Cap 14: Arreglame por favor

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Damián

El lunes salí del bendito hospital. No se si estar feliz de que salí vivo de esa, o estar triste ¡Porque salí vivo de esa! Yo no quería vivir, y que pasó, me salvaron y lo peor, por la persona que más detesto. ¡Y para que luego es se burle de mi! No lo aguanto. Debí tirarme por la ventana, eso habría funcionado, ¡pero no! Quería jugar a la Hanna Baker. Muy bien yo. ¿Porque es tan difícil dejarme en paz? Si tanto me dijo que me muera... que me mate. ¿Porque me salva? Ahí está, hice caso a lo que me dijeron y que pasa, nada, evitan que haga caso. Es imposible. Al menos, tuve tiempo de hacer algunos cambios. Pinté y decoré mi moto. Y me decidí a hacer una cosa muy importante. La próxima vez que Ryan decida hacerme sentir menos, no me voy a quedar de brazos cruzados, voy a responder y donde le duela.
En el hospital, no pude mentir a mi mamá. Ella lo sabe todo. Tuve que contarle de el bullying. De las peleas. De los cortes. Las razones de siempre tener el cabello en mi cara. Ella, no reaccionó como yo pensé que iba a hacer. Solo me abrazó, y me dijo que tengo que contarle las cosas. Hoy en la mañana fue al colegio a hablar con el director. Espero que haya resultado, pero conociendo al colegio, van a cubrir todo y Ryan no tendrá ninguna sanción. Tengo miedo de lo que me pueda pasar mañana. Ya voy a regresar al colegio. No quiero ver los rostros de todas las personas que se han burlado de mi. Pero me toca.
Después de hacer todo lo que necesito para ir a la cama, me meto en mis cobijas y recuesto mi cabeza en la almohada. Cierro mis ojos, esperando que mañana, sea un día mejor.

Me levanto apenas suena la alarma, cosa rara para mi, pues siempre me quedo acostado 5 minutos mas. Cuando estoy vestido y lo suficientemente arreglado, bajo a desayunar. Para mi fortuna, no hay nadie, así que tomo una taza de café con leche y un par de tostadas. Me lavo los dientes en el baño de la primera planta y salgo de mi casa. El camino a la escuela lo hago caminando. Con mis auriculares puestos, es difícil enterarme de lo que hay a mi alrededor. Como cuando entro a la escuela. Apenas levanto la vista, estoy frente a mi casillero, casi que hecho bolita, pues siento las miradas en mi nuca. Dejo mi Mp3 en mi casillero. Sip, ¿Recuerdan que les dije que iba a hacer cambios? Pues uno es tratar de ser un pelín mas aplicado. Al estar por cerrar la puerta metálica, oigo su voz.
- Trató de suicidarse el muy imbécil.- dice Ryan detrás mío, junto con su grupo de gorilas. Trato de no girarme, no quiero que me vean la cara, menos que me golpee. -¿No es verdad?- toma mi hombro y me hace girar. Veo su rostro. Y lo detesto. Odio cada facción, cada centímetro, lo detesto. - Te hice una pregunta, maricón. - dice y yo muero de rabia. Siento la adrenalina y el corazón martilleando en mi pecho, cuando digo:
- Maricón el que me salvó.- digo tan cerca de su oído, para que solo el me escuche.
-¡¿Que me dijiste?!- grita, atrayendo a más gente de la que había.
- ¡Maricón el que me salvó!- grito- A ver si me escuchas tarado.- lanzo. Veo como su rostro esta por volverse rojo de la furia. Y yo no puedo sentirme más feliz.
- ¡Aquí el tarado, idiota eres tu, pedazo de marica! ¡Nadie te quiere y nadie te va a querer nunca por ser una nenita que trata de matarse para evadir todo!- grita, como si fuera a herirme. Pero no, toda esta situación me ha cambiado. Ya no voy a ponerme a llorar por un idiota como este.
- Al menos esta nenita, fue salvada por su príncipe azul ¿No es verdad? A ver dime Ryan. ¿Porque me llevaste a emergencias? ¿Ah? ¿Porque no sólo me dejaste tirado en el suelo desangrandome? Si tanto me odias, ¿Porque aún me ves a la cara?- digo. El me levanta de la camisa, siento su enojo. Su respiración pesada me lo demuestra. - Así que dime de una vez... ¿Quien aquí es el Maricón?- Está a punto de darme un golpe directo en mi nariz. Pero yo, me adelanto y pateo con todas mis fuerzas, su área preciada. Haber si así anda de imbécil por las calles. Me suelta al instante. Lo veo tirado en el piso, retorciéndose tal cual una babosa. - ¿Tanto te duele que te diga la verdad?- me voy, entre risas, pues la adrenalina recorre mi cuerpo. Por fin. Se siente como si me hubiera quitado un peso de encima. Entro a la clase que me toca y le siento en una de las filas del medio. Al rato, entra una rubia chispeante. Sin ningún aviso empieza a hablar conmigo. Se llama Cristina, y es muy simpática. Me invitó a pasar con sus amigos. Yo, le dije que si. Si me decían que iba a estar en esta situación hace dos semanas, me habría negado. No era posible. Pero ocurrió y estoy muy feliz con eso.

De todos ¿¡Porque tu!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora