《HanChul》Bajo la misma piel

Capítulo 9.

Heemi miraba el reloj de su cuarto. Movía su pie izquierdo con impaciencia. Faltaba una hora para que HanGeng fuera por ella, no quería sentirse ansiosa y emocionada, pero lo estaba, ¡Si que lo estaba! Iría a la fiesta de Yesung, vestida como siempre quiso y acompañada, aunque lo último fuera obra de su madre, eso no quitaba que los últimos días HanGeng estuviera pendiente de ella.

Incluso en la universidad, el mayor se le acercaba para preguntarle si necesitaba algo o simplemente para saludar. Se miró las medias de red y se cuestionó si debía llevarlas. Se sentía insegura. ¿Qué pensaría HanGeng al verla? ¿Y por qué de repente le importaba tanto?

—Cielo ¡Ya están aquí! —gritó su mamá entrando con una caja en manos.

—A verlos —respondió emocionada. Hizo el intento de levantarse, pero su mamá le hizo una seña para que se quedara en el banquito.

Acercó la caja a ella y la abrió. Ahogó un gemido de satisfacción y emoción. ¡Eran los botines rojos! ¡Sus botines rojos! Hace unas semanas había dado por hecho que llevaría unos tacones de su madre, pero luego vieron en internet aquellos botines rojos de tacón y quedaron enamoradas. No pensó que llegaría a tiempo.

—Pruébalo —apresuró su mamá.

Se puso los dos y se levantó. Dio un par de vueltas y caminó alrededor de su cuarto. Su mamá aplaudía compartiendo su emoción. Regresó a ella y le dio un abrazo. Se volvió a sentar porque aún le faltaba maquillarse. Comenzó con aplicarse un poco de corrector de ojos. No quería algo cargado, le gustaba lo natural, pero su mamá insistió en que no siempre iba de fiesta y era un buen motivo. Su mamá fue por la peluca rubia y se la colocó. La ayudó a peinarla y acomodó el lazo que se formaba encima. ¡Iba a ser Lady Gaga! Se puso sombra rosada, se delineó los ojos y rímel en las pestañas. En los labios decidió usar rojo.

El timbre de la casa las asustó.

—Iré a recibirlo, tú termina —le dio un beso al aire para no arruinarle el maquillaje y Heemi comenzó a reír.

Se puso de pie, revisó una vez más su rostro analizando lo que se había hecho, se veía diferente. Se veía sexy, se sentía así. El vestido negro entallado le llegaba a la mitad de sus muslos. Se mordió el labio, le encantaba. Ella misma lo diseñó por lo que, estaba satisfecha. Se colocó el saco a juego, que era unos centímetros más cortos que el vestido. Debía ser suficiente para ayudarla con el frío. Respiró profundamente y salió de su cuarto.

HanGeng se encontraba platicando a gusto con su madre. Vestía unos pantalones vaqueros, unos zapatos cafés bien lustrados y un suéter gris con una raya café en la cintura. Se veía tan informal que le gustaba. Temía que su vestuario fuera demasiado. Tomó aire antes de hacer notar su presencia.

—¡Ahí estás! —exclamó su mamá. Lo demás fue en cámara lenta o al menos, así lo sintió.

HanGeng se giró para verla también, abrió la boca para decir algo y luego la cerró, luego frunció el ceño. Heemi bajó la mirada ¿Qué había sido esa reacción? ¿Acaso no se veía bien? Por un momento la inseguridad hizo acto de presencia, su pecho se sentía oprimido, quería llorar, pero no iba a demostrarlo. Iría a esa fiesta un rato y luego diría que se sentía mal para regresar a su casa y no estar cerca de HanGeng. Aún no iniciaba su velada y ya la sentía arruinada.

—¡Vamos, Cielo! HanGeng te está esperando.

Tomó la mano de su mamá y bajó los escalones que le faltaban. Llegó hasta HanGeng y pudo sentir su perfume a menta. La señora Park turnaba su mirada entre ambos con una sonrisa en su rostro, ajena a los pensamientos de ambos.

—¿A qué es fantástica? —Ella se dirigió a HanGeng para romper el hielo. Heemi miró a su mamá y sonrió forzadamente. No obtuvo respuesta. —No les retraso. Vayan, vayan — empujó a ambos, dejándolos demasiado cerca. Los llevó hasta la puerta y la cerró detrás de ellos.