Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Ferni, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Justin. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mi eso eran. Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, Manuale del proibito, en italiano, porque había sucedido en Venecia.
Luego de que llamé a Blade y que encantado aceptó el título, tecleé el número de Jesse, él aun me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.
-¿Recibiste la noticia, no? -me sonrió, no sabiendo qué esperar.
-Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?
-Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? -enarcó una ceja.
-Pues no, pero... acepté -exhalé.
-¿Aceptaste? ¿En serio? -la expresión de viva alegría le volvió al rostro.
-En contra de mi misma, incluso -admití.
-¿Por qué dices eso? -preguntó, confundido.
-Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, Jesse. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Justin al decirle que no lo amaba y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.
-No estás exponiendo tu vida -me contradijo-. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice "le robé el novio a mi mejor amiga" ¿o sí? -volvió a levantar la ceja.
-Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Justin se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo pero... sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, Jesse, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.
-¿Egoísta? Allie, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista -fruncí el ceño pero el continuó hablando-. Por una vez en tu vida, Allie, date gusto a ti misma. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado -me sacudió ligeramente de los hombros-; piensa por una vez en ti. Si esto puede que te acerque a ese tal Justin, pues no te detengas. Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.
No me había detenido a pensar, que aunque Jesse fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aun por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.
-Supongo que tienes razón, Jesse -le sonreí y él también.
-No supongas, la tengo -rió y luego me abrazó-. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en California -me animó.
-O más allá.Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su trascurso y con el se llevaba mis suspiros; la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Blade había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Blade era un viejo chiflado, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la Internet, anunciando la exposición fotográfica "Manuale del proibito" por Allie Howe y a lado, una fotografía de Justin, la que Jesse había llevado a Blade. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Justin la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.
No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y porqué le había mentido; pero sólo si él atendía ami llamado.
-Es espectacular, ¿no crees? -el eco de la voz de Jesse resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.
-¿Cómo dices? -pregunté, haciendo demasiado evidente mi falta de atención.
-El lugar, es grandioso -dijo, fingiendo no darse cuenta-. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!
Miré a mi alrededor curiosa por las palabras de Jesse, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón. Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. Aquello era el sitio perfecto que Blade había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Broderick, Jesse se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.
Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento, me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.
Cuando hubimos terminado de ver el lugar, Jesse me llevó a casa y me hizo prometer que no pensaría en otra cosa más que en la exposición fotográfica. Y aunque traté de hacerlo, me resultó completamente imposible, Justin se había convertido en mi pensamiento constante y además, la razón de mi exposición, ¿cómo no iba a pensar en él? Eso, ni aunque me borraran la memoria.
ESTÁS LEYENDO
Manual de lo Prohibido
Teen FictionÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas que mi madre me contaba cuando era una niña. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los seis años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, sit...