Capítulo 4

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—Excelente entrenamiento muchachos, prepárense para el partido de mañana y descansen bien, nos vemos— Se despidió el entrenador.

    Saqué unas prendas de mi casillero y las tiré en mi bolso.

—¿Entonces? ¿Cuándo te le vas a lanzar a Samantha? No se han separado desde el fin de semana, comen juntos, la acompañas a clases, te ofreces a llevarla. Eres un intenso — replica Marc con una sonrisa burlona mientras salimos de los vestidores.

—¿Te quieres relajar con eso? Pareceré un intenso si me lanzo como tú pretendes, además, quiero esperar a ver qué pasa... Ya sabes, que las cosas vayan solas, no estoy desesperado y tampoco sé si le gusto.

—Bueno pero tienes que hacer algo, si no nunca lo vas a saber— me mira con desaprobación.

—Cálmate y mejor preocúpate por tu relación— le espeté y me fui.

    Se quedó parado, perplejo ante mi reacción. Ya me estaba hartando con el tema de Samantha, quería hacerlo a mí manera y a mí tiempo. Sería mejor si se preocupara por el culo de su chica en vez de andar metiendo su nariz en la mía, en mí vida. Montado en el vehículo arranco y me empiezo a alejar, estaba demasiado molesto y lo menos que quería era estar en mi casa, así que conduje hasta una cafetería que estaba cerca, quería estar solo porque necesitaba pensar, necesitaba entender qué diablos me estaba pasando y porque cada vez me sentía más estúpido. ¿Tengo razón de estar molesto con Marc? Por supuesto que sí... ¿no?

    Llego al establecimiento y aparco, al entrar me fijo que hay pocas mesas ocupadas, unos abuelos en el fondo, unas parejas por ahí y algunas familias. Me siento y ojeo el menú, la verdad es que solo quiero mi respectivo café, en pocos minutos llega la camarera.

—Hola Adam, ¿lo mismo de siempre?— me dice Jessica. 

—Hola Jess, si, un café grande por favor.

—En seguida te lo traigo— anota el pedido en su pequeña libreta.

—Gracias— le contesté.

    Ella me dedicó una sonrisa y se marchó.

    Vengo a este lugar desde hace unos años, a veces en días de la semana o algún domingo por la tarde. Jessica trabaja en el lugar desde hace siete meses y casi siempre es la que me recibe, una que otra ocasión —cuando el lugar lo permite— se ha quedado conversando conmigo en la mesa un largo rato. Es muy simpática, una encantadora morena de ojos verdes cuya sonrisa posee un perfecto par de hoyuelos y el único lugar donde tenemos algún tipo de relación es aquí. Cuando llega con mi café le doy las gracias y ella me deja solo.

    Marc regresa a mi mente y el enfado se me ha pasado un poco, pero no puedo evitar cuestionarme su actitud y su forma de entrometerse. Me gusta Samantha es verdad, pero con ella quiero hacerlo diferente, no quiero arruinar las cosas. Además, todavía no sé si tiene novio, claro, solo es cuestión de preguntar, indagar si hay alguien más. Lo menos que quiero es hacerle daño, mejor dicho, que nos hagamos daño, no solo porque me gusta sino que realmente me agrada y nos llevamos bien. Mis amigos ahora son sus amigos y lo que menos necesito es un estúpido drama en el grupo y una incomodidad si todo esto llega a salir mal.

    Me quedo un rato más dándole vueltas a las cosas, como si eso sirviera de algo. Miro por las enormes ventanas que el sol ya empieza a caer, mi café se está enfriando y de un trago me termino lo que queda en el fondo. Alzo la cabeza y visualizo a Jess a unos metros y le indico que me triga la cuenta.

—Aquí tienes— deja la cuenta en la mesa y yo le coloco encima un billete.

—Listo, toma.

—Adam ¿estás bien? — preguntó.

Alguien más te esperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora