¿Por qué estás tan triste, preciosa?

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¿Por qué estás tan triste, hermosa?

Su voz ronca me causó un escalofrío. No puedo contestarle, siento que no puedo pero si me quedo callada va a pensar que algo está mal, obviamente todo está de la chingada en mi vida pero no quiero preocuparlo.

  —Estoy bien, cariño, solamente no tengo sueño.— susurro mirándolo con una sonrisa tranquila pero falsa, la luz de la luna ilumina su rostro haciéndolo lucir tan bello... Acomodo mi cuerpo en el sofá de círculo, estoy en el jardín apreciando la noche y la linda vista de la ciudad. 

Nuestro jardín está en una de las zonas altas de Los Ángeles, California, está en una montaña. 

  —Sé que no es cierto, Eden, estás más tranquila de lo normal, más seria que otros días. Dime la verdad.— susurra acercándose a mí, se pone de rodillas en el césped frente mí, toma mis piernas atrayéndome a él, ambas quedan alrededor de su torso. Sus ojos preocupados se enfocan en los míos.

Mis ojos se comienzan a aguar, aprieto mis labios sintiendo que no podré aguantar más sin soltar todas esas lágrimas que queman mis retinas. 

  —To-todo bien.— sonrío otra vez aún más falsa, niega.

—Dímelo, por favor...— ruega apretando mis manos que están en las suyas. Mi boca se aprieta más formando una mueca, mis ojos sueltan las lágrimas contenidas dejándolas deslizar por mis mejillas.

—Cu-cuando te-te fuiste...— paro pensando que no podré terminar de decirlo pero continúo.— me sentí sola de nuevo, me sentí como hace meses cuando te ibas-...— paro no queriendo ni decirlo pero sale de mi boca con fuerza, con un enojo triste.—...Con ella. Me has hecho sentir igual, sola, abandonada, engañada... ¡Todo me has hecho sentir de nuevo! ¡Sé que no me engañas porque si fuera así olieras a ella, vería que estuviste con ella, salieran fotos tuyas con ella!.—exclamo quitando el manto que cubría mis emociones desesperadas por salir. Frunce el ceño viéndome como si no entendiera.—Todos los días te vas antes de las siete de la mañana, regresas en la tarde pretendiendo que te fuiste diez minutos a la tienda, todo el día sola, todo el día abandonada, no soy un juguete para que tires cuando no tienes ganas de usarlo, Justin... ¡Odio estar enojada contigo, odio que tengamos nuestros problemas de pareja! ¡Por eso callo cada vez que me siento así! ¡Hoy yo no puedo más!.—sollozo jalando mis piernas y mis manos, me acurruco alejándome de su tacto. Su mirada pensativa no se mueve de mis ojos, bajo mi cabeza cubriendo mis ojos con mi pelo para evitar verlo. No quiero que me vea débil, sintiéndome la mierda que soy.

Hace tiempo me engañaba, me hizo sentir desgraciada y ahora lo vuelve a hacer, he pensado que está dejándome de amar como antes, justo como yo lo hago.

—L-lo lamento... Sólo que... Que me siento diferente, perdido, como si no encontrara mi camino, huyo de aquí cuando me encuentro entre un mar de confusión para aclararme y no perderme como ya antes lo he hecho...—su voz sale hundida en un temblor mortificado, muerdo mi labio y toco su mano de nuevo comprendiéndolo.

—¿Por qué no hablaste conmigo?.—sollozo apretando su mano dolida.

—Porque pensé que ibas a pensar que no te amaba y que quería soltería...—una lágrima resbala por su mejilla sonrosada—Pero te amo y no quise tenerte lejos con la idea de que se había acabado lo nuestro... Pensé en ti pero no hago nada bien.— su voz se rompe.— Te lastimo como siempre.—trata de mantenerse fuerte apretando su mandíbula. La acaricio ablandándome.

—Nunca pienses eso... Te amo y comprendo si quieres un espacio libre para salir a ubicarte en la realidad, sólo pídelo. Comprenderé porque incluso yo tengo mis crisis y quiero soledad un rato... Tú siempre me curas de mis crisis sin necesidad de pedirte la lejanía.—acerco lentamente mi cara a la suya, sus ojos me ven con amor, suben y bajan lentamente por mi rostro, para en mis labios y sube a mis ojos. Conectamos nuestros labios lento, con amor los movemos y sintonizamos, mi lengua se abre paso en su boca, permitiéndome entrar comienza a moverla también, nos acariciamos mutuamente, lloramos incluso demostrándonos lo débiles que somos pero juntos podemos ser fuertes.

—Te amo, mi cielo.—susurra cerca de mis labios al separarnos por un poco de aire, mis manos en sus oídos masajeando su cartílago, sé que le encanta y lo hace entrar en paz.

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⏰ Última actualización: Dec 23, 2018 ⏰

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