comentario, pero se parecía algo mas como incredulidad.

Él hizo una mueca torcida, acercándose más a una sonrisa.

-Algo así. Solo de brujas y magia. Las brujas no utilizan varitas.- De repente el me miro como si fuera un bicho raro.- Tu deberías de saber eso. Las chicas de tu edad están tan centradas en cosas como vampiros, lobos y magia. ¿Por qué tu no?

Me toque la nuca apenada. Sabía que mis conocimientos sobre cosas sobrenaturales no eran los más grandes, y más, cuando tienes una tía paranoica a cerca de esos temas.

-Mi tía no me deja.

-¿Tu tía no te deja?- Su pregunta salió como si fuera algo horrible.- ¿Qué clase de persona no deja que sepas un poco de fantasía?

Lo mire, y por un momento le di aquella mirada de “¿En serio?” luego romí a reír, él me acompañó, los dos sabíamos que aquello era tan falso como los labios de Angelina Jolie.

Frederick rompió el momento.

-Ya. Ya. Tienes que irte. En serio.

Si aquello había sido una orden, ni por un gramo pudo pasar.

Me dio una mirada severa y comprendí que aquello, era mi boleto para ir a casa.

Pero no podía quedarme con dudas.

-¿Qué se supone que pasa con el sol con nosotros?

Él me miro con algo de pena y tristeza.

-Todo comenzó hace más de un siglo.

 Nuevo capitulo. Espero lo disfruten. Lamento no haber subido, pero tenia mucha tarea. CCH sigue en plan de paros y mis maestros en plan de matarnos con mucha tarea. Disculpen y gracias por leer. 

La chica de los ojos ámbar: Pacto híbrido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora