6° CAPÍTULO

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-- ¡Cállate!, .... Y no finjas amabilidad que no la tienes, .... ¡Te abofeteare si dices una palabra más! _ Con un elevado tono de voz y una mirada llena de odio le hablo.

-- Déjala abofetearte, al menos así te tocara y sentirás su piel bajo la tuya _ Susurrándole al oído, lo suficientemente alto como para que la joven escuche, Zafiro se lo dijo a su amigo a lo que después de eso, Rubeus volteo su rostro y ambos cruzaron miradas cómplices y soltaron unas carcajadas satisfactorias.

-- ¡Piérdanse! _ Aún muy enojada y ahora ofendida, les grito al par de amigos, mientras observaba como se reían.

-- ¡Bien!, si eso te hace feliz, pues abofetéame, .... Vamos, cumple tu deseo. Abofetéame, .... ¡Abofetéame! _ Con un tono totalmente irónico y acercándose peligrosamente, exigía que cumpla su amenaza.

Su amigo desde el inicio lo animaba, sonreí morbosamente mirando a la joven, ella al ver y escuchar las oscuras intenciones de ambos amigos, no soporto más el tiempo y simplemente se fue de ese lugar. Dejando a esos dos ahí.

-- ¿Adónde vas?, ¡No me iré hasta que me abofetees! _ Rubeus le gritaba a la joven para que se detenga, mientras veía como se marchaba del lugar.

Su amigo se limitó a mirarlo burlonamente y le palmeo el hombro brevemente como señal de resignación.

La joven simplemente siguió su camino y llego hacia las afueras de la estación de tren, comenzó a bajar las escaleras y se dio cuenta que el señor del auto que la había traído hace unos minutos, aún estaba estacionado ahí, y no lo pensó mucho se fue rápidamente hacia él.

-- ¡Señor!, ¡Señor disculpe! _ Intento llamar su atención, llamándolo y levantando su mano derecha.

El conductor al verla, la expresión tranquila y serena cambio bruscamente por una de desagrado e incomodidad; así que no espero mucho tiempo y encendió su auto para irse de ese lugar y no volver a ver nunca más a la joven.

La joven al ver la acción del señor, simplemente se sorprendió y siguió caminando hacia donde había estado el auto, en la carretera; detrás de ella venían un pequeño grupo de 6 jóvenes que la siguieron hasta las afueras de la estación del tren.

-- ¡Maldición!, Ojala y que se malogre tu auto en el camino, de esta olvidada ciudad _ Susurro para ella, mientras llevaba su mano a su cabeza, para jugar con su cabello y así relajarse un poco.

De pronto giro su rostro y la mitad de su cuerpo hacia el grupo de jóvenes que estaba detrás de ya, ya que había escuchado algunas voces y no entendía lo que decían. Cuando lo hizo los miro de manera asustada, al darse cuenta que los observaba se callaron y giraron sus cuerpo hacia otro lado. Ella al ver que no le fastidiaban, y no se atrevían a acercarse se calmó un poco y entonces giro otra vez su cuerpo, pero con la decisión de cruzar la calle.

Mientras cruzaba la calle se dio cuenta que al frente de ella había varias mujeres ahí, y siguió con su camino. Pero cuando apenas había cruzado la calle se puso a divisar a varias direcciones.

No se había dado cuenta que cuando apenas cruzo, llego una motocicleta y en ella un sujeto de jean desgatados color azul y con una casaca de cuero negra encima de él; su intención había sido pasar de largo, pero se detuvo un momento al ver a la joven que divisaba a todos lados.

Una de las chicas que estaban ahí desde el inicio con un sugerente vestido rojo totalmente ceñido al cuerpo; al ver la acción del joven, se acercó sugerentemente hacia el joven. El motociclista, miró fijamente de arriba hacia abajo repetidas veces a la joven de pijama, mientras ella seguía sin darse cuenta de su presencia.

-- ¡Eh!, ¡Muñeca, ven! _ De pronto le hablo a la joven y con la cabeza le indicaba que se subiera en la parte trasera de su moto.

La joven lo miro totalmente desconcertada, ya que no entendía lo que ese motociclista le estaba diciendo.

VOLVIENDO A CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora