Y ahora allí, la imagen de ellos dos besándose, no se borraba de mi mente y la estaca tampoco de mi corazón; tenía que luchar contra ese recuerdo, ahogarlo en algún agujero de mi mente y así llevarlo al olvido; pero entre más luchaba más perdía y éstos se volvían más nítidos en mi cabeza.
Me dolía bastante y no entendía cómo es que tanto dolor podía caber en mi corazón; aun cuando éste ya no lo soportara, era algo que seguía acumulándose más y más cada vez hasta volver el corazón un órgano pesado y luego lo desplomaba hasta mis pies, dejando así sólo un espacio vacío en la cavidad de mi pecho. Y dolía, dolía bastante.
Había amanecido rogándole a Dios no toparme con Justin, hasta ahora, casi medio día, él no había dado señal alguna de vida.
Decidí salir, así, si Justin me buscaba no me encontraría en el departamento. Apagué también mi celular, sólo por si acaso.
El aire fresco me pegó en la cara, mientras intentaba resguardar mis manos en los bolsillos de mi abrigo. Había empezado el mes de Diciembre y con él, el frío austral. Caminé por calles que ya conocía y llegué a lugares familiares en los que ya había estado antes degustando su comida. La tarde se pasó así, pero el dolor del día anterior aun estaba allí, en alguna parte de mi interior, esperando cualquier descuido mío para vencerme. La curiosidad me invadió de pronto al recordar a Sharon, y en un intento de descifrar ese dilema, prendí mi móvil y marqué el número de Mathew.
-¿Aló?
-Mathew, hola-musité.
-Hola, Allie.
-¿Tienes tiempo para hablar?
-Claro, ¿qué pasa?
-Es lo que yo quiero saber, Mathew. Pasa algo con Sharon, yo lo sé. La escuché el otro día hablando contigo en la madrugada-confesé.
-Oh...-hubo un silencio después de su exclamación. Los silencios así nunca son buenos.
-¿Mathew? Sí sabes algo, dímelo, por favor-supliqué.
-Está preocupada-dijo, con voz ronca.
-¿Preocupada de qué?
-Allie, ella no es tonta. Los cambios en la actitud de Justin la lastiman.
-¿Qué quieres decir?-pregunté, estaba al borde de caer en la confusión.
-Que ella se da cuenta de que Justin ya no es el mismo. De que su cariño parece acabarse y pertenecerle a alguien más.
Abrí los ojos como platos.
-¿Alguien más?-tragué saliva.
-Justin te presta más atención que a su misma novia, Allie. Eso es muy obvio-dijo, con voz severa.
-Pero...-no daba crédito a lo que mis oídos escuchaban, aun cuando ya me lo imaginaba-. Yo no...-balbuceé
-Escucha, Allie. Sé que eres una buena persona, sé que serías incapaz de dañar a tu mejor amiga, y conozco también a Justin, el jamás dañaría intencionalmente a una persona. Pero juntos, parece que se les olvida eso-me reprendió.
-Pero yo no...
-Sólo te pido que no la dañes-me interrumpió-. Ella se fue porque le aseguré que no era nada malo, que Justin tenía momentos así y la convencí de que ese viaje le relajaría, le dije que no pensara en eso.
-¿No le dijiste que...?
-Por supuesto que no. Pero te suplico, que no le hagan daño, la última vez fueron muy obvios.
-¿La última vez?
-El domingo, Sharon me dijo que los vio bailando y eso derramó las especulaciones que ella misma se estaba negando en formar. Ella asegura que Justin parecía más feliz bailando contigo que... con ella.
-¿Qué... qué le dijiste?-pregunté, con el corazón en pedazos.
-Que estaba loca. Pero ten en cuenta lo que te dije a ti, Allie. ¿Qué vale más? ¿Una amistad de casi toda la vida ó un amor prohibido?
Guardé silencio, la respuesta era muy obvia. Sharon era como mi hermana.
-Tengo que colgar-me avisó-. Espero que no hagas nada malo o dejes que suceda algo así.
-Gracias, Mathew.
-No sé supone que debía de habértelo dicho, pero Sharon me...-se quedó en silencio.
-Lo entiendo, gracias-repetí, con el hilo de voz que apenas y me salía.
Trunqué la llamada y al instante, me percaté de que tenía una perdida. Era de Justin. El corazón me rogó adolorido que lo ayudara. Sufría, sufría bastante. Apagué el móvil antes de que una llamada volviera a entrar y lo escondí al final de mi bolsa.
Esto estaba muy mal y era una carga que no podía soportar. Caminé queriendo perderme, deseaba tontamente que mis pies se despegaran del cemento y me llevaran volando hasta otro planeta, desaparecer
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Manual de lo Prohibido
Teen FictionÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas que mi madre me contaba cuando era una niña. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los seis años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, sit...