Capítulo 3.

278 33 11
                                    


Yesung escuchaba atentamente el día de Heechul en la escuela. Heemi lo miró esperando algún consejo. Era la primera vez que tenía la necesidad de contarle algo más personal. De hablar abiertamente. Estar con Yesung siempre le llenaba de tranquilidad, era como si el hombre transpirara paz, era todo sonrisas y buenos consejos. Era su primer amigo y aunque no se contaban secretos, bastaba con lo que Heemi quería decirle. Su amistad era sin presiones, sin ataduras y muy sincera. Se sentía con suerte de haber encontrado un amigo leal y que no la miró como un bicho raro el día que se conocieron ni cuestionó su tendencia a ocultarse de los demás.

—Fue inevitable. Es decir, no sabías que era maestro en tu misma escuela —respondió Yesung después de escuchar.

—Todo por abrir mi bocota —se reprochó mientras suspiraba y pegaba la cara a la mesa. —Me puso de los nervios.

—¿Entonces sólo yo estaré en la pasarela?

—Por favor —. Unas suaves manos se posaron en su cabello. Su falso cabello.

—Y con Hangeng no te preocupes, si él se llegara a enterar, no te va a juzgar. ¿Eso te importa, verdad?

Heemi miró a los ojos soñadores frente a ella, su rostro apacible que le dirigía una sonrisa sincera. ¿Le importaba? Prácticamente acaba de conocer al hombre, lo que deba pensar de ella, no debería importarle. ¿Entonces, por qué muy en el fondo le aterraba que ese hombre la descubra? Sintió un nudo en la garganta y lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

—Heemi... —la voz de Yesung fue un susurro. — ¿Qué fue lo que te hicieron?

Oh no, no quería recordar. No quería regresar al hombre que le hizo daño. Negó con la cabeza, recuperándose. Le devolvió la sonrisa al chico de cabellos rubios. Llevó sus manos a él y se las tomó.

—Está bien, es decir, no es importante. Me importa más lo que piensen aquellos a quienes quiero.

Ambos se quedaron mirando, Yesung le acarició el dorso de la mano. Había encontrado en Heemi una buena compañía y no la juzgaba, al contrario, la quería proteger. La quería como si fuera de su familia.

—¿Interrumpo algo? —ambos dirigieron la mirada al hombre que llegó a ellos, sin que se dieran cuenta.

HanGeng fijaba la vista en las manos juntas y su entrecejo se arrugó.  Yesung apartó su mano de la forma más casual. Le sonrió a su primo. Heemi se llevó las suyas en su regazo y trató de calmar a su acelerado corazón.

—Voy al baño —se disculpó. Dejando a los hombres solos.

Se miró en el espejo, sus ojos brillaban humedecidos. Sus mejillas estaban levemente sonrojadas. Se lavó la cara para salir como si nada hubiera pasado. Se arregló el cabello. Se convenció a sí misma de que, era hermosa. Y lo era, le costó unos años recuperar su autoestima pero lo logró y estaba decidida a que nadie más le dijera lo contrario, a sus veintiún años, se sentía más madura.

Salió del baño y regresó a la mesa donde estaba su amigo y el profesor. HanGeng se veía pensativo y el rubio le sonreía, luego vio a HanGeng asentir. Se acercó más para que notaran su presencia.

—Heemi, le estaba diciendo a mi primo que sería buena idea que vayas con él.

Heemi miró a HanGeng en busca de alguna negación o protesta pero no la obtuvo. Luego miró al rubio, pidiendo una explicación con la mirada. ¿Por qué iría con él? No tenía sentido.

—Él es un idiota —continuó Yesung, como si eso fuera la mejor razón, —y ahora está dolido. Una mala combinación. Tú puedes ayudarlo a que no cometa una estupidez.

《HanChul》Bajo la misma pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora